VIDA ACTIVA

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   La Vida es actividad. Sin actividad la Vida se transforma en algo penoso, en algo hasta doloroso y sin alternativas.
 Fundamentalmente, crecen las fuerzas que nos mueven a buscar la actividad, a medida que comprende­mos más y mejor los distintos aspectos que hacen a una verdadera vida, a una existencia de provecho, que no sólo dejamos transcurrir e intentamos pasar con las menores dificultades y padecimientos.
  Cuando vamos comprendiendo la importancia de vivir y contribuir con propios esfuerzos al bienestar de otros, vamos cambiando fundamentalmente nuestra forma de vivir, porque ya no se trata de transcurrir, se trata de participar, se trata de compartir, se trata de mirar más allá de nuestra propia conveniencia y bien pasar. 
  Comenzamos entonces a descubrir los valores ocultos de vivir, más allá de sobrevivir; de existir con un renovado motivo de ser; de levantarnos cada día con la expectativa nueva, consoladora y renovadora de nuestra naturaleza íntima, de poder prestar un servicio mediante una acción esforzada. 
  Vamos viviendo, y vamos aprendiendo a vivir; a vivir con un panorama de cosas nuevas, ya no nacidas de la vacuidad de una distracción en la que matamos el tiempo, vacuidad que muchos llaman vivir. 
  Vivir es tener la renovada expectativa de la actividad, pero no una actividad que nos evada de las preocupaciones y de los padecimientos, sino una actividad que nos enfrente a las difíciles situaciones de existir y nos permita mirar de frente a la adversidad y considerar las dificultades de otros como propias. 
CARLOS MANCO
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