CONGRESO NACIONAL DE ESPIRITISMO 1981

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MARCANDO RUMBOS


En tus necesidades interiores, de signo espiritual, nadie te dará lo que no tienes si tú no te propones conseguirlo, hacerte con el fin de tus deseos. Nada se nos da gratuitamente. El oro, la riqueza, la sabiduría y el amor, los bienes más preciados de este mundo y la seguridad espiritual, hemos de alcanzarlos por nosotros mismos honradamente, sin
esfuerzo ajeno ni extrañas ingerencias; con el ansia de conquista espiritual, de acercamiento al bien, a Dios y a los demás, que aliente en nuestros pechos y anide en nuestras almas. Por lo tanto, no dejes que otros piensen y actúen por ti mismo; rechaza los milagros por dinero y aprende a caminar sin ataduras, libre de toda traba y prejuicio, con alas en los pies, con la mirada alerta y el corazón en Dios.

En todos los aspectos de la vida, actúa por ti mismo en todo instante, sin presiones externas e inmorales, de acuerdo con la Ley y no dejes que nadie te suplante en el cumplimiento del deber, en tus obligaciones personales de valor y relieve espiritual; porque nadie podrá ser como tú, ni jamás suplantarte en cosa alguna. Eres una entidad insuplantable, un ente intransferible y has de actuar y vivir según tu idiosincrasia, al rítmico compás de tu forma de ser, de sentir y pensar. Nadie podrá, por ti, vencer al enemigo ni conquistar la gloria; ponerte en posesión de la Verdad, ni hacerte más hermano de los hombres, más justo y eficiente, más equilibrado en el deber; si tú no te propones hacerlo por ti mismo, siendo el protagonista de tu propio ser, prescindiendo de todos los demás en lo fundamental y decisivo, en lo no secundario y personal.

En el orden moral y progresivo, como es obvio y justo, natural, todos nos debemos a nosotros mismos; somos los artífices de nuestro porvenir y los forjadores de nuestra libertad. Sólo seremos libres si nos lo proponemos firmemente, si arrancamos del alma los yugos milenarios del mal y la ignorancia, de la superstición y la inmoralidad; de las bajas pasiones e insanos apetitos que pretenden sumirnos en la animalidad, en los charcos inmundos de la perversidad y la degradación y damos nuestros pasos hacia el bien, hacia la apetecida, mil veces deseada perfección.

En nuestro caminar hacia la luz Divina, en nuestro aprendizaje de amor y redención, de superación espiritual, hemos de procurar ser justos y veraces, siempre consecuentes con nosotros mismos y nuestros ideales superiores, marchar siempre de acuerdo con la Ley. Por ello, colabora con todos aquellos que se esfuerzan por alcanzar más luz y más progreso, más evolución; por darse a sus hermanos en el bien y hacerse mensajeros del Amor y la Caridad, de la Fraternidad Universal. Más, nunca tomes parte ni actúes, inconsciente, en lo que no comprendas ni conozcas, sin antes cerciorarte a fondo y sin pasión, del terreno que pisas y a donde te conduzcan tus pasos vacilantes, tus íntimos afanes de luz y comprensión, de más conocimiento y más verdad, de más aquilatada perfección.

En el vaivén humano, en el mar de la vida, no dejes que tu barca se deslice por corrientes opuestas a tu modo de ser, de sentir y pensar. Intenta navegar por tu interior con mesura y templanza, sin precipitaciones, equilibradamente, con moderación y serenidad; sin darte a la inquietud y la desesperanza, al frío de la duda y la desilusión; sin desequilibrarte ante la adversidad ni cosa alguna y atento al cumplimiento del deber. Siguiendo la corriente que más te lleve a Dios y acerque a los demás, al fin espiritual que te propongas, combatirás tus propias inquietudes, tus males interiores y arribarás, triunfante y victorioso, feliz y satisfecho de ti mismo, al puerto del Amor y la Esperanza, de la seguridad espiritual.

Todo lo alcanzarás con férrea voluntad y firme decisión, si haces por no afirmarte en nada transitorio, efímero y fugaz, carente de relieve constructivo y de valor moral, buscando en todo lo eterno, trascendente, evolutivo, consistencia y plenitud, equilibrio y fortaleza, firme seguridad y convicción; condiciones de vida más hermosa y asiento espiritual, feliz arribo al bien.

Jamás te desanimes porque el mal quiera herirte y la traición te hostigue, porque la cobardía quiera estorbarte el paso y hacerte claudicar, abdicar del deber; porque el mal no es eterno, ni vencerte podrá la adversidad, si llevas en tu mente Luz Divina y fe en el corazón. Si alumbras tus tinieblas interiores con luz del Más Allá; sí en tu pecho hay un nido de esperanza y de fe, de firme convicción; si te sientes con Dios en todo instante y anhelas tu progreso espiritual, tu bienestar moral y el bien de los demás, jamás serás vencido por la desesperanza, por el desaliento y la desilusión; te harás inmune al mal, al desfallecimiento, al odio y la traición, a cuanto se presente en tu camino de lucha y progreso, de superación, con signo negativo y opresor, desmoralizador y deprimente, opuesto a toda luz de realidad, de bien y de verdad, de ansiada perfección.

JOSE MARTINEZ FERNÁNDEZ

AGRUPACION DE ESTUDIOS PSICOLOGICOS 
Y ESPIRITUALES
VIGO

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