El vocablo «aura» es usado para denominar el halo energético o fluido electromagnético luminoso, emanado de todos los cuerpos, en diverso grado de intensidad, según la energía electromagnética que del cuerpo se desprende e irradia.
Aun cuando en este tema vamos a referirnos al aura humana, cuyo fenómeno, en sus diversas manifestaciones, puede ser apreciado solamente por algunas personas con la facultad de videncia psíquica desarrollada, y conocido desde muy antiguo, y cuya realidad no ha sido admitida por la ciencia oficial de los países del Occidente; necesario es conocer que este fenómeno es conocido desde muy antiguo, y desde el siglo pasado viene recibiendo la atención de algunos científicos que vienen penetrando en el estudio de la Naturaleza, en cuya investigación se destacó el químico y físico alemán, barón Karl L. Reichenbach, quien le denominó «fluido ódico».
Pero, lo verdaderamente sorprendente para la ciencia oficial, es poder apreciar visiblemente y fotografiar ya, dicho fenómeno o aura de los cuerpos, mediante unas cámaras fotográficas especiales de alta potencia eléctrica. Y nada menos que en la Rusia materialista, el investigador Semyon Kirlian y su esposa Valentine, han perfeccionado un aparato eléctrico, conocido hoy como «Cámara Kirlian», por medio de la cual pueden ser fotografiadas en su propio color, esas irradiaciones fluídicas de los cuerpos, con asombro de los escépticos. Muchos son ya los laboratorios físicos en los diversos países que están perfeccionando ese aparato o cámara fotográfica, y estudiando ese fenómeno. Según fotografías obtenidas y filmaciones ya divulgadas por la televisión, puede apreciarse fácilmente que el aura en si misma es una emanación, un efluvio de los cuerpos, emanada de su energía electromagnética, en concordancia con su grado de vibración.
Por lo expuesto, puede tenerse como verdad, que todo cuerpo tiene su aura, aunque en diverso modo y tonalidad. Pero, como el objeto de este tema es conocer los diversos aspectos del aura en relación con la persona humana, pasemos a analizar los mismos. En la persona humana, son tres los aspectos aúricos a considerar:
- – El físico orgánico y vital etérico, que reflejan la llamada aura de la salud, explicada en temas anteriores.
- – El aura psíquica generada por el cuerpo psíquico.
- – El aura espiritual o ego.
Como es sabido, el cuerpo físico del ser humano, está compuesto por trillones de unidades celulares, que vibrando están constantemente, y cuyo halo electromagnético, unido al aura del cuerpo vital descrito, forman la llamada aura de la salud; porque, en sus tonalidades cromáticas, está reflejada, la buena o mala salud de la persona. Este aura puede ser vista por psíquicos videntes, dedicados generalmente a las soñaciones, y algunos de estos videntes pueden ver el interior del organismo, examinar los órganos internos y diagnosticar la enfermedad o dolencia; para lo cual necesitan algunos conocimientos de anatomía y fisiología, a fin de poder diferenciar. Asimismo, necesitan conocer el significado de los colores del aura del cuerpo vital.
Ha sido probado, por observaciones, que la enfermedad se refleja en el aura del cuerpo vital, antes de que se haga sentir en el órgano del cuerpo físico. Y puede verse en ese aura, las manchas amoratadas oscuras alrededor del órgano afectado, indicando alguna alteración en el campo magnético del órgano que se está produciendo, cuando la enfermedad es inminente.
Independiente de ese aura del doble etérico o cuerpo vital, está el aura del cuerpo psíquico, que es más intensa; y cuya tonalidad cromática está en relación a los estados afectivos de la persona (sentimientos), asi como los pensamientos y deseos. Aura de conformación ovoide, que circunda el cuerpo de la persona, y tiene una extensión de unos 10 a 50 centímetros, siendo más luminosa en la parte superior del cuerpo.
Como este aura refleja los sentimientos y pensamientos, así como los deseos y emociones humanas, está en constante variación de tonalidades cromáticas; por lo que no se puede tomar como base en el estudio del carácter de una persona, aunque sí, como conocimiento y estudio de sus reacciones y condición humana. Son muchos los psíquicos videntes que pueden apreciar este aura del cuerpo psíquico.
Independientemente también existe, o está en toda persona, el aura espiritual o del Ego de cada cual, que es más sutil y de mayor intensidad. Ésta es más brillante que las anteriores, ya que refleja el aspecto espiritual propiamente, con tonalidades fijas, esto es, no cambiantes como el aura psíquica, en la cual influyen los estados afectivos de la persona. Y la intensidad de su reflejo está en relación con el grado de evolución del Espíritu que anima la vida de esa persona.
Y aquellos clarividentes que pueden percibir este aura, que son pocos, si conocen el significado de sus colores, pueden apreciar el grado de inteligencia, pureza y amor, asi como el grado de fortaleza, sabiduría y espiritualidad de las personas.
Y este aura espiritual, es la que es visible o puede ser vista por los seres espirituales de los Planos Superiores, que pueden también conocer bien la condición y adelanto espiritual.
En algunas personas, puede extenderse en un radio de acción de muchos metros; pero, siempre en concordancia con el grado de evolución del Espíritu.
Hay referencias de que, el aura de Sidharta Gautama -el Buda- y la del sublime Maestro Jesús de Nazaret, se extendía más de cuatro mil metros; y que cuando iba a pasar por un determinado lugar, ese lugar o pueblo era influenciado por su aura benéfica. En las personas brutas o malvadas, este aura espiritual es reducidísima, apenas existe visible, debido a la falta de acción vibratoria de su espíritu, por su poco desarrollo aún y adormecido por las vibraciones negativas producidas por su bestialidad o maldad.
El aura de cada persona se refleja en colores que le circundan, con más intensidad en la parte superior del cuerpo. Y la tonalidad está en consonancia con la condición psíquica-espiritual, que es la tonalidad básica; y que es la atmósfera magnética que percibimos de las personas en nuestras relaciones humanas, y que produce esa atracción o repulsión, que mucha gente no sabe explicar el porqué.