Siempre estuve convencida
de que el ser no busca, encuentra:
todo lo tiene ya escrito,
todo apuntado en su cuenta.
Nuestro encuentro en los “encuentros”
ya estaba planificado
que un día en esta existencia
habríamos de encontrarnos.
Y aquel día en los “encuentros”
nuestras almas se juntaron
para darle cumplimiento
a lo que otrora firmamos.
Y nos quedamos unidos
en sentimientos fraternos:
Amor por Dios bendecido
porque es sincero y eterno.
Mi alma no es solo mía:
con vosotros la partí;
no seréis solo un recuerdo;
ya formáis parte de mí.
Mi cuerpo se va agotando,
su tiempo se va cumpliendo;
no sabemos cuándo acaba,
mas sí: se va consumiendo.
Y cuando llegue el momento,
cuando se cierren mis ojos,
con los ojos de mi alma
reflejaré vuestros rostros.
Y en otras noches fraternas
entre diciembre y enero,
vuestra hermana María Luisa
vendrá a deciros: ¡Os quiero!
Maria Luisa Escrich
(Guardamar, noviembre de 2016)