La siembra
Al mundo que nos espera
cuando este mundo dejemos,
llevaremos nuestra «tierra»
cuando a esa vida lleguemos.
Como haya sido la siembra,
será lo que cosechemos.
Que esa tierra es nuestra alma
que supervive a la muerte,
recobrando nueva fuerza
cuando deja el cuerpo inerte,
después de que en esa vida
forjara su propia suerte.
Por ello debe estar limpia
de toda burda impureza;
trabajando sin desmayo;
sacudiendo la pereza
y dejarla despejada,
librándola de maleza.
La maleza son las faltas
de esta vida y de otras vidas,
y debemos arrancarlas.
Luego de bien rastrillada,
dejando fresca la «tierra»,
de Amor y de Fe sembrarla.
Ese mundo que se anuncia
tan solo se podrá ver
con nuestros ojos del alma;
es demasiado sutil
para poderla mirar
con los ojos de la cara.
Cuando aquí ya no dé fruto
y Dios la llame a su lado,
nuestra «tierra» productiva
de su incansable trabajo
recogerá la cosecha
de aquello que haya sembrado.
La siembra por: Mª Luisa Escrich