Si en 1.889 se celebró el primer Congreso Espiritista y Espiritualista en París, con notable éxito y transcendencia, en 1.900 se volvió a realizar nuevamente otro acontecimiento de tal magnitud, obteniéndose un resultado quizás más sobresaliente que el primero, en tanto que representó un nuevo paso dentro de la
divulgación espiritual y, sobre todo, para la unificación de ideas entre personas con distintos puntos de vista.
divulgación espiritual y, sobre todo, para la unificación de ideas entre personas con distintos puntos de vista.
Ante este conocimiento, es necesario hacer mención que en el Congreso de 1.889 no se habló de la existencia de Dios en las sesiones públicas, como consecuencia de un acuerdo preliminar tomado por consideración a los científicos. Esta concesión no dió los resultados esperados, por lo que hubo necesidad de afirmar en este Congreso la existencia de Dios, ya que en determinados momentos se tildaba al Espiritismo de ateo.
Asistieron al mismo, representaciones de las siguientes naciones: Alemania, Argentina, Bélgica, Colombia, España, Estados Unidos, Francia, Holanda y Rusia. La única Federación Nacional que tomó parte activa fue «La Espirita Kardeciana» de Cataluña, presentando varias proposiciones, que fueron defendidas brillantemente por sus delegados J. Esteva y Angel Aguarod, que fueron objeto de diversas manifestaciones de entusiasmo por parte del público asistente.
Igualmente, los Sres. García Gonzalo, Víctor Mencior, Quintín López y Augusto Vives, presentaron varios temas sobre la evolución, la reencarnación y la existencia de Dios.
En este Congreso, hubo interesantes intercambios de opiniones acerca de dos amplios temas bien definidos: la reencarnación y la existencia de Dios. Estas dos grandes verdades, base de la Doctrina Espirita, fueron defendidas con gran esfuerzo y entusiasmo por León Denis, Gabriel Delanne y Encussa (Papus), llegando al reconocimiento de que existe algo supremo e inmaterial que inteligentemente ha creado todo lo que circunda a nuestro alrededor.
Todas las exposiciones que se ofrecieron fueron de gran calidad, resaltando en todas el factor de la razón y el discernimiento. El trabajo desarrollado en la duración de este Congreso, consiguió plasmar una imagen limpia y nítida de lo que es el Espiritismo en toda su magnitud, matizando los diversos conceptos que dan forma y consistencia a la Doctrina.
Las conclusiones aprobadas por unanimidad fueron las siguientes:
- Reconocimiento de la idea de Dios. Inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas.
- Pluralidad de mundos habitados.
- Inmortalidad del alma, sucesión de sus existencias corporales sobre la tierra y otros globos del espacio.
- Demostración experimental de la sobrevivencia del alma humana por medio de la comunicación medianímica de los espíritus.
- Condiciones felices o desgraciadas de la vida humana, según los estados anteriores del alma, de sus méritos o deméritos y de los progresos que deba cumplir.
- Perfeccionamiento infinito del Ser. Solidaridad y fraternidad universal.
Estos conceptos que se expusieron y dieron lugar a un acuerdo unánime, no sólo significaron una circunstancia precisa que permitió la interrelación entre personas con un mismo sentimiento, sino también el medio propicio para estudiar y buscar juntos, nuevas planificaciones que sirvieran de base para la apertura de otras perspectivas de trabajo más extensas y prometedoras.
Y para concluir este breve recordatorio de lo que conllevó este Congreso, es necesario mencionar que al finalizar la realización del mismo, la Sociedad Francesa de Estudios de los Fenómenos Psíquicos quedó encargada de preparar un nuevo Congreso en 1.911. Creemos con sinceridad, que este hecho fue una magnífica conclusión a la que se llegó, ya que en ella se veía la ilusión y la constancia de unas personas que se esforzaron por hacer mejor todo lo concerniente a nuestra existencia humana.
REDACCIÓN