El trabajo representa una necesidad absoluta en todos los órdenes de la vida, esto es lógico y natural y así está aceptado por el ser humano desde que comenzó a ser una criatura civilizada y a labrarse un porvenir con mayor bienestar y seguridad, a medida que iba desarrollando al mismo tiempo su inteligencia.
Desde un punto de vista material, el trabajo es considerado una obligación penosa, una imposición de la que no podemos sustraernos, todos buscamos un trabajo lo menos pesado posible y que nos remunere económicamente cuanto más mejor. Trabajamos por pura necesidad egoísta y material, para escalar puestos en la sociedad y porque no tenemos más remedio. Pocos son los que trabajan motivados por un espíritu de perfeccionamiento, movidos por un sentimiento de servir a la sociedad y con la alegría de saber que están realizando una obra útil para ésta.
Aunque siempre se han visto esos dignos ejemplos de hombres que han dedicado su vida al estudio y perfeccionamiento de una ciencia o una técnica, ayudando así sobremanera al progreso de la humanidad, una mayor parte de nuestra sociedad trabaja sí, pero sólo con miras materiales para sacar su propio beneficio, sin pensar en los demás.
El trabajo, espiritualmente, está considerado como una ley natural impuesta por Dios a la humanidad para dos fines concretos, que son la propia subsistencia y el desarrollo de los valores espirituales que anidamos, los cuales no se pueden desarrollar y perfeccionar lógicamente sin el trabajo arduo y constante de la persona.
El trabajo es pues a todas luces un medio de progreso poderosísimo para el espíritu humano, que ha de coger esa labor no como una imposición penosa, sino como un medio para ir a más en todos los aspectos que la vida representa, y elevarse así de su parte atrasada e ignorante, convirtiéndose en personas más limpias de conciencia y más libres de estar sometidos a trabajos rústicos y pesados propios de una humanidad inferior.
A medida que el ser humano evolucione en su faceta espiritual, irá despojándose de necesidades artificiales que se ha creado producto de su escasa compresión espiritual, sabrá en qué ha de dedicarse con más ímpetu e ilusión, y al mismo tiempo que desarrollará una tecnología más avanzada, dedicará al trabajo material, es decir al trabajo para la propia subsistencia, la mínima parte, orientándose mayormente al desarrollo de sus cualidades intelectuales, morales y artísticas. Actualmente, por el contrario, a falta de un conocimiento general de las leyes universales, aunque el desarrollo tecnológico no cesa, no sabemos darle una correcta orientación y mientras unos viven en la abundancia, otros carecen casi de todo, viendo como una buena parte de la población de nuestro mundo está sumida en una miseria tal que se podría decir que los animales viven mejor que ellos.
El trabajo es un don que Dios nos ha concedido para que con nuestra inteligencia, deseos de ayudar y voluntad podamos ayudarnos los unos a los otros, colaborando en el bienestar de la sociedad en general. Quién sólo trabaja lo mínimo y todo lo dedica a sí mismo, en definitiva es un peso para la sociedad, porque sólo va a sacar todo lo bueno que pueda de ella sin aportar nada más, se convierte en un individuo que está sacando el mayor provecho, dejándose llevar por su parte cómoda y material sin darse cuenta que de esa manera está contrayendo una deuda con la humanidad que tarde
o temprano tendrá que saldar.
Para las personas volcadas en la vida espiritual, que sienten deseos de progreso, el trabajo, como decía en el párrafo anterior, es un don que Dios les ha dado para su adelanto espiritual, hacen las cosas porque ven la necesidad y no les cuesta trabajo movilizar su voluntad y sus habilidades para sentirse útiles a los demás.
Mientras se sienten útiles a la sociedad y colaboran en campañas en las que se requiere la ayuda espontánea y generosa se sienten felices y realizados. El ocio para ellos, por tanto tiene la limitación de que no sean requeridos para ayudar en las necesidades que surjan en su entorno, siendo algo que no lo buscan, que lo disfrutan cuando pueden, mientras que para la persona egoísta y que basa su vida en un plano material, el ocio y el disfrute de la mayor parte de su tiempo es lo que prima sin mirar si puede ayudar en algo, o si puede aportar un beneficio para la sociedad en general.
Mientras la persona se mantiene con una mente sana y equilibrada, con miras a su perfeccionamiento el trabajo se lo toma como una cosa necesaria y natural, no piensa que con dedicarle ocho o las horas que sea a su profesión ya ha cumplido con la sociedad, no, porque eso es lo que la vida tal y como está ahora organizada le exige, pero después de cumplir con esta necesidad y obligación, es cuando por su libre albedrío y propia voluntad demuestra su nivel de evolución espiritual, dedicándose al estudio de lo que quiera o perteneciendo a grupos y asociaciones sin lucro y con proyectos de ayuda social que redunden en beneficio de los más necesitados.
Al decir trabajo no nos referimos solamente a la cuestión material, sino a todo aquello que la persona hace para mejorar y perfeccionarse, sea estudiando algo que le ayude a estar mejor preparado humanamente, sea el trabajo interior que le reporta la necesaria transformación moral, sea la práctica de un deporte con el cual se mantenga mejor físicamente, etc…, todo trabajo que el ser humano realice en pro del desarrollo de sus facultades latentes es algo que le va a beneficiar sin ninguna duda.
Así el ser humano empieza a trabajar por su propio perfeccionamiento sin que le cueste trabajo, sino porque le nace y porque considera que está llamado en conciencia a hacer algo más de lo que la sociedad laboral le exige. El trabajo material sin más nos embrutece y nos conduce a una sociedad de consumo que sólo busca el placer de los sentidos y el estar en mejores condiciones materiales que el vecino, mientras que el trabajo desde un proyecto de vida espiritual nos eleva, dedicándole a cada cosa su tiempo y nos hace más conscientes de nuestro lugar en el mundo, más solidarios y nos da la ilusión de vivir con un sentimiento de desprendimiento en favor de los demás.
Fermín Hernández
Otra forma de enfocar el tema del trabajo en la que no me había detenido a pensar. Gracias por vuestra forma de presentar este conocimiento de la vida.
Pepe el murciano
Me ha ayudado mucho, gracias por vuestro esfuerzo.