MARCEL JOUHANDEAU

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Marcel Jouhandeau

«Como no tenemos nada más precioso que el tiempo, no hay mayor generosidad que perderlo sin tenerlo en cuenta.«

Marcel Jouhandeau

 Esta frase del escritor francés nos debe hacer reflexionar acerca del valor del tiempo; cómo lo empleamos y en qué.

          En principio, repasemos nuestros quehaceres diarios; todos los trabajos que conforman nuestra vida normal, y una vez cumplidos, veamos qué tiempo nos han ocupado y cuánto nos queda. Hemos tenido en cuenta lo que necesitábamos, y o que nos queda ¿cómo podemos emplearlo? Es más, ¿queremos hacerlo? Hay múltiples formas de hacerlo si tenemos voluntad, y la más hermosa de todas ellas es «perderlo sin tenerlo en cuenta» ayudando a los demás… siempre que estemos en condiciones. Nunca podremos dar lo que no tenemos. ¿Qué hacer, pues, con nuestro tiempo? Leer, escribir, meditar, estudiar, orar… Cualquiera de estas tareas está supeditada a nuestro estado físico, no siendo así la oración y meditación. Ésta última nos puede conducir a un conocimiento casi completo de nosotros mismos, si nos atrevemos a descubrirnos tal y como somos en realidad, sin objeciones y aceptando nuestra idiosincrasia.

          «Perder el tiempo sin tenerlo en cuenta» con el estudio es una hermosa manera de «perderlo». El estudio nos lleva directos al conocimiento y a comprender muchas cosas, y esa comprensión nos permite ir concibiendo una cierta sabiduría que se va incrementando a medida que vamos empleando nuestro tiempo. Llegado este momento, me viene a la memoria una frase de la profesora de arte inglesa Sorcha Carey, que dice: No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir.   

          Es una frase muy acertada. A lo largo de nuestra existencia hemos usado nuestro tiempo en adquirir los conocimientos que nos iban a permitir la subsistencia durante muchos años, y durante todos esos años ha sido él, el tiempo, nuestro azote. Y cuando los años pasan y nuestras ocupaciones cesan por un natural cansancio, miramos hacia atrás y comprobamos cuánto de esclavos hemos sido del tiempo, y ahora no sabemos qué hacer con él… Es este el momento de darle todo su valor. Podemos, por ejemplo, saber que el tiempo es un hermoso don que Dios nos otorga para nuestro desarrollo, tanto material como espiritual: que el tiempo se encarga de colocar todo en su sitio; que con el tiempo aprendemos a valorar las cosas, y nos otorga la ocasión de hacernos ver si lo hemos empleado bien en lo cotidiano  y si hemos sabido «perderlo» cuando nos era excedente.

          He apuntado que el tiempo nos permite adquirir cierta sabiduría para calibrar nuestra capacidad para aceptar los cambios que el propio tiempo nos condiciona; cambios físicos y mentales.

          Comencé esta reflexión con una frase pronunciada por una persona que logró ese rasgo de sabiduría que solo se adquiere con el «tiempo». Finalizo con otra frase del poeta y dramaturgo francés Pierre Corneille:

             El tiempo es un gran maestro que arregla muchas cosas.

Marcel Jouhandeau por: Mª Luisa Escrich

                                          Marcel Jouhandeau por: Mª Luisa Escrich

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