CONGRESO NACIONAL DE ESPIRITISMO 1981

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EVOLUCIÓN DE LA MEDIUMNIDAD
Varias son las motivaciones que en principio han impulsa­do a la organización de este Congreso. Entre otras, el que los espíritus españoles nos conozcamos, para crear lazos fraternales de unión y hermandad, o para estrechar más aquellos que ya existieran anteriormente. Es por esto que se ha elegido como lema de este Congreso el de la

«UNIFICACIÓN ESPIRITA NACIONAL—.

Nos mueve además, el deseo y el deber de intercambiar experiencias con otros grupos hermanos, siendo esta la idea fundamental por la que nos hemos reunido, y la forma más práctica y directa de hacer que resurja y avance el espiritismo’ en España.
Es necesario conseguir la conjunción de todos los espíri­tas; conjunción que debe de nacer al ardor de esa llamita que a pesar del tiempo y de los obstáculos no se ha apagado, cual es, la de nuestros ideales espíritas; conjunción que debe de conse­guirse con la aportación de todas aquellas vivencias y experien­cias, que nos han permitido llegar hasta hoy y que hemos de saber ofrecer y recibir.
INTRODUCCIÓN
¿Existe la evolución? ¿Cómo se aprecia la evolución? Es un hecho evidente que la evolución se efectúa en todos los ni­veles de la vida. La apreciación del proceso evolutivo se realiza gracias a la observación, análisis, razonamiento y asimilación de nuevos conceptos de verdad; conceptos que se nos van pre­sentando a lo largo de nuestro progreso espiritual.
Todo proceso evolutivo precisa de un comienzo y un de­sarrollo de la labor, siempre orientado hacia metas más eleva­das. Es obvio, que si bien todo forma parte de un mismo con­junto, en el transcurso del proceso se van a transformar ambien­tes y actitudes, que son los que le van a dar forma y dimen­sión a ese principio. Es evidente que el espiritismo encuadra perfectamente dentro de la Ley de Evolución, por lo que está regido por sus mismas directrices.
Apoyándonos en la realidad de esta Ley, intentaremos dejar expuesto con la mayor claridad posible, un nuevo con­cepto en la clarificación de hermanos desencarnados. Al in­dicar que exponemos un «nuevo concepto», no pretende­mos adjudicarnos la primicia de tal suceso, pues nos cons­ta que existen otros grupos espíritas que lo practican, no sólo en España, sino allende las fronteras.
El Espiritismo es la doctrina que disciplina las diferen­tes formas de contacto con el «más allá». Una de estas for­mas, quizá la más importante, son los trabajos mediúmnicos encaminados a dar comprensión a aquellos hermanos desen­carnados que deambulan por el astral, entorpecidos y entor­peciendo. Asimismo, mediante estas sesiones se eliminan los ambientes de negatividad, transformándolos en apacibles, con­siguiéndose una mejora tanto física como psíquica de los encarnados, al apartarles la perturbación que nos envuelve.
Como podemos observar, estos objetivos están encamina­dos a procurar la mejora espiritual tanto de encarnados como de los desencarnados. Dichos aspectos son precisos de valorar y tener en cuenta, para apreciar los fines y fundamentos de esta ponencia.
Teniendo en cuenta el proceso evolutivo, del cual el espi­ritismo no está exento, analicemos las siguientes consideracio­nes:
¿Necesariamente los trabajos mediúmnicos están llama­dos a permanecer siempre sujetos a las mismas normas y directrices?
Si en toda actividad material se buscan y consiguen fórmulas para un mayor rendimiento, ¿por qué en el terreno puramente espiritual, donde existen muchas menos limitaciones de toda índole, van a tener tan escasos recursos que no tengan opción a un progreso en sus actividades?
—Si uno de los objetivos es el de favorecer a los desencarna­dos, ¿no habría un medio de acelerar este proceso y con­seguir así, la clarificación de mayor número de hermanos?
—Si fuera posible esta situación, ¿cómo se desarrollaría el trabajo? ¿Cómo actuarían los médiums? ¿Qué labor desa­rrollarían los asistentes? ¿Se requeriría una preparación especial o diferente a la conocida? ¿Quiénes compon­drían y qué se precisaría para la formación de un grupo de trabajo de estas características?
Si admitimos el postulado evolutivo que contiene la doc­trina espirita, deberíamos considerar que en «principio», estos trabajos, al igual que otros aspectos espíritas, son susceptibles de transformarse.
Ahora bien, conociendo las singularidades de la doctrina, es deber ineludible, analizar y tener evidencias tangibles de ese proceso renovador. Antes de dar crédito y apoyo a esa idea, es preciso plantearse seriamente el estudio minucioso, detallado y consecuente de esa nueva situación, apreciando lo que de positivo pueda encerrar e interpretando el espíritu de la pala­bra «evolución».
(Continua el próximo mes)
L.G.M.

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