Espiritismo y Espiritualismo
¿Son dos conceptos distintos? La respuesta nos vendrá dada a través del análisis desapasionado.
Los que se consideran ortodoxos de la doctrina rechazan el espiritualismo, considerándolo ajeno al espiritismo. Debo confesar que no lo comprendo, porque no se puede llegar al espiritismo filosófico, científico y moral sin ser espiritualista. No es mi opinión, al hacer esta afirmación tengo in mente al primer espiritista en la Tierra, Allán Karderc, el codificador de la doctrina que profesamos. Recordemos sus aseveraciones: En el Libro de los Médiums, capítulo III, ítem 19, nos advierte: Toda enseñanza metódica debe proceder de lo conocido a lo desconocido; para el materialista, lo conocido es la materia; partid, pues, de la materia y procurad ante todo, haciéndosela observar, de convencerle que en él hay alguna cosa más que escapa a las leyes de la materia; en una palabra, antes de hacerle Espiritista, procurad hacerle Espiritualista.
Por otra parte, nuestra misión no es hacer prosélitos, lo que tampoco lograremos por muchas conferencias, seminarios o charlas informativas que ofrezcamos, porque lo cierto es que todo eso se hace más para los propios espiritistas.
A muchos de los que asisten por primera, y aun por segunda vez a conferencias, pueden parecerle más o menos interesantes, pero en el fondo salen sin haber comprendido nada, o casi nada de lo que han escuchado, porque desconocen el principio fundamental de la Doctrina, y aquí retomo de nuevo a Allán Kardec. En el mismo libro citado, en el capítulo I, nº 4, nos dice: La existencia del alma y la de Dios, que son consecuencia la una de la otra, y siendo la base del edificio, antes de entablar una discusión espiritista, importa asegurarse de si el interlocutor admite esta base. Si a las preguntas «¿crees en Dios?», «¿creéis tener un alma?», «¿creéis en la supervivencia del alma después de la muerte?» responden negativamente, sería inútil ir más allá; sería como pretender demostrar las propiedades de la luz a un ciego…
Si a nosotros, los espiritistas, nos hacen estas preguntas, responderemos con un sí rotundo, y aun añadimos «creo en la comunicabilidad con el mundo espiritual; formo parte de un grupo de estudios espirituales; asisto a todas las conferencias que puedo, a seminarios, charlas…», etcétera, etcétera. Esto es, sin duda, una buena respuesta; pero… ¿un auténtico espiritista se considera como tal con tan solo esas afirmaciones? ¿No deberíamos considerar otras mucho más importantes? Por ejemplo: Soy espiritista porque reconozco mis defectos, mis puntos flacos, y hago (o no) los debidos esfuerzos para corregirme, para ser un poco mejor cada día. Que para ser un auténtico espírita hay que aprender a ser comprensivos, tolerantes, caritativos (no limosneros, aunque también); debe aprender a aceptar las vicisitudes de la vida, los reveses de la fortuna, las enfermedades, los conflictos familiares, la pérdida de los seres queridos… ¡a perdonar…!
El verdadero espiritista sabe que la existencia en la Tierra es temporal, y que es una oportunidad, entre muchas, para adquirir en lo posible todas esas virtudes y alcanzar los objetivos que se propuso antes de reencarnar.
En su recorrido terrenal reconoce y acepta todos esos cambios que, sin duda, se irán manifestando en su cuerpo físico; unos cambios tan notorios que ni él mismo se reconoce; los síntomas propios de la vejez, y con la vejez, la desencarnación. El espírita consciente de esa ley natural, por ser divina, cuando presiente su cercanía la espera tranquilo y esperanzado, pleno de fe y confianza en el Divino Padre. Así lo entiendo yo, aunque puedo estar equivocada.
Termino con una cita del Evangelio según el Espiritismo:
Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y
por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones.
Espiritismo y espiritualismo por: Mª Luisa Escrich
Guardamar, 28 de agosto de 2022© Amor, paz y caridad
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