DESTINOS Y PRUEBAS 6

0
41
Destinos y pruebas 6

Según las estadísticas, los suicidios en nuestro mundo occidental alcanzan cifras alarmantes. Y en muchos de los casos, el suicida deja tras de sí, una secuela de estados afectivos dolorosos, que no es objeto de este tema analizar.

Comencemos con la interrogante: ¿qué es el suicidio?

Se dice que es, el modo o manera de suprimir o privarse voluntariamente de la vida; o sea, matarse a sí mismo.

¿Y es posible matarse a sí mismo? Aparentemente sí. Realmente no.

¿Y cuáles pueden ser los motivos que inducen al suicidio?

Múltiples y variados. Desde un estado afectivo de desesperación que invade al individuo cuando la adversidad le abruma, ya por motivos familiares, ya por ruina económica (que muchas veces es consecuencia de una vida desordenada y de vicios), por desengaño amoroso, etc., hasta… aburrimiento, hastío en el vivir, por falta de un ideal que haga la vida atractiva e interesante; condiciones esas creadas por el individuo mismo, al apartarse del cumplimiento del objeto de su encarnación, viviendo contrariamente a las leyes de la Vida, dando así cabida a las sugerencias de las invisibles inteligencias del mal.

Y muchos otros, ante pruebas difíciles que, como espíritus han pedido o aceptado, tratan de evadirlas y optan por el suicidio, en la creencia de que con la muerte (del cuerpo físico) todo terminará. Pues el suicidio en sí, es un intento de evasión de la vida, en la creencia o esperanza de terminar con todo lo que perturba la mente del individuo y amarga su vida.

¡Vana ilusión esa! Porque, si bien el individuo, con ese acto descabellado destruye su cuerpo físico, que no es más que un aspecto de la Vida Una; ésta, la Vida, es indestructible. Y lo único que el suicida consigue es inutilizar su cuerpo físico que, cual caparazón sirve al ser espiritual para manifestarse en el mundo físico, en su propósito de progreso. Pero, la Vida, que es energía vivificante, está en el ser espiritual, que no muere jamás; por lo que, la Vida continúa, aunque en otra dimensión. Y el suicida, no tan sólo no resuelve el problema que le indujo a cometer ese error; sino que lo aumenta, al encontrarse en la otra dimensión de la Vida, con los mismos sufrimientos, problemas o motivos que indujeron a cometer tal dislate, porque, continúan en su mente indestructible, aumentados con los aspectos más dolorosos aún, y en muchos casos, condiciones horrorosas en las que cae al pasar al astral inferior. Además de todo eso, tendrá que volver a pasar por las mismas pruebas, hasta que aprenda a superarlas.

No obstante, necesario es conocer que, no es lo mismo para el que haya sido inducido al suicidio por influencias invisibles o de otro modo, que aquel que, por cobardía ante las vicisitudes muy adversas o pruebas difíciles, se haya privado de la vida de un modo premeditado.

Muchas son las personas, especialmente jóvenes, que como consecuencia de la descreencia religiosa, hasta llegan a afirmar que no hay nada más que lo que se ve, confundiendo el efecto con la causa. Y esas personas ignorantes de las leyes de la Vida en su aspecto transcendente, son víctimas de la frustración en que caen, al apartarse del objeto real de la vida humana. Carecen de los ideales que estimulan a vivir, y la depresión psicológica les invade, amargando sus vidas. Para esas personas, las vida no tiene sentido, y comienzan a pensar en la evasión como solución.

La ciencia espiritual nos enseña que, la Vida es eterna, que no se puede destruir aun cuando se intente. Nos enseña que, después de la muerte del cuerpo físico continuamos viviendo, aunque en otra dimensión. Nos enseña que, no podemos matar ni a nosotros mismos. Nos enseña que después del trance de la muerte del cuerpo físico, seguimos viviendo en otro cuerpo, cuya capacidad sensorial y mental se manifiesta con mayor intensidad. Nos enseña también que la clase de vida en esa otra dimensión será, en concordancia con la conducta observada como humanos. Y estos conceptos de verdad, debemos darlos a conocer en toda oportunidad posible.

A todos nos enternece ver el dolor humano, y aun el dolor en los animales. Sentimos congoja al verles sufrir.

¿Y sabéis los sufrimientos espantosos por los cuales pasan los suicidas después de haberse privado de la vida física? ¿Conocéis los tormentos, que según sean los motivos, esperan a quienes cometan el grave error del suicidio?

Si realmente queremos aliviar el dolor humano, esforcémonos en ayudar a evitar las causas generadoras de dolor, mediante la divulgación del conocimiento.

Aquí tenemos una magnífica oportunidad de progreso espiritual. Pues por cada vida humana que salvemos, quedará derimida alguna de las que hemos eliminado en el pasado remoto.

Destinos y pruebas 6 por: Sebastián de Arauco

Publicidad solidaria gratuita