CRITICA

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Crítica

Comúnmente, el vocablo “crítica” es usado en sentido peyorativo. No obstante, la crítica propiamente significa, o debe significar, opinión o juicio imparcial sobre un asunto determinado, después de un análisis con pleno conocimiento del objeto-motivo, y una sana intención constructiva.

Pero, ¿es así siempre?, por desventura rara vez. Muchas de las ocasiones, la crítica es destructiva cuando no enconosa en su contenido, por ser fruto de una actitud partidista, en la cual suele estar encubierto el venenillo de la envidia o celo, ya profesional o ideológico.

Si bien, la crítica es la condición humana de opinar o juzgar algo realizado en algún modo por alguien; para que la crítica tenga fundamento, debe ser basada en unas normas de conducta, tales como: conocimiento pleno del objeto-motivo a juzgar u opinar, intención sana sin apasionamiento, capacidad y libertad de criterio (*). Y de ese modo la crítica es útil; ya que puede ayudar a identificar la verdad y el error acerca del objeto-motivo de estudio, y análisis sano en el que toda crítica debe estar basada. Porque, criticar y aun comentar sobre algo o alguien cuyos fundamentos se desconocen, es propio de cretinos.

A este respecto hay un pensamiento que reza así: “Un crítico no debe decir sino la verdad; pero, debe también conocerla”.

Si bien cierto es que, la crítica sana y sabia es útil y puede ser constructiva; la crítica insana y sin pleno conocimiento, la crítica movida por una pasión, amor propio o ambición, puede llegar a ser mordaz, destructiva, dañina, propia de las almas innobles.

Personas hay que son ligeras en juzgar, con una propensión muy marcada a criticar, y a veces con saña, a todo aquél o aquello que difiera de su modo de ver, sentir o pensar. Pero, necesario es también diferenciar entre crítica y comentario, ya que éste no alcanza la condición de juzgar. Y aun cuando, no siendo crítica propiamente, el comentario puede resultar dañino cuando alcanza la condición de murmuración.

En nuestra imprevisión, en nuestra ignorancia, los humanos somos ligeros en opinar y aun juzgar los sentimientos y actuaciones de los demás, por los nuestros propios; actitud ésta que nos induce a ser injustos en la mayoría de las veces. Es uno de los errores en que incurrimos al juzgar la conducta y modo de actuar de los demás, por nuestro modo de sentir y pensar.

Todo sectarismo induce a la intransigencia. Y las manifestaciones de murmuración y crítica innoble sobre ideas o actuaciones de los demás, jamás debemos dar cabida en nosotros. Como misioneros de amor que debemos ser, hemos de mantenernos siempre libres de todo sectarismo intransigente, si queremos realizar el objeto de nuestra vida humana actual.

Muchas son las personas con tendencia a criticar y prontas a censurar la conducta o actuaciones de los demás, sobre aspectos de los que ellas mismas adolecen. Y un factor tendente a esta actitud desacertada y dañina, es generalmente la envidia, los celos y resentimientos; propios de las almas pobres y ruines, con lo que consumen estérilmente energías psíquicas que, bien orientadas, podrían contribuir a un mejor equilibrio psicofísico. Y otras personas son dadas a opinar sobre lo que desconocen, y aún critican con lo cual hacen el ridículo.

Como reza un pensamiento anónimo “es tan cómodo y fácil dejar que los demás construyan, para echarles en cara los errores o fallos, inherentes a cualquier obra aun la más perfecta”.

Para que una persona tenga derecho a criticar a otra, tiene que ser superior a ella en todo sentido: en capacidad, conocimiento sobre el asunto que le induce a juzgar y criticar, así como una conducta más perfecta. Dicho de otro modo, para poder criticar sobre algo, el crítico tiene la obligación moral de ser superior, o al menos igual al criticado sobre el aspecto o motivo de crítica. Sin ese fundamento, el crítico carece de la fuerza moral necesaria y puede llegar a ser injusto en su crítica, aun sin desearlo.

Siendo yo un adolescente, aprendí un pensamiento que vi en un epigrama, y que me ayudó mucho a dominar esa tendencia que, por desventura, tenemos los humanos de juzgar y criticar a los demás. Decía así:

«Critique el sabio punzante, que es útil la crítica sabia; pero, me da mucha rabia, que critique un ignorante.»

Sebastián de Arauco

* CRITERIO, significa juicio basado en el discernimiento. Y para un discernimiento acertado, se requiere conocimiento pleno acerca del objeto-motivo y un alto grado de equidad.

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