EL ESPIRITISMO Y LOS TIEMPOS MODERNOS
Ya hemos hablado anteriormente de la evolución del espírita en relación a la evolución de la sociedad. Pero esta evolución de la humanidad ha supuesto un cambio en la mentalidad y una constante transformación de las ideas. Esto ocurre también con las ideas espirituales que no se quieren anquilosar, y es debido, ni más ni menos, a que, nuevos tiempos, exigen nuevos horizontes espirituales.
Para que los espiritistas, podamos ofrecer a la humanidad lo que necesita en estos momentos, hemos de tener en cuenta, en primer lugar el factor de la «renovación’, sin ella es imposible adaptarse y por lo tanto debe ser colocada como primer cambio de actitud en nosotros. Siempre dejando bien claro, que en ningún momento nos podríamos apartar del fin concreto que la doctrina espírita persigue: «El progreso moral de los espíritus, tanto encarnados como desencarnados–.
En segundo lugar, tendríamos que buscar un modelo de trabajo y unos métodos de actuación que estén avalados por resultados comprobables. Se trataría de conseguir un nuevo trabajo de grupo, más compacto y uniforme, y con amplios resultados prácticos. Para ello, fijaremos a continuación una serie de características que no son fruto de la improvisación, sino experimentadas ya ampliamente en varios grupos de todo el mundo y avaladas por excelentes resultados.
Sobre bases como el razonamiento, la libertad de pensamiento, la libertad de decisión, la explicación a fondo del conocimiento de las leyes espirituales y en concreto de la Reencarnación y sobre todo, la explicación y localización de las imperfecciones morales, es como podremos poner en marcha un grupo sano, encargado de recoger las inmensas inquietudes espirituales que la juventud de hoy tiene y que a veces, mal canalizadas, lleven al desengaño y al materialismo.
Esta labor es ardua y difícil, pero es la que nos hemos comprometido a realizar los espíritus y por lo tanto, no podemos eludir la responsabilidad. No olvidemos, que muchas veces, de nosotros dependerá el que las personas tomen conciencia de su responsabilidad aquí en la tierra y el que la quieran llevar hacia adelante. Por ello, para no desviar a nadie de su verdadero camino y para realizar nosotros el nuestro nunca debemos imponer que lo nuestro es lo único y verdadero; debemos ofrecer e invitar, dejando libertad de decisión a la persona que nos escucha.
4) Características principales del nuevo trabajo de grupo:
Hemos hablado anteriormente de que el trabajo del espirita se desarrolla fundamentalmente en grupo, y de que este grupo debe renovarse para ir en consonancia con los tiempos que corren y la nueva mentalidad de las gentes. Para ello, podemos enmarcar algunas de las características que, a nuestro modo de ver, debería reunir un grupo de este tipo:
Ansias de trabajo y de superación constante: Es necesario, antes que otra cosa, que los componentes de este grupo deseen trabajar en lo espiritual, para ello deben tener una conciencia clara del por qué y para qué de la vida, este conocimiento lo obtendrían a través del estudio sistemático de la doctrina. Al mismo tiempo, con una constante vigilancia de nuestros defectos morales e intentando que no afloren y perjudiquen a los demás, estaríamos consiguiendo el ponernos en condiciones para formar parte de ese grupo.
Mentalidad libre y analítica: Es necesaria una mentalidad libre y racional, para poder estar en condiciones de aceptar nuevas ideas que sirvan al enriquecimiento de la doctrina. Al mismo tiempo, una exposición clara y sencilla de las ideas, dejando la libertad de decisión para el que escucha, es altamente beneficioso, puesto que cuando esa persona ya ha decidido penetrar en la doctrina, lo hace por sí misma y convencida plenamente. Este convencimiento lleva a la persona a una mayor responsabilidad de sus actos.
Conciencia de una misión, seguridad y fe: Una vez convencida esa persona de la decisión que ha tomado, el paso siguiente sería el volverse consciente de la responsabilidad que se tiene y de la necesidad de realizar lo mejor posible la misión para la que ha venido a la tierra. La fe surgiría de dos formas: una innata; que es la que todos, en mayor o menor medida llevamos dentro, y otra, razonada; que vendría dada por la comprensión de las leyes espirituales. La seguridad se obtendría por los resultados que el grupo fuera cosechando paulatinamente: «Por el fruto se conoce el árbol—.
Convivencia, unión y seguridad: La experiencia de los grupos que están llevando a cabo estas directrices, nos está confirmando que este punto es básico y que gracias a él, se cosechan resultados más rápidamente. La convivencia sería doblemente necesaria. Por un lado, ayudaría a la superación personal; ya que es precisamente conviviendo con los demás, cuando más afloran y se manifiestan nuestros defectos, teniendo la oportunidad de localizarlos mejor para poder erradicarlos cuanto antes. Y en segundo lugar, la convivencia, llevaría al logro de una mayor unión y sinceridad entre todos los componentes de dicho grupo, formando de esa manera un bloque compacto en ideas y actuación y capaz de responder con seguridad ante cualquier tipo de eventualidad. La convivencia aporta también una mayor seguridad en cada uno de los componentes de ese grupo, pues, se dan perfecta cuenta de que no están solos recorriendo el camino y al mismo tiempo tienen la certeza de que los demás les van a ayudar en los momentos de flaqueza.
Alegría y esperanza constatada: Conscientes de la responsabilidad y con las ideas claras acerca de su actuación, se necesitaría del entusiasmo que proporciona la alegría en cada uno de los componentes de ese grupo. La fuerza del optimismo alejaría para siempre la negatividad de la depresión y si aún esta surgiera, el ánimo y la alegría de los demás componentes del grupo, sacarían a esa persona hacia adelante. La esperanza de que se está en el camino y de que se trabaja en lo que nos hemos comprometido, vendría constatada por el progreso y avance espiritual de cada uno de los componentes y por los resultados del propio grupo en general.
Trabajando a fondo en estos objetivos, se lograría la solidez necesaria para una difusión de las ideas más puras y limpias. Ya no habría peligro de una separación, porque habría seguridad y unión, ya que el esfuerzo constante de cada uno de los componentes del grupo por eliminar sus defectos, evitaría cualquier roce o fricción. Al mismo tiempo, se conseguiría un ambiente permanente de armonía y de paz que sería altamente beneficioso para divulgar la doctrina y para realizar cualquier tipo de manifestación o trabajo con el «Más Allá».
Así pues, con todo lo dicho, debemos de sacar la conclusión de que está en nosotros, y siempre ayudado por lo Alto, el conseguir unas metas más amplías de superación y progreso. De esta forma, daremos al Espiritismo el prestigio que merece como doctrina de la nueva era y de esclarecimiento del hombre.
Sería de desear que lo que aquí hemos expuesto, fuese sometido al análisis de la razón y pudiera servirnos de algo para caminar más deprisa en el sendero de la evolución. Nos sentiríamos doblemente satisfechos, si lo dicho anteriormente, nos fuera provechoso para solucionar problemas que se presentan, a la hora de poner en práctica líneas y métodos de actuación en los grupos espíritus.
Hemos querido finalizar este sencillo trabajo, con una alusión concreta al problema que nos ocupa en este Congreso y que sin duda, se está convirtiendo ya en una realidad maravillosa: LA UNION DEL ESPIRITISMO ESPAÑOL.
Las circunstancias que han marcado a nuestra nación durante un largo tiempo, han impedido que el Espiritismo Nacional pudiera continuar la brillante carrera de principios de siglo. No obstante cuando los detractores del Espiritismo creían haber acabado con él, es entonces cuando surgen por doquier espíritus de antaño y de ahora, jóvenes y adultos que, unidos por un ideal común, intentan reavivar el Espiritismo Nacional y colocarlo en el lugar que merece; de ahí la realización de este Congreso.
Sin embargo, el tiempo ha hecho verdadera mella y ha conseguido que se perdiera el contacto que muchos tenían, las circunstancias sociales impedían hasta hace poco, la divulgación de la doctrina. Esto ha hecho que los grupos sean escasos, o si bien los hay numerosos, que no tengan unas líneas muy definidas por su juventud. Por ello, es ante todo necesario, el formar y unificar grupos con líneas claras de actuación, para ello, pudieran humildemente servir, las que hemos esbozado en esta ponencia.
Pero al mismo tiempo, el contacto y la convivencia de unos con otros nos debe servir de mucho; no sólo para conocernos, sino para intercambiar experiencias, problemas, soluciones, a fin de que podamos unificar criterios y marchemos unidos hacia la meta común.
Sabemos que compartimos los mismos ideales, no obstante, nuestra forma de hacer las cosas puede variar, porque variados y diferentes somos unos de otros, esto, no puede ni debe ser un obstáculo para la unificación, sino un aliciente más, que aporte un mayor acervo de experiencias y maneras de hacer las cosas. De esta forma, tendremos más opciones, a la hora de decidir, qué es lo más correcto y cómo debemos ponerlo en práctica. Para ello deberemos fijarnos en los resultados; indudablemente, una idea que vaya avalada por resultados comprobables y altamente satisfactorios, será más digna de tomar en cuenta, que no otra, que manifieste pobreza a la hora de los logros conseguidos.
Otro obstáculo, que pueda impedir la unificación, podría ser nuestra falta de humildad; si creemos que nadie nos vaya a enseñar nada y que lo nuestro es lo mejor, difícilmente podremos aceptar nada que venga del hermano de al lado y que esté demostrando que es algo más práctico, real y beneficioso de lo que nosotros tenemos. Por ello, debemos ya, de una vez por todas eliminar el orgullo de nosotros para, con una mentalidad libre y analítica, poder asimilar y aceptar como propias, aquellas ideas que contribuyan al engrandecimiento de la doctrina y del Espiritismo Español.
Una vez estemos en este camino de unificación, es deber importante para nosotros, el cumplir con la responsabilidad que tenemos adquirida. Para eso, debemos concienciarnos de la misión a realizar y olvidándonos de todo tipo de prejuicios—que nos limitan en nuestra actuación— pasar a divulgar la doctrina amplia, valiente, honrada y eficazmente. Nuestro ejemplo corroborará que el espiritismo es la doctrina que necesitan en estos momentos la humanidad y los españoles podremos colocarnos a la altura de nuestros hermanos espiritas de otros países.
La unión que pretendemos conseguir, debe ser, en todo momento, realizada bajo nuevos criterios que amplíen y engrandezcan la aportación del Espiritismo Español al Espiritismo Mundial, y que borre para siempre la nefasta imagen que tiene de él la sociedad española.
No nos quepa duda de que si nosotros, materiales, ponemos todos los esfuerzos necesarios para conseguir esta unión, desde lo Alto recibiremos, no sólo ayuda espiritual, sino la complacencia del Padre, que verá con satisfacción que su excelsa voluntad está siendo cumplida.