EL CAIN DE LOS SIGLOS 

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  El que dedica una parte de su vida, casi la mitad de su existencia a leer, necesariamente tiene que enterarse de muchas historias. Yo, que desde la edad de 10 años leo con concimiento de causa, y ya he cumplido 72 inviernos, en 62 años de asidua lectura, cuántas historias han despertado mi curiosidad y mi deseo de saber el por qué de tantos episodios dramáticos, y de tantos crímenes. Ultimamente leí el relato siguiente: 
 
VEINTICINCO AÑOS SECUESTRADO 
 
  En el estado de San Pablo (Brasil), se ha descubierto un hecho monstruoso que revela extraña perversidad. 
 
 Un individuo llamado Antonio Marqués Quevedo, había permanecido secuestrado en su casa, durante veinticinco años, sujeto por el cuello con una fuerte cadena de hierro y en un cuarto obscuro e inmundo donde apenas se podía respirar. 
 
  El mártir había sufrido los horrores del hambre y de la sed; su cuerpo era más bien un esqueleto, un montón de huesos, observándose tan sólo algunos destellos de vida en sus ojos mortecinos y apagados. 
 
  Pero lo que más profundamente emocionó a la opinión pública, fue la noticia de que la autora de tan horrible martirio era la propia madre de la víctima, María Marqués Quevedo. 
 
 Véase como cuenta un periódico brasileño el espantoso descubrimiento: 
 
  Todos los que veían al mártir, dice, lanzaban un grito de horror y de indignación; el infeliz no tenía más que la piel sobre los huesos, en verdadero estado de momia. En el rostro conservaba una expresión inexplicable, mezcla de miedo y amargura. Los veinticinco años de secuestro le habían vuelto mudo y no sabía articular ni una palabra. 
 
  Al principio se le quiso dar algún alimento, pero el desgraciado se negó a tomarlo, sin duda por la falta de costumbre. Cuando se efectuó el traslado al Hospital la multitud lanzó un grito de angustia. Nadie quería convencerse de que el infeliz hubiese estado durante veinticinco años encerrado y hambriento, bajo el mismo techo donde vivía su madre. 

  Grande fue mi asombro al saber que la autora de crimen tan espantoso era la madre de la víctima, y dominada por el deseo más vehemente de saber y estudiar, pregunté al guía de mis trabajos y obtuve la contestación que copio a continuación. 
 
   «¡Pobres terrenales! Sois bien dignos de compasión, porque vivís esclavizados por un demonio más cruel y sanguinario. Satán y Luzbel son ángeles impecables comparados con el Caín de los siglos, con el odio que anima a determinados espíritus que nacen y mueren, y vuelven a nacer y vuelven a morir, centenares de veces, sin apagarse en su mente el fuego destructor de la venganza. Esos dos seres cuya triste historia tanto te ha impresionado son victimas del Caín de los siglos. La madre y el hijo fueron en su anterior existencia un matrimonio, la madre era la esposa y el hijo el marido, ella espíritu ligero muy dado a liviandades, engañaba miserablemente a su confiado esposo, que la quería con delirio, que le rendía verdadero culto, para él su compañera era su Dios, la vida para él, no tenia más objetivo que complacer a su amada, proporcionándole cuanto ella deseaba, sus menores caprichos eran leyes para él, cuando alguien murmuró en su oído unas palabras que le hicieron estremecer por que le dijeron ¡tu mujer te es infiel! No puede ser, exclamó él, indignado. Observa, y te convencerás. No necesitó él que se lo repitieran, observó y pronto se convenció que era vilmente engañado puesto que en el mismo tálamo encontró a su infiel esposa en brazos de un amante. El no lanzó ni un grito, pero sonaron dos tiros y quedaron muertos los culpables, muriendo él pocas horas después completamente loco. En el espacio se horrorizó de su arrebato, porque la queria tanto a su compañera, que pidió volver a la tierra siendo su hijo, para borrar cuanto antes la mancha de sangre que se interponía entre los dos, pero los buenos propósitos de él no encontraron cabida en ella porque ella es un espíritu en el cual anidan todas las bajas pasiones, siendo el odio el fuego que abraza todo su ser. El espíritu, mientras más pequeño es, menos reconoce su inferioridad, asi es, que su culpa, su adulterio no lo creyó causa suficiente para hacerla morir y truncar su felicidad ilícita, y en el espacio se desbordó el odio de que era capaz su inferior condición, y no será ésta la ultima vez que dejará sentir sus zarpazos sobre el hombre que la adoró y por amor fue criminal, porque él es un espíritu dispuesto a todo con tal de conseguir la regeneración de esa mujer que para él es su Dios, el único objetivo de su vida.» 
 
  «Bien conoce que es un ser degenerado, que reúne todos los vicios, más por lo mismo tiene más empeño en purificarle, y al mismo tiempo purificarse él de su criminal arrebato, porque el adulterio puede castigarse sin atentar a la existencia del culpable, el crimen siempre es crimen, el homicidio siempre es homicidio, no hay circunstancias atenuantes para santificar el arrebato de la ira. Ya ves si tiene historia el martirio de ese desdichado que no es mal espíritu, no había cometido ningún crimen, preso en las redes del amor que hace siglos profesa a esa mujer, que nunca le ha correspondido, que no comprende la grandeza del que ha sido para ella, padre cariñoso, esposo modelo, hijo amantisimo, hermano defensor de su honra, mas dia llegará que esa pobre mujer, que siempre viste la débil envoltura femenina, despertará de su sueño, y lucirán para ella días de sol; y entonces correrá afanosa tras una figura hermosísima pidiéndole amor, amor inmenso. Los espíritus no están condenados a suplicio eterno y el odio que es el Satán de los siglos, el Caín de las humanidades, morirá por consunción, porque el amor le dirá: Muere, deshácete como burbuja de jabón, desvanécete como montaña de humo, ya no hay mundos donde tú puedas habitar, brilla la luz en todo el universo, y donde brilla la luz, el odio no puede subsistir.» 
 
Adiós 
 
 
Tiene razón el espíritu, donde la luz esparza sus resplandores el monstruo del odio no puede extender sus garras, la fiera hambrienta no puede saciar su sed de sangre, y el estudio del espiritismo es el encargado de decirle al Caín de los siglos: ¡Huye de la tierra! Escóndete en los más profundos abismos, que los cataclismos geológicos arrojen sobre tí torrentes de lava, y en los nuevos continentes que se cubran de floreciente vegetación, no aparezcas como reptil venenoso que aplaste el amor la cabeza de la serpiente del odio, que sólo así los pueblos serán libres y serán grandes.
 
AMALIA DOMINGO SOLER 
 
 
Extraído de la revista «La Luz del Porvenir», Nº 34, editada en Villena el 15 de Mayo de 1.908.

 

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