Soy un espíritu errante
en este planeta incierto
donde tu amor infinito
parece que se halle muerto.
Soy ser que busca el descanso
de mi alma peregrina;
y proseguir caminando
en pos de tu luz divina.
¡Oh, Dios de misericordia!
¡Dios de infinita bondad!
Que aleje de mí las sombras
tu divina claridad.
Cuando suenen las trompetas
me apresuraré a partir;
solo dejaré mi cuerpo;
yo nunca puedo morir.
Allí la vida será
de paz, un dulce remanso,
y mi alma peregrina
en Ti encontrará el descanso.
Mª Luisa Escrich (Guardamar, julio de 2016)