Después de todos los artículos anteriores en los que se han ido desarrollando temas puntuales, llegamos ahora a tratar un aspecto que ha tenido especial relevancia en todos ellos, como es la moral que debe acompañar al médium en su apostolado.
Para el médium hay dos aspectos que deben ir siempre respaldando toda su labor, uno es la moralidad, y el otro no menos importante es adquirir una sólida base de conocimientos.
Éstos son los dos pilares fundamentales que pueden sostener con garantías de éxito toda la labor mediúmnica a desarrollar por los médiums, si alguno de ellos le faltase, la balanza no estaría equilibrada y el riesgo a verse envuelto en circunstancias engañosas y nada agradables es muy elevado.
Si el médium está acompañado por una intención noble y desinteresada, cuenta ya por descontado de una buena ayuda y asistencia espiritual que le orientarán desde ese lado a encaminar bien sus pasos, incentivándole a obtener el máximo provecho a su existencia.
No se nos debe pasar nunca por alto que la labor que viene a realizar el médium no se circunscribe únicamente al aspecto mediúmnico, es decir al contacto con el plano espiritual, sino que su contenido es mucho más amplio. El espíritu que pide venir en una existencia con una facultad espiritual, como médium, es ante todo porque desea progresar moralmente y rescatar deudas que contrajo en su pasado, y el medio más rápido que tiene a su alcance es precisamente a través del trabajo que puede hacer con la mediumnidad.
La mediumnidad le reporta al médium un contenido valiosísimo, pues por ella tiene la completa seguridad de que tras la muerte del cuerpo físico, la vida continúa como proceso de perfeccionamiento del espíritu, y conoce a través del estudio de la doctrina espirita el estado en que se encuentran los espíritus en el espacio, que según hayan obrado en sus encarnaciones, así se encuentran.
Por ello, el médium debe comprender de inmediato que ha de aprovechar positivamente su existencia, que al venir con mediumnidad tiene una responsabilidad que cumplir pues al mismo tiempo que es partícipe de un contacto con el plano espiritual, tiene el deber moral de ofrecer un ejemplo sincero a través de su vida diaria de este hecho tan transcendente y significativo, que otras personas no tienen la oportunidad de vivir y experimentar.
El médium, como vemos, cuenta con grandes ventajas porque ya no tiene la duda de si existiremos o no cuando nuestro cuerpo fallezca, por tal razón adquiere la obligación moral de comportarse en su vida diaria de una forma tan limpia y fidedigna que no pueda ofrecer ningún género de dudas o confusión en todas las personas de su entorno. Porque ¿qué podrían pensar aquellos que conviven con él si con su ejemplo no demuestra la convicción que tiene de la existencia de la vida en el mundo espiritual, y de que esta vida es un tránsito en la cual nos preparamos para entrar mejor en esa otra dimensión que es nuestra verdadera morada?
Por tanto, debemos considerar que la auténtica labor del médium no se limita a ejercer su facultad, siendo esto ya de gran importancia, sino que el verdadero trabajo del médium se halla también en su vida diaria, en el comportamiento que ofrezca a sus semejantes, en el modo en que sepa transmitir sus vivencias y experiencias, las cuales deben ser un fiel reflejo de los conocimientos que tiene. La mediumnidad y el contacto con el plano espiritual le aportan al médium infinidad de conocimientos, los cuales no ha de guardar para sí mismo, sino que se le dan para que los analice bien, los estudie y asimile y pueda luego llevarlos a la práctica. Dichos conocimientos están ahí para su evolución moral, asi el médium al mismo tiempo que paga sus deudas pretéritas, o progresa satisfactoriamente, según los casos, evoluciona también moralmente y transmite un ejemplo a los demás que ayuda sobremanera a dar qué pensar a las gentes y a suscitarle nuevos planteamientos en su vida que quizás de otra manera ni siquiera hubieran sospechado. De esta forma la mediumnidad abarca un amplio contenido de aspectos de la forma más sencilla y adquiere toda su grandeza.
F.H.H.