DIALOGO Y RELACIONES HUMANAS

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  Uno de los aspectos que más echa en falta el hombre del siglo XXI es el de la relación humana. La comunicación libre y espontánea, en la que se expresan los más hondos sentimientos de amistad y buenos deseos es cada día más escasa en nuestra sociedad.
 
 
  Anteriormente, sobre todo en pequeñas ciudades, existían una mayor relación y trato entre todos los habitantes, siendo totalmente natural la comunicación de nuestros pensamientos y sentimientos. Sin embargo, con la aparición de la «era del consumismo» se ha coartado ese aspecto tan importante de la relación humana con las personas que nos rodean; buscamos hoy, por encima de todo, la satisfacción de nuestros intereses egoístas y nos olvidamos de cultivar toda esa serie de valores humanos que nos engrandecen y son productores de satisfacción y felicidad interiores. 
 
  El hombre de hoy cuando cae en las redes de la mentalidad consumista se va volviendo cada vez más egoísta, para él sólo existe un objetivo: consumir. Dedica la mayor parte de su tiempo en trabajar para obtener dinero con el que poder adquirir toda esa serie de objetos que nuestra sociedad nos plantea como imprescindibles. No se da cuenta de que olvida otras tareas importantes en su vida. 
 
  La familia es la primera perjudicada puesto que no se le dedica suficiente tiempo, se descuida la vida de relación entre los cónyuges y lo que es peor pasamos por alto la educación de nuestros hijos. 
 
  Mas no es cuestión de tiempo lo que perjudica a la familia, sería preferible decir que es por la escasez de interés e ilusión; aspectos que es preciso saber cuidar y desarrollar diariamente. Si olvidamos esto, otra serie de situaciones harán mella en nuestro interior, como son la apatía y la insatisfacción, y cuando la persona se encuentra en este estado ve como única salida la evasión, buscando una posible solución en el aspecto material, en las muchas facetas, no siempre positivas, que se nos ofrecen. 
 
  La ajetreada vida a la que el hombre de hoy se ve sujeto influye muy negativamente en su interior. El estrés, la depresión, los desequilibrios emocionales y un largo etcétera son los males que imperan en nuestra sociedad. Sus causas no hemos de buscarlas en situaciones físicas, al contrario, se trata de un aviso que nuestro psiquismo nos da ante tanto ataque y desarmonías interiores a las que nos vemos sujetos por participar de esa mentalidad puramente egoísta. 
 
Para llevar una vida equilibrada no hemos de permitir que las situaciones exteriores nos afecten. ¿Cómo?, cabría preguntarse. De forma muy sencilla, ocupando nuestra mente y emociones en esos aspectos espirituales que tan relegados al olvido tenemos. Buscando la actividad rechazaremos la comodidad. Procurando cultivar el diálogo y la comunicación alejaremos el fantasma de la soledad y el aburrimiento. Siempre que procuremos actuar bien no daremos paso a los malos pensamientos. Los aspectos materiales que la vida nos ofrece son positivos siempre que no hagamos un uso indebido de ellos. No debemos dejarnos llevar por las costumbres materiales de «la masa», hemos de saber entresacar las circunstancias positivas de cada situación. 
 
REDACCION 
 
 
 
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