DISCIPLINA MENTAL: MOLDEANDO EL CARÁCTER

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Disciplina mental: Moldeando el carácter

«Un efecto inteligente procede de una causa inteligente»

Allan Kardec

Al hablar sobre el origen de la mente y el pensamiento, se nos presenta el debate entre los que niegan un origen teísta de la mente del hombre, ofreciendo la explicación alternativa de que el pensamiento se origina en procesos biológicos aleatorios producidos al azar por una fuerza ciega en el desarrollo del cerebro, y aquellos otros que -con toda la lógica y evidencia- argumentan que una mente consciente debe proceder por consiguiente de una Mente Superior a ella.

Mientras el avance de la neurobiología no pueda ofrecernos pruebas concluyentes sobre el origen de la mente y la conciencia (cosa que todavía no es posible); las evidencias apuntan a un origen del pensamiento humano motivado por una causa inteligente de la cual procede. Esta causa podemos llamarla Dios, Energía, Mente Superior, etc.. como queramos, el nombre es lo de menos.

Esta explicación inicial la consideramos necesaria para evidenciar la importancia que tiene el pensamiento en nuestras vidas. El aforismo «Somos lo que pensamos» es una verdad incuestionable.

Tanto es así que nuestro cuerpo, como nuestra alma, se ven modificados y moldeados en función de nuestros pensamientos y emociones. La prueba científica de ello nos la aporta el Dr. Richard Davidson, Director del Laboratorio de Neurociencia afectiva de la Universidad de Wisconsin con sus investigaciones acerca de la influencia de las emociones y pensamientos en lo que se conoce como «Plasticidad Cerebral». Los estados cerebrales no son lo mismo que los estados mentales -y aunque están íntimamente relacionados- el cerebro es plástico, moldeable, y con nuestras emociones y pensamientos podemos modificar y cambiar la estructura neuronal de nuestro cerebro físico, transformando nuestros patrones cerebrales.

«La base de un cerebro sano es la bondad, y se puede entrenar»

Dr. Richard Davidson – «El perfil Emocional de tu cerebro»

El poder del pensamiento y la emoción no sólo puede modelar nuestro carácter, reformándolo en uno u otro sentido, sino que es el origen de la salud mental y de una vida sana y feliz. Por ello es conveniente adoptar las precauciones y herramientas que nos hagan modificar nuestros hábitos perniciosos a nivel mental y emocional, para ofrecernos patrones de conducta adecuada capaces de cambiar aquello que no es correcto por aquellos pensamientos y emociones que activen nuestras neuronas hacia la salud y el bienestar.

Ello se consigue con una disciplina mental adecuada, y una voluntad firme de cambiar nuestros hábitos de pensamientos y emociones tóxicas por otros que beneficien nuestro desarrollo cerebral, emocional y mental hacia la salud física y el bienestar psicológico.

Si hacemos caso a los científicos ya vemos que la bondad, la compasión y las emociones sanas como la tolerancia, el control emocional y mental y la sustitución de pensamientos perturbadores por otros de carácter noble y altruista, son la mejor forma de adquirir disciplina mental y modificar aquello que pensamos y sentimos.

Si hacemos caso a los filósofos, en esta frase se resume todo:

«Un pensamiento conduce a un acto, un acto repetido conduce a un hábito y sembrando un hábito cosechamos un carácter»

El pensamiento y la emoción son fuerzas y energías extraordinarias que vibran en determinadas frecuencias y longitudes de onda según su naturaleza, de ahí que las consecuencias de las mismas sean perjudiciales o beneficiosas según sean de un tipo o de otro. Esas vibraciones que pueden registrarse, como las ondas hertzianas de la radio, se afinizan y sintonizan con fuerzas que vibran en la misma faja vibratoria.

De aquí que con nuestros pensamientos y emociones podamos atraer pensamientos y emociones similares sintonizando con otros que no son nuestros. Y a la recíproca, otros pueden sintonizar con nosotros sin que apenas nos percatemos (la Telepatía es la evidencia que lo demuestra). Pensamientos buenos, sabios, elevados, nobles, etc… atraen pensamientos y emociones similares, e igualmente, pensamientos de odio, de rencor, de venganza, de baja autoestima, de depresión, etc… atraen otros que son semejantes alimentando estados mentales perjudiciales para nuestra salud física y psicológica.

Por ello es tan importante la disciplina mental que consiste en el recto pensar y el recto sentir. Hace cuatro décadas, dentro de la psicología y la psiquiatría, se le daba muy poca importancia a la emoción, tan sólo a la inteligencia. Hoy las emociones forman parte del nudo gordiano de nuestra conducta como el pensamiento, y así se estudia la inteligencia emocional, el cerebro emocional, residente en la amigdala cerebral, los estados tóxicos emocionales, etc..

De la emoción deriva el sentimiento, por ello es muy conveniente adoptar el cambio mental y emocional necesario para que nuestros sentimientos surjan limpios, nobles, optimistas, esperanzadores y creadores. La creatividad, la belleza, la libertad interior y otras cualidades humanas de carácter subjetivo tienen mucho que ver con nuestra capacidad de sentir bien, de pensar bien, de tener un cerebro sano y unos pensamientos correctos además de unas emociones equilibradas.

Nos preguntamos a menudo: ¿puedo cambiar? ¿puedo mejorar? Todo en la vida es cambio y transformación, y ahora la ciencia viene a apoyarnos confirmando que podemos modificar nuestra vida mental y corregir nuestro carácter enfermizo o perturbador mediante el esfuerzo y el hábito de pensar y sentir correctamente.

Aquellos que rigen su vida mediante postulados de bien basados en éticas, morales o doctrinas -sean religiosas o no- que se basan en el Amor al prójimo, en no hacer a los demás lo que no queremos que se nos haga y en el respeto al semejante intentando ser mejor cada día, no necesitan estas explicaciones.

Si son coherentes con sus convicciones, si trabajan en el desarrollo y la siembra del bien están actuando correctamente y una definición del Amor nos indica que éste es: «el bien en acción». Es por ello que aquel que hace el bien se convierte en bondadoso, y aquel que hace el mal en malvado. Ya lo advertía Aristóteles hace 2.600 años:

«La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía.»  

Lo extraordinario, una vez más, es comprobar como la ciencia acude en apoyo de la verdad y la espiritualidad. Los neuropsicólogos, los psiquiatras, así como muchos médicos y psicólogos, están descubriendo una de las funciones más importantes del Amor: «su función terapéutica». El que ama nunca es un enfermo, puede tener enfermedades transitorias – que no es lo mismo -, pero antes o después la enfermedad desaparece.

La propia bondad que emana del amor procura un beneficio extraordinario a nivel celular, con las vibraciones y energías positivas que nuestros pensamientos y emociones trasladan a la base de las células, liberando las sustancias bioquímicas correspondientes que mejoran la salud y el bienestar psicológico y biológico. Sepamos pues que está en nuestra mano cambiar nuestro carácter, la salud y nuestro estado psicológico mejorando nuestras perspectivas de vida y nuestra condición actual; el recto pensar y unas emociones equilibradas mediante la disciplina personal son la clave para ello.

 

Disciplina mental: Moldeando el carácter por:  Redacción

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