Muchas veces meditamos
el porqué de nuestra vida,
buscando en vano respuesta
a los problemas del día.
Miramos alrededor
y vemos sólo injusticias,
sin encontrar solución
a todas nuestras desdichas.
Pensamos que Dios no existe
que es un mito la Verdad,
que por más que trabajemos
nada podremos cambiar.
Y entonces nos rebelamos,
nos invade la apatía
no hacemos caso de nadie
y perdemos la alegría.
Luego recapacitando
por encontrar la salida,
achacamos a los otros
que nos complican la vida.
Y seguimos preocupados
con los problemas del día,
sin encontrar solución
a todas nuestras desdichas.
¿Pero acaso es tan díficil
vivir en paz y armonía?
¿O será nuestro egoísmo
que nos confunde y desvía?
¿No serán nuestros defectos,
nuestra manera de obrar
que entorpecen nuestros pasos
y dificultan nuestro andar?
Es esta una reflexión
que deberíamos hacer
cada vez que la conciencia
repruebe nuestro proceder.
Debemos pues comprender
que esta no es la solución,
pensando siempre en nosotros
aumenta nuestra aflicción.
¿Por qué no probar entonces
a pensar en los demás,
alejando de esta forma
para siempre nuestro mal?
De eso se trata, ¡¡de «AMAR»!!,
sin pensar en uno mismo
limpiaremos el camino
ayudando a los demás.
Y así poder progresar
ya que antes no lo hicimos,
recorriendo en poco tiempo
el camino que elegimos.
No es así de complicado
como nosotros lo hicimos,
hasta que nos propongamos
cumplir con nuestro destino.
Compromiso que hemos hecho
al tener que reencarnar,
estando ya en los momentos
de poderlo realizar.
LUIS MARTÍNEZ