CONGRESO NACIONAL DE ESPIRITISMO 1981

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(viene del anterior)

ANÁLISIS DE LA VIDA COMO MANIFESTACIÓN
DE LA REENCARNACIÓN

¿POR QUE SUFRE EL SER?

Si ofrecemos a la vida la oportunidad de una sola existencia ¿qué sana lógica puede explicarnos el por qué de la subnormalidad y del mongolismo dentro de unos cánones de Sabiduría y Justicia Divinas?

Si como generalmente se cree, todo empieza en el acto de nacer y acaba cuando sobreviene la muerte, ¿en
dónde reside la causa de las deformaciones físicas, a veces desde el nacimiento y las más a muy corta edad?

¿Y los desequilibrios mentales, como la locura, por qué se producen? Hablamos aquí de los que. no proceden de lesiones físicas.
¿Qué clara y convincente respuesta, podríamos ofrecerle, a quien ciego o sordo desde su nacimiento no dispone de las mismas facultades que los demás? Se objetará que quizás al no haberlas conocido, tampoco entiende la finalidad de las mismas. Pero persiste el interrogante y el por qué esto es así.
Convengamos en que para dar clara satisfacción a todas estas y otras muchas preguntas, es insuficiente y poco esperanzadora, la base en la creencia en una sola vida.
Y de ahí a negar la existencia de Dios, al mismo creador, porque no se encuentran soluciones, sólo hay un paso, pues se concluye en que da a unos lo que les quita a otros, haciendo de El un ser déspota, al que rebajamos incluso a la altura del hombre.
Es entonces cuando se hace imprescindible analizar bajo otro ángulo el objeto de la vida y buscar otros horizontes mucho más dilatados que hablen de una unidad de miras en el Universo, de un Dios Todopoderoso, Misericordioso, Justo y Bueno, como así se consigue con la perspectiva de la Reencarnación.
Porque sino, ¿qué sigue sucediendo con el salvaje respecto del hombre civilizado?, ¿por qué ese abismo tan inmenso de aquél a éste?

Y de los seres muertos en edades tempranas, ¿qué mal habrá tenido ocasión de hacer, por ejemplo el niño que muere a corta edad?

Si proseguimos en la base de admitir una única existencia, ¿vamos a condenar por toda una eternidad al que ha cometido un crimen? ¿No sería un tiempo muy largo e ilimitado que habría que pagar por ese error?

¿Y qué diríamos del suicida?

Es bien cierto que nadie tiene el derecho de disponer de la vida de otro y no lo es menos que tampoco se tiene el derecho de la propia, somos todo lo más, simples depositarios de ese Don inapreciable que es la vida. Aún así insistimos, en lo que supone una grave falta y es en la ausencia de poder ensayar nuevas oportunidades, hasta poder conseguir rescatar la deuda, cosa que no se consigue en una sola vida.

Digamos por el contrario a que sólo se vive una vez, que hemos vivido y que viviremos muchas veces, avanzando, progresando siempre, jamás retrocediendo, puesto que existe el estancamiento por más o menos tiempo, pero nunca el retroceso.

En que el espíritu, o alma, tiene por delante para conquistar el progreso espiritual infinito, ilimitado, que es el de la comprensión de las Leyes Universales establecidas y adquirir con ello la Sabiduría necesaria para su aplicación en los distintos mundos en donde se desarrolla la vida.
En la Reencarnación encontramos una respuesta clara a todos los interrogantes, porque nos explica que, a consecuencia de lo que en otras vidas sembramos de un modo espontáneo a través de nuestros actos, recogemos ahora de manera irrevocable el fruto, cuyos efectos constatamos en las pruebas a que la vida nos somete.

De ello deducimos que según sea nuestro comportamiento hoy, edificamos el mañana.

Admitamos que el salvaje de ayer, puede ser en esa ley que todo lo concatena, un día, el hombre civilizado, después de una serie de existencias necesarias a su evolución.

En que ese salvaje no lo será eternamente, y en que ese civilizado de hoy tampoco, puesto que hay otras formas de civilizaciones y de progreso mucho más depuradas y afinizadas por la Divinidad que la que hoy vivimos.

Es ésta la única forma que nos permite establecer un puente de unión e igualdad entre todos los seres, y un fin más providencial a todo lo Creado.

Que el criminal tiene todavía por ejercer el peso de su voluntad sobre los actos delictuosos a que se habrá entregado y que llegará un instante impostergable en que comprenderá el grave estado en que se encuentra su espíritu endeudado con las leyes Eternas y con su propia conciencia y no necesitando de verdugo pues, que el ser que comprende el error en que se encuentra y desea enmendar, él mismo es el propio verdugo; solicitará en vidas sucesivas el paso en propia experiencia de lo que él ha hecho sufrir a los demás.

Que el suicida que tal vez sea uno de los máximos transgresores de ese precepto, «No Matarás», a pesar de esa grave falta como es atentar contra la propia vida, no queda exento de la protección y dirección Divinas, provocando a la vez que por el propio trabajo redentor ese espíritu recapitule por dónde ha fallado, para emprender tarde o temprano la reestructuración en una nueva vida.

Así irán remontando, adquiriendo conocimiento, valor y sabiduría, hasta obtener la total recuperación de la deuda pendiente. No quedando ya condenados por ninguna Eternidad.

Que el niño que muere en edad temprana puede muy bien completar el curso de otra existencia anterior, incompleta por alguna causa.

Aunque en muchas circunstancias el niño o ese joven en la materia, sean espíritus ya con mucha experiencia y se ofrezcan por amor y abnegación a sus progenitores, para con semejante prueba, provocar en ellos ese despertar tan esencial de la criatura humana hacia los conocimientos de orden superior, a la verdadera vida como es la del espíritu.

Y pasen de ahí a investigar, a analizar el por qué ese niño o niña ha permitido Dios, las más de las veces cruel e injusto en estos casos, bajo la visión de esos padres, llevarse de su lado a seres tan adorables.

Porque si son imparciales y sinceros y se entregan sin preconceptos al estudio de la sobrevivencia del alma, no tardarán en darse cuenta de que ese hijo o hija, sigue vivo en otra realidad del espíritu y bajo esta otra perspectiva adquiera la vida otra profundidad y dimensión a sus ojos, y un fin más justo a todos los acontecimientos.

Que acaso ese hijo de hoy, pudo haber sido el padre o madre de ayer.

Ya que la alternativa que el Espiritismo nos ofrece y así mismo, la Doctrina de la Reencarnación, contrariamente a lo que se cree con la muerte, ni se destruyen, ni se disuelven los lazos de afecto y que los espíritus o las almas, solidarias entre sí, se buscan, se encuentran y juntos formando familias, sociedades enteras, pueblos, luchan por un mismo fin, causa e ideal.

Que los estados reflejados de subnormalidad, mongolismo, locura, etc., se trata de expiaciones impuestas al abuso que se ha podido hacer de ciertas facultades. Siendo más bien un período de purificación para esos seres.

Que el espíritu que habita ese cuerpo o vehículo físico es con frecuencia más inteligente de lo que pensamos, por lo que sufre con la insuficiencia de los medios de que dispone para comunicarse, por cuanto le priva de una libre manifestación de lo que piensa, siente y vive. Y que semejante estado le ocasiona un serio constreñimiento por cuanto para consigo mismo y en su fuero interno tiene conciencia de lo que le rodea.

Que se cumple la verdadera regeneración y se eleva en la escala espiritual del progreso, el espíritu que ingresa en una nueva vida, en un cuerpo en esas condiciones, soportando con valor esa dura y difícil prueba, no rebelándose y sabiendo aceptar el curso de los acontecimientos.

Con la creencia en el Espiritismo y como base en la inmortalidad del alma, le permitirá a esos padres obtener una clara y lógica respuesta a sus naturales preocupaciones, cuando en su seno les nazca un hijo en tales circunstancias.

El convencimiento de que existe una vida futura, de que no todo termina en la actual, entendiendo que su estado presente, sólo es debido a causas anteriores, les permitirá sin lugar a dudas, una amplitud de miras y una visión más exacta de las pruebas y vicisitudes a que se ve sometida la criatura humana, sin apercibirse del por qué de las mismas.

Las conclusiones que se ofrecen a quienes como esos padres se dediquen al estudio del Espiritismo, entre otras es, la certeza en ese intercambio incesante que se produce entre ambos planos, por causa de los afectos que nos hemos creado con otros seres a lo largo de muchas vidas.

Permitiendo de este modo manar hacia nosotros insospechada fuente de consuelo, que produce saberse querido y comprendido aún de quienes no están a nuestro lado físicamente y alcanzar una paz y equilibrio espirituales tan indispensables como para aceptar las pruebas realmente difíciles.

Operándose así también para ellos la Ley del progreso en la escala de valores espirituales.
Son muchas las consideraciones que llevan al espíritu, en vías a encarnarse de nuevo, a querer prescindir según sean las causas que lo motiven, de algún o determinados órganos que le priven de una libre manifestación en la vida.

Su visión prescindiendo de la materia, siendo mucho más profunda y penetrando más en el sentido de la vida, le dicta junto a su conciencia, las normas básicas para obtener el debido rescate de las faltas cometidas, ya que ello le va a procurar la necesaria ascensión espiritual.
Se objetará a esto que al no guardar recuerdo de todo ello no tenemos por qué ser responsables de lo que hicimos, puesto que al nacer partimos de cero.

Y la Doctrina de los espíritus nos sigue descorriendo el velo, respondiéndonos que en absoluto, no es una base cierta, firme, el que al nacer se parta de cero, traemos con nosotros todo el bagaje de virtudes y defectos que conforme el crecimiento y el desarrollo se van acentuando en nuestra personalidad, traduciéndose al punto en las cualidades innatas que todo individuo sin excepción posee y que no son producto de la herencia, ni de la educación, ni de la casualidad, sino de la CAUSALIDAD. Ya que en cada nueva existencia, el espíritu toma como punto de partida el alcanzado en su vida precedente.

De lo contrario, ¿cuál sería el origen de ciertas facultades extraordinarias de algunos individuos que sin haber hecho estudios previos, disponen del conocimiento necesario para desarrollar distintas ramas del saber, como los idiomas, cálculo matemático, las ciencias. Así como en el arte, la música, la pintura, etc…? Habiendo aún quienes poseen una memoria extracerebral respecto de hechos acaecidos en vidas anteriores. No nos quepa ninguna duda, que si por otro lado hubiese sido menester guardar recuerdo de las vidas pasadas le llevaríamos con nosotros con la misma naturalidad de que disponemos de otras facultades tales como, la de oír, hablar, de pensar, etc.

Analizando un poco el por qué, de no ser así no nos costará deducir, partiendo de este axioma que se aplica en nuestras ciencias, de que todo EFECTO posee una CAUSA, que en nosotros, apreciando los efectos de hoy, no nos costará pensar en qué causas sembraríamos ayer.

Que el recuerdo de las vidas pasadas nos supondría graves inconvenientes tales, como ser reconocidos en la actual existencia por fechorías cometidas, acaso por robo, por ofensas graves, dadas y recibidas, por avaros, habiendo tal vez usurpado aún a nuestro propio hermano lo que a él pertenecía.

Así como también podría ensalzar nuestro orgullo y vanidad caso de que nos supiéramos autores de alguna obra que a nuestro entender fuera meritoria.

Y qué diríamos si en nuestros núcleos familiares reconociésemos en nuestro padre, hermano, o hijos a aquellos que cometieron calumnias y actos detestables, y hoy quedan a nuestro lado como objeto de la Providencia, que no trasmitiendo el recuerdo de lo anterior, permite una vez más, con extrema Sabiduría ejercitar para la reconciliación acaso a espíritus, o seres antagónicos y enemigos de siglos y siglos.

Reconozcamos una vez más que todo cuanto se desarrolla en la vida obedece a unas sabias y justas Leyes Eternas que no varían su curso jamás, por más que el hombre se empeñe en negarlas y en no reconocerlas.

Vano empeño, pues que con los continuos descubrimientos de la Ciencia experimental confirma como verdades irrefutables hoy, lo que ayer eran locuras y quimeras y así podrían ofrecerse innumerables ejemplos al símil de como la navegación a vapor que llegaba al mundo de la mano de Tomás Fultón, en Francia, por causa del sarcasmo y la ironía con que fue recibida la idea del parecer científico, diciendo que era imposible, no tuvo el privilegio de lanzar e impulsar semejante invento, por cuanto tuvo la osadía de ser distinto a cuanto se había concebido hasta entonces.

O como Nicolás Copérnico que revolucionó al mundo con su teoría heliocéntrica, diciendo que no era más la Tierra el Centro del Universo, sino que la misma como un astro más, era la que giraba alrededor del Sol. Fue anatematizado en su época por haber tenido el valor de adelantarse a su tiempo.

Un hecho, o conclusión de todo ello, entresacamos, y es que los movimientos de oscurantismo que de tiempo en tiempo afloran en la humanidad, de un modo absoluto, no ahogan la necesidad vital del ser humano por descifrar las grandes incógnitas de la vida.

Una esperanza nos queda, en que día llegará no muy lejano en que los valores clásicos de la sociedad trasmutarán y pasarán a admitirse como un hecho de lo más natural, la realidad de la pluralidad de existencias.

Por lo muy complejo que es un análisis sobre la reencarnación, mucho hemos tenido que sintetizar aquí, no obstante para un más exhaustivo estudio nos remitimos a la Doctrina Espirita, fuente de donde nos hemos inspirado.

SANTIAGO GENE MATEU

GRUPO DE REUS

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