EMOTIVIDAD

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La emotividad es un estado afectivo de la psiquis, que se manifiesta en diversos grados, según el temperamento y educación de la persona. Es una energía emanada de la facultad emocional del alma humana, facultad psíquica indispensable para actuar en el plano físico. Bien controlada, puede producir eso que conocemos como entusiasmo, que es
sumamente útil y necesario en las realizaciones humanas; pero, incontrolada puede provocar actos irreflexivos, estados de iracundia y arrebatos de consecuencias imprevisibles, pero siempre funestas.
         Esta facultad del alma humana, recibe la influencia magnética de los pensamientos emanados de la mente, de acuerdo con la actitud mental de la persona, por la estrecha relación entre ambas, reaccionando en consonancia con la naturaleza, positiva o negativa, de los mismos. Y como ya ha sido expuesto, esa reacción -positiva o negativa- influye con mayor o menor intensidad sobre las diversas secciones del sistema nervioso y glándulas endocrinas, modificando su funcionamiento. Y esa modificación, esa influencia, está en relación con la naturaleza y grado de intensidad de la emoción.
Múltiples son los casos de colitis y paralización de la digestión, debido al efecto que una preocupación intensa produce sobre el sistema nervioso neurovegetativo y otros traumas fisiológicos; así como el efecto que una fuerte emoción puede producir sobre los nervios del corazón, paralizándolo y produciendo una muerte repentina. Y diversas pueden ser también las respuestas emocionales de cada persona, según su actitud mental, su educación y las circunstancias; ya por influencias externas, ya provocadas por sus propios sentimientos, pensamientos y deseos. Y ellos pueden ser: positivos o negativos, con resultados benéficos o dañinos, placenteros o desagradables, de alegría o tristeza y abatimiento; de fortaleza y valentía o de temor y miedo; de amor o de rencor y odio; de impulsos bondadosos o envidias y celos; de calma o ansiedad e impaciencia, etc.
Con el fin de tener una idea del mecanismo o proceso de las emociones con relación a las influencias internas (propias) y externas (de otros), veamos el siguiente ejemplo resumido.
        Supongamos que una persona ruín infiere a otra una acción de maldad. En el primer momento, esa acción recibida, produce un impacto en la facultad emocional del afectado, cuya intensidad varía según su grado de susceptibilidad y emotividad, así como el momento y la relación existente entre ambos, impacto que, si el afectado no se sobrepone, no controla su emotividad en el momento mismo, produce de inmediato una reacción;reacción que varía en cada caso. Y cada vez que piense en la persona o en el hecho que lo motivó, percibirá una sensación de molestia que puede llegar a crear un resentimiento que le mortificará y puede alterar su tranquilidad.
Por ello, imprescindible es, aprender a controlar esa energía de la facultad emocional del alma, controlando los sentimientos, pensamientos y deseos, así como dominarse en el momento mismo del impacto, frente a circunstancias desagradables. Y por medio de la facultad rectora de la Mente, dirigir el funcionamiento de esa maravillosa facultad del alma, cual es la facultad emocional que, bien controlada y bien dirigida por la facultad rectora de la Mente (facultad que existe en toda persona), puede contribuir grandemente a la evolución del psiquismo y del Espíritu.
Dado la extensión y complejidad de los diversos aspectos de la emotividad, hagamos un análisis sobre dos de esos aspectos tan generalizados, y que tanto daño hacen y perjuicios causan en la vida de algunas personas, a fin de conocer sus efectos en la vida humana y su influencia en el proceso evolutivo del Espíritu.
Comencemos por conocer que, la ansiedad y la impaciencia son «hermanas gemelas», de gran semejanza en su manifestación, aunque no iguales. Pero, ambas son causa de un derroche de energías psíquicas y nerviosas muy considerable, por el estado de tensión emocional de la persona afectada.
(continuará)
Sebastian de Arauco

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