(viene del nº anterior)
ENVIDIAS.- Y, ¿qué decir de la envidia? Que es la más tonta de todas las imperfecciones y pasiones humanas; ya que, sin dar nada, quita hasta la tranquilidad de quien se deja invadir por ella. Alguien dijo: «La envidia es un vicio sin deleite, que atormenta cuando se disimula y desacredita cuando se conoce».
El envidioso anhela todo aquello que en los demás puede ser motivo de ventura, alegría o bienestar, y sufre al ver a otros en el lugar que él no puede estar o no le corresponde.
- en algunos, este sentimiento negativo llega a un grado tal, que viven atormentados al punto de desear mal a quienes son motivo de su envidia.
Si alguien pudiere sernos motivo de envidia por sus cualidades personales o condiciones ventajosas, no le envidiemos, porque en nada nos beneficiará este sentimiento y sí nos perjudicará. Tratemos de emularle y superarle con fines nobles, pero no envidiarle. Pues, la envidia no ofrece ventaja alguna ni satisfacción, y solamente sufrimiento y perjuicios. Porque, el envidioso gasta energías psíquicas que, bien orientadas, podría serle de mucho provecho y bienestar.
A este respecto, concluiré con una frase o pensamiento de Miguel de Cervantes Saavedra, reflejado en su magnífica obra «El Quijote» que reza así: «¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho, traen un no se qué de deleite consigo; que el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias».
ACCION DESARMONIZANTE.- Una mente turbada por la acción desarmonizante de los celos o envidias, así como por el rencor, malquerencias, etc. es una mente perturbada, carente de paz y tranquilidad.
¿Y cómo evitas que esas rémoras, hijas del egoísmo, no entren y se posesionen de nosotros? Pues sencillamente, observando y analizando nuestros pensamientos y sentimientos, a fin de identificarlos.
- de inmediato, rechazar todo sentimiento que pueda ser motivo de celos, envidias, malquerencias, etc.; pues, demostrado está por la psicología experimental que, todo pensamiento y sentimiento que no se alimenta, se debilita y muere por inanición.
Sólo amando podremos comprender las flaquezas humanas; sólo amando podremos comprender que los celos, envidias, rencores y malquerencias, son producto del egoísmo, que es carencia de amor. Vibremos en amor y comprensión hacia quienes puedan ser causa o motivo de celos, envidias, rencores, etc.; si no queremos ser víctimas de las consecuencias dolorosas, de los estragos que en la psiquis esos sentimientos ruines producen, convirtiendo la vida en un tormento.
(continuará)
SEBASTIAN DE ARAUCO