EL DOLOR

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El dolor

El dolor

Hoy nos corresponde el estudio de ese algo imponderable, que el solo nombre atemoriza a mucha gente, y que tan a disgusto es soportado por la mayoría de los afectados, por desconocimiento de su origen y función.

Necesario es borrar de la mente ese concepto, carente de verdad, de que el dolor humano es un castigo de Dios, como algunas gentes en su ignorancia así lo suponen; sino que es consecuencial, es la reacción de las energías psíquicas y aún biológicas desequilibradas por nosotros mismos, con nuestras actuaciones contrarias a las leyes que rigen la Vida en sus aspectos: físico, psíquico y espiritual.

El dolor y sufrimiento humano pueden ser: físico, psíquico y espiritual.

Son físicos, cuando se reflejan en el cuerpo físico, como dolencias y enfermedades, cuyas causas pueden corresponder a hábitos de vida antinatural, en la alimentación, excesos, vicios y por estados afectivos desarmónicos. Según está ya comprobado por la ciencia médica, los hábitos degradantes ocasionan dolencias y enfermedades por el debilitamiento de las energías del propio organismo.

Son psíquicos esos estados anormales considerados como neurosis, psicosis en manifestación diversa, así como psicopatías en diversos grados; resultando, en su gran parte, de las tensiones emocionales, sentimientos de índole inferior, o de actitud mental desacertada frente a la vida, así como deseos de baja naturaleza.

Y son sufrimientos espirituales, las sensaciones de reproche y acusación que el Espíritu manifiesta en la persona, conocidos con esa frase: «La conciencia acusa». Resultante de la debilidad del Espíritu ante los requerimientos negativos que hacen el egoísmo, la ambición, el rencor, la concupiscencia, etc. Sensaciones y reproches que no pueden ser acallados con las diversiones ni placeres pasajeros; llegando en ciertos casos a la desesperación.

El dolor, en sus comienzos con diversos síntomas o aspectos, es una llamada de atención a la ley violada, llamada que el ser humano recibe a fin de que pueda atender su amenazada salud física, psíquica o espiritual, y buscar las causas. Y cuando se desatiende esa llamada, el dolor se intensifica.

Las leyes que rigen la Vida, en sus tres aspectos: físico, psíquico y espiritual, están concebidas por la Sabiduría Cósmica dentro de un plan perfecto para un funcionamiento perfecto. Pero, los humanos en su acendrado egoísmo y ambiciones, o dominados por las pasiones, o en la búsqueda de los placeres; han ido adquiriendo hábitos contrarios a esas leyes. Y como consecuencia, reciben la reacción de las mismas, en forma de dolencias y enfermedades, así como trastornos psíquicos en diverso modo.

Desde tiempo inmemorial, el hombre, en su egoísmo, no se preocupó por el dolor que ocasionaba a los demás, buscando satisfacer sus ambiciones; ni pensó en el mal que se hacía a sí mismo, transformando en aparentes placeres sus necesidades de vida; placeres que pronto se transformaron en vicios que le dominaron, debilitando su cuerpo y su alma. Y así, ha venido creando hábitos de placeres morbosos en la alimentación y excesos sexuales que van agotando las energías, restando posibilidades de acción al Espíritu que, a través de la materia -su cuerpo físico- debe trabajar y experimentar en la Tierra para su progreso.

Sabemos ya que toda acción buena o mala que el ser humano realiza, crea una vibración que a él queda unida. Y como el hombre ha venido transitando por los caminos del egoísmo, engaños y falsedades, haciendo sufrir a sus semejantes; la Ley le devuelve, tarde o temprano, el sufrimiento y dolor que haya ocasionado o deseado ocasionar; para que aprenda a vivir dentro de la Ley del Amor, único modo de liberarse del dolor.

Si por negligencia o egoísmo, causamos sufrimiento o pérdidas a otras personas, la Ley de Consecuencias nos traerá fatalmente condiciones semejantes en fechas posteriores. Y no es que en ello haya castigo alguno de la Divinidad, no; sino que, con nuestra acción de mal hemos violado la Ley, y consecuencialmente la Ley nos lo devolverá.

La idea del castigo de Dios es incongruente con el concepto de un Dios infinitamente bueno. Inadmisible a la razón es el concepto de un Dios castigador, mientras que por otro lado, nos manda perdonar las ofensas, por la voz de Sus enviados, los mesías. Por ello, necesario es desechar tal concepto, y grabar bien en la mente que, las desventuras humanas son la consecuencia de sus propias actuaciones en el pasado, son la cosecha de la siembra. Dios es Amor, aun cuando en nuestra limitada capacidad intelectiva no seamos capaces de comprenderlo. Grabad bien en vuestra mente que, los dolores humanos son consecuencia de los errores humanos, cometidos en una u otra de las vidas sucesivas que el Espíritu inmortal vive, hasta conquistar la purificación que le da derecho a alcanzar los reinos de felicidad sublime que el Dios-Amor ofrece a sus criaturas.

El dolor por: Sebastian de Arauco

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