LA VIDA EN EL MUNDO TERRENAL

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2000

La vida en el mundo terrenal es la manifestación de la Divinidad. Manifestación en las múltiples formas visibles e invisibles para nosotros los humanos. Todo es vida en las múltiples y diversas manifestaciones y aspectos, en constante proceso de evolución.

La vida del espíritu es una sola desde su génesis, pero diversas son también sus manifestaciones: ya en el mundo espiritual, ya en el mundo psíquico, ya en el mundo físico en las diversas personalidades, que son aspectos y actividades diferentes de la vida del ser espiritual, y éstos concordantes con su necesidad de evolución.

Mucha gente, en su atraso evolutivo, en su ignorancia de las leyes de la vida, desconocen el objeto de la vida como humanos, y sólo aspiran a pasarlo bien. Una grandísima mayoría de la humanidad de nuestro mundo, desconoce el objeto verdadero de la vida humana. Ignora para qué está aquí, de dónde viene y hacia dónde va, y se contenta con vivir lo mejor posible, considerando su existencia actual como única y verdadera, por lo que la vemos correr tras el espejismo de los placeres y haciendo oídos sordos a la «voz» de su conciencia, con lo cual se aparta del verdadero objeto de su vida presente.

Porque, como bien conocemos ya, toda manifestación de vida tiene un objeto, y la vida humana en el mundo físico tiene un objeto bien definido, cual es el progreso del Espíritu; objeto que, todos y cada uno de nosotros debemos tener siempre presente a fin de no desviarnos.

Por desventura, la humanidad de hoy se siente atraída hacia las cosas materiales que el adelanto de la técnica ha creado, y se deja absorber por esa atracción, acostumbrada como está a obedecer al «yo» inferior, sin escuchar al «yo» superior, que hace esfuerzos por avanzar hacia las excelsitudes del amor y la felicidad reales.

Ignorante de su realidad espiritual, de su propia verdad, la sociedad humana de hoy limita la vida a lo tangible. Y buscando la felicidad en el placer de los sentidos, va creando necesidades artificiales, terminando por convertirse, inconscientemente, en esclava de las mismas. Y así, alejándose del verdadero camino, se imposibilita para disfrutar de las maravillas que la vida, en su aspecto superior, ofrece.

Muchas de las personas notan en sí, en su íntimo, un ansia de superación, de apartarse de la vida que llevan, en la cual sienten un vacío que no alcanzan a comprender. Sensación ésa, que es la manifestación del espíritu que ansia realizar el objeto para el cual ha encarnado. Pero, no siempre la persona que recibe esa sensación del espíritu está dispuesta a renunciar y desprenderse de las cosas a las que el ego inferior humano está apegado.

Porque, como sabemos ya, en toda persona hay dos tendencias, más o menos acentuadas: una hacia lo superior, que es manifestación del YO espiritual, hacia el bien, hacia el amor fraterno, generadores éstos de armonía y dicha interna; otra tendencia hacia lo inferior, que es el mayor obstáculo para el progreso del espíritu, y por ende causa de sufrimientos.

Cuando conozcamos y tomemos conciencia de que la vida humana no es un fin sino un medio para el desarrollo de las facultades del espíritu, que es la realidad permanente más allá de la vida física, tengamos por cierto que nuestro mundo será diferente. Y es nuestra obligación contribuir a ese nuevo estado de conciencia.

Porque la ignorancia es la causa primera de todos los errores que el ser humano comete. Y que, aun aquéllos que su conciencia, por medio de sensaciones, les advierte del error, ignoran las consecuencias de la acción del mismo puede ocasionarles. Por ello, tan necesario es divulgar el conocimiento a las gentes, cada cual en su medio ambiente circundante.

Todo aquél que adquiere el conocimiento de las verdades transcendentales adquiere la responsabilidad de ponerlo en práctica, para que su vida humana sea más armónica y feliz, así como también la de divulgarlo, a fin de contribuir a la liberalización de la ignorancia y al progreso de los demás, con lo que indirectamente está contribuyendo a su propio progreso.

Comprendemos que ésta no es tarea fácil, como fácil tampoco es la superación de las imperfecciones que arrastramos por siglos y siglos, y que son la causa de las vidas dolorosas en los mundos físicos y sufrimiento en la vida del astral; vidas y sufrimientos ésos que el Eterno Amor, por medio de sus Leyes sabias, nos evita el dolor de recordar. Pero, conociendo ya que el progreso es ley de vida, y que para progresar es indispensable la superación de las imperfecciones y vivir dentro de la Ley del Amor, como enseñó el sublime Nazareno, fácil nos será comprender la necesidad de orientar nuestra vida dentro de esa norma de conducta.

SEBASTIÁN DE ARAUCO

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3 COMENTARIOS

  1. Curioso resulta leer la palabra «génesis» sabiendo que desprecia las enseñanzas del cristianismo, tildándolas de falsas, ignorantes y fruto del oscurantismo.
    Permitame, estimado señor, decirle que sus enseñanzas no son más que un amasijo de creencias tomadas de por aquí y por allá, junto a cosas que sacó de su manga.
    Si Ud. no tiene el suficiente discernimiento de entender algo, no recurra a la descalificación, pues tarde o temprano sus errores se verán a simple vista y a la distancia.

    • Con total deferencia hacia vd. me tomo la libertad de responderle, ya que el autor de este artículo falleció hace algunos años. Dios sólo hay uno y es único, eterno, inmutable, perfecto, suprema justicia, bondas y sabiduría. Es la causa primera e inteligencia suprema. Otra cosa muy distinta es que nosotros, los humanos, en nuestro infinito orgullo y arrogancia queramos comprender y definir a Dios. Esto es algo imposible, pues nuestro atraso moral y la distancia que nos separa de él es tan grande que los adjetivos que yo mismo he empleado son un pálido reflejo. A Dios lo podemos conocer por sus efectos, pero difícilmente lo conoceremos en esencia a no ser que lleguemos a la angelitud. En cuanto al génesis y al cristianismo, creo interpretrar que Sebastián no se refiere al Cristianismo primitivo que predicó Jesús, sino a las interpretaciones de las Iglesias, la Católica, las protestantes, ortodoxas, etc.; todas ellas cristianas pero también muy alejadas del auténtico sentido del mensaje de Jesús que han ido desvirtuando con el paso del tiempo merced a los intereses de aquellos que las han sustentado. O acaso cree vd. una actitud cristiana la iquisición,o la misoginia religiosa de muchas de estas religiones, por poner un ejemplo.
      El autor no descalifica en ningún momento, solo pone en evidencia la cortedad de los postulados religiosos anclados en el fanatismo y el dogmatismo religioso que cercenan la libertad de pensamiento y han sido causa de persecuciones y sufrimientos inmensos en la historia de todas las religiones hacia aquello que han discrepado de la ortodoxia marcada por los hombres, aunque el mensaje de su fundador sea únicamente un mensaje de Amor.
      Aquí no hay ningún amasijo de ninguna creencia, tan sólo debe vd. estudiar un poco de historia, otro poco de filosofía antigua e historia de las religiones y ncomprobará cuan distante se encuentra el mensaje original de Jesús del que hoy nos ofrecen los que se dicen sus representantes en la tierra. Espero haberle contestado, no obstante le agradezco nuevamente su actitud de leer nuestra revista y de emitir una crítica constructiva, siempre que esté en nuestra mano intentaremos responderle. Perdone el retraso.

  2. También me llama la atención que habla de «manifestación de la Divinidad (con mayúsculas)
    Es decir que cree en un único Dios, verdad? Pues muchos charlatanes son muy ambiguos y no son capaces de decir las cosas tal como son y dicen que la » divinidad» puede ser cualquiera o varios maestros ascendido(s) a un plano superior.
    En el fondo dicen cosas que no les consta ni saben a ciencia cierta. Espero que Ud. pueda dar un argumento más maduro.