Cada alma humana conserva su característica sexual intrínseca. Sigue sintiéndose como mujer o como hombre, según cual haya sido; con los mismos gustos y tendencias, ya que el alma no cambia (mentalmente) con el simple tránsito a la vida espiritual.
El sexo en la reencarnación, está supeditado a la necesidad de progreso espiritual del ser reencarnante, y general-mente se efectúa en el mismo sexo durante un número de veces NO prefijado, sino cuando ello es necesario para un mayor progreso del Espíritu y de acuerdo con el programa a realizar o destino en cada nueva vida.
Como el Espíritu tiene que pasar por todas las experiencias a fin de adquirir la sabiduría que el mundo pueda ofrecerle, llega un momento de su vida inmortal, que necesita ensayar, que necesita vivir la vida del sexo opuesto.
Entonces se efectúa el cambio, en el plano astral, mediante la ayuda de guías espirituales superiores, colaboradores en la obra divina de progreso de la humanidad. Para ello, necesita condicionar, con los fluidos del alma reencarnante, el molde fluídico o periespiritual que da forma a los elementos celulares, fijando el sexo, según fue explicado al tratar del proceso reencarnatorio, y situándolo en el vaso uterino de la que va a ser la madre (ésta en estado de sueño), a cuyo molde o modelo dínamo-espiritual van uniéndose, por atracción, las moléculas orgánicas en el proceso de gestación, hasta completar la formación del feto.
Aun cuando esta tesis no está admitida por la ciencia oficial todavía, ya que el sexo del feto es atribuido a la influencia de los cromosomas sexuales (X-Y); otras fuentes del conocimiento sostienen que el sexo es fijado ya en el molde fluídico del reencarnante.
Naturalmente que, el psiquismo de la nueva personalidad sufre, en grado mayor o menor, el cambio de sexo cuando éste se efectúa; según sea también su grado de evolución.
De aquí que, presenciemos con alguna frecuencia, ciertos casos de mujeres con ademanes varoniles y hombres con ademanes femeniles, a más de otras anomalías, tales como aversión al sexo opuesto, afición al propio sexo y otras más, que son consideradas como psicopatías congénitas por los psicólogos y psiquiatras. Y esta aversión al sexo opuesto, es la que produce el mayor número de célibes voluntarios.
La energía del sexo es de origen psíquico. Y esa energía psicogenética, genera cargas magnéticas de atracción hacia el sexo opuesto, en relación al grado de energía propia, la cual es necesario controlar.
En este sentido, nuestros deseos y pasiones crean sentimientos y pensamientos que salen, se proyectan hacia el espacio en forma de vibraciones (ondas electromagnéticas) y que, por ley de afinidad, se unen y atraen unas con otras de la misma naturaleza.
Por tales motivos, a quienes la muerte física sorprende con esos deseos groseros, así como odios y otras pasiones, corren el riesgo de ser atrapados por entidades perversas al traspasar el umbral de lo desconocido.
De aquí la necesidad de superar voluntariamente estos aspectos negativos, que tanto retardan el progreso espiritual del individuo.
La vejez, establecida por las leyes sabias de la Vida, esa fase de la vida tan temida por algunos, viene a desempeñar esa importante función de debilitamiento del sexo, a la vez liberadora del deseo sexual, con su función neutralizadora de las fuerzas psicogenésicas.
Nota: Publicado en Amor paz y caridad Nº 20 febrero 1984 del libro «3 enfoques sobre la reencarnación»