REENCARNACIÓN

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CICLOS DE REENCARNACIÓN
Cuando el Espíritu ha llegado ya a un grado medio de evolución, como en el que se encuentran los sectores más inteligentes de nuestro conglomerado humano y aquellos que ya están vibrando en amor y actuando en la práctica del bien; sienten la necesidad de progreso, de proseguir en la realización de la tarea comenzada en el ayer e interrumpida por la muerte.

Después de una larga estadía en el plano extrafísico, los seres ya más evolucionados sienten grandes ansias de progreso renovador, por verse inhabilitados, además, a ascensiones mayores; y entonces renuncian a esa vida maravillosa de su habitat y deciden volver de nuevo a la lucha, en la cual algunas veces sucumben por no haber medido bien sus fuerzas. Conocen las vicisitudes que habrán de pasar en la nueva vida de la carne; pero, el deseo que sienten de volver al plano físico, a pesar de los esplendores de la vida maravillosa en que se encuentran, les hace decidirse. Es una fuerza interna que les impele a volver, es la Ley de Evolución que presiona sobre el Espíritu. Podemos comparar este fenómeno a lo que acontece al individuo emprendedor que, teniendo la certeza de los sinsabores que una nueva empresa le reserva, se siente atraído a ella, renunciando a ciertas ventajas que la vida tranquila y del hogar le ofrece.

La falta de armonía y de frivolidad en que viven de ordinario los matrimonios, son un impedimento para que espíritus superiores encarnen en mayor número en nuestro mundo. A veces sucede que encarnan en ambientes que luego les resultan tan asfixiantes y pesados que se resienten y a veces no resisten, volviendo al espacio sin haber podido desarrollar su programa de realizaciones, su destino.

Los muy evolucionados, cuando encarnan en ambientes rudos, sufren mucho, especialmente en la infancia, debido su a su mayor sensibilidad. Se dice que viven en la luna, por su tendencia a la ensoñación.

Las inteligencias avanzadas, bajan a encarnar en los planos físicos solamente en misiones especiales, a fin de contribuir al adelanto de las humanidades, y muy especialmente a colaborar en la obra de los mesias. Comoquiera que su tónica vibratoria es muy sutil, buscan y rebuscan, y eligen con gran cuidado la familia que ha de albergarles en los primeros años de su vida física; no en cuanto a fortuna y posición social, sino en cuanto a las condiciones espirituales y morales de los que serán sus padres. Esta elección, aparte de llevarles tiempo, deben hacerla con relación al programa o actuación que quieren desarrollar, a fin de no encontrarse después con tropiezos y dificultades insalvables que les expongan a un fracaso lamentable. Y todo espíritu ya más evolucionado, planifica un programa antes de nacer, de enmiendas y realizaciones a desarrollar, de acuerdo con su necesidad evolutiva y su capacidad. Y esta necesidad y capacidad varían en cada ser, lo que es fácil apreciar en la enorme diversidad de destinos humanos. Y aquellos que traen misiones de más responsabilidad, planifican con mucha antelación su destino.

Necesario es aclarar que, en las primeras fases de la etapa humana, el individuo poco evolucionado no está aún capacitado para escoger su propio destino humano, y encarna dirigido por inteligencias directrices del progreso humano, en concordancia con su necesidad evolutiva y su capacidad de realización; pero nunca contra su voluntad.

Al llegar aquí, pienso que más de un lector preguntará: entonces, ¿de dónde salen tantas almas, si la población humana de nuestro mundo esta aumentando considerablemente Y aquí responderé a muchas preguntas recibidas por la primera edición de esta obra.

1. En los diversos planos del astral superior y del inferior, hay una población entre 18 a 20.000 millones de almas o seres desencarnados (según versiones recibidas de Lo Alto), de los cuales muchos están preparados y preparándose para encarnar; y entre los cuales hay gran número desesperados por salir de su terrible condición y dispuestos a aceptar un cuerpo físico por tarado que sea.

2. Cada ciclo planetario hay transmigraciones de un mundo a otro, con el objeto de limpiar de espíritus perturbadores a los mundos que van alcanzando cierto grado de progreso; como va acontecer ya en nuestro mundo, de donde será expulsada toda la maldad humana a mundos inferiores salvajes. Son los citados en el Apocalípsis de Juan Evangelista, como los de la izquierda de Cristo. Y estos desterrados (en espíritu) a mundos de civilizaciones primitivas, mucho sufrirán, pero también contribuirán al progreso de esas civilizaciones salvajes de esos mundos.

Concluiremos nuestra exposición con lo siguiente: mientras el alma no vibre en AMOR, mientras no amemos a nuestros semejantes como nos amamos a nosotros mismos, estamos destinados a proseguir la cadena de las reencarnaciones terrenas. Pero ¡ay de aquellas almas ruines y ciegas que practiquen la maldad y siendo causantes de sufrimientos! ¡Ay de los que exploten la ignorancia humana! Porque hemos llegado, estamos ya en el final de los tiempos, y ya no podrán volver a encarnar en este mundo nuestro, sino que serán llevados a encarnar y vivir, durante milenios, en alguno de los mundos más atrasados que el nuestro, entre los que hay una vida bestialmente salvaje y cavernaria, y en donde añorarán (desde lo profundo de sus conciencias) el (paraíso perdido), de este mundo nuestro del cual se verán separados.

SEBASTIAN DE ARAUCO

Nota: Publicado en Amor paz y caridad Nº 12 Julio 1983 del libro «3 enfoques sobre la reencarnación»

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