Puerta equivocada
Queremos abrir las puertas
que se nos cierran, y entrar;
se nos ofrecen abiertas
y no queremos pasar.
Así ocurre con el alma:
llama alocada a las puertas,
clamando felicidad
a puertas que están cerradas.
Hace siglos, el Maestro
las abrió de par en par
mostrándonos generoso
cómo poderla encontrar.
Pero era duro el trabajo;
había que renunciar
a lo que al cuerpo apetece,
y nos negamos a entrar.
Han pasado veinte siglos,
pero seguimos igual,
llamando a puertas cerradas
clamando felicidad.
Y la seguimos buscando
en el sitio equivocado,
aun sabiendo dónde está.
Puerta equivocada por: Mª Luisa Escrich
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