Orgullo, soberbia y amor propio.
Análisis psicológico y espiritual de estos aspectos.
El orgullo se encuentra en todos los ambientes sociales… Creyéndose superior a los demás, el orgulloso sufre cuando se ve menospreciado o por alguna alusión se siente herido en su orgullo. En muchos llega a convertirse en una pasión, al extremo de humillarse para obtener un lugar destacado. Y esto es muy frecuente cuando el individuo, a más de orgulloso es vanidoso.
Hay quienes confunden el orgullo con la dignidad, y al sentirse heridos en su orgullo, suelen manifestar que les han herido en su dignidad. La dignidad implica valor moral, estimula al individuo hacia la superación de sus imperfecciones; mientras que el orgullo las oculta. A este respecto, cito el pensamiento de Confucio: “El hombre noble es digno, pero no orgulloso; el inferior es orgulloso, pero no digno”.
Generalmente, el orgulloso invoca un pretendido honor, dignidad, prestigio; basado en su apellido, fortuna, título académico u otros disfraces; para encubrir esa tara, esa inferioridad de su personalidad. Y resulta el colmo, cuando el individuo en su ignorancia se siente orgulloso de su orgullo. Si el orgulloso se percatara de lo ridículo de su postura ante quienes le conocen, tened por cierto que se avergonzaría. Su orgullo está en la ignorancia de su realidad, en su atraso evolutivo. Es como el pavo que se infla con sus plumas, para sentirse más grande, tratando de aparentar un valor del cual carece. Sin embargo, el hombre o mujer, cuanto más vale más sencillo se le ve; porque en la sencillez,que es una superación del orgullo y de la vanidad, está la demostración de la verdadera valía. La espiga del trigo vacía, no vale más porque esté erguida; sino que vale menos que la espiga inclinada, cargada de grano. La primera, nos muestra la vacuidad del orgullo; la segunda, la sencillez del que vale.
Diversos son los grados de manifestación de esta imperfección que en nosotros mismos puede hallarse agazapada sin que nos percatemos de ella, y que nos impide avanzar en el camino de progreso espiritual. Busquémosla, analizando nuestros sentimientos y especialmente nuestras reacciones para con los demás y en el hogar. En esta búsqueda, en este análisis, no seamos tolerantes con esa u otras imperfecciones que en nosotros encontremos, y determinémonos firmemente a superarlas, a fin de subir un peldaño más en la escala ascensional de la evolución. Si bien es verdad que todas las imperfecciones son causa de desdicha y sufrimiento, la soberbia es la mayor de todas, es el mayor azote de la humanidad. Porque, a diferencia del orgullo, que suele retirarse cuando se siente humillado; el soberbio es arrogante, altanero, vengativo y a veces traidor; y sólo el dolor le hará doblegarse. Si analizamos con detenimiento los componentes de las diversas clases sociales, fácil nos será encontrar que, es en la clase más baja de la sociedad donde la soberbia está más arraigada y hace más estragos; porque, la soberbia engendra odio y éste daña a quien lo siente, por la desarmonía psíquica que produce. Y cuando el soberbio está rodeado de poder o autoridad, se torna déspota y hasta criminal. Fácil es identificar a la persona soberbia, por sus gestos y ademanes altaneros o su comportamiento provocativo y despótico.
La gran penalista y socióloga española, Concepción Arenal, refiriéndose a la soberbia, en la página 61 de su libro “El Visitador del Pobre”, dice: “La soberbia en el débil es absurda, en el fuerte es vil. La soberbia humilla sin corregir, la humildad corrige sin humillar. La soberbia despierta el amor propio y nos dispone a defender nuestras faltas; la humildad habla al corazón y nos lleva a confesarlas”.
Y por desventura, la soberbia se encuentra hasta en el campo científico. Y de ahí los dogmas en todas partes, que no admiten análisis; porque la soberbia odia la contradicción y rehusa analizar nuevamente los conceptos sustentados.A más de eso, el orgullo y la soberbia atraen, por sintonía vibratoria, a entidades del astral inferior, seres del mal que influyen en las mentes más de lo que suponéis. Y por si todo eso fuese poco, al pasar el umbral del Más Allá, pueden llegar a arrastrar a los planos inferiores de tinieblas a quienes vibran en esa sintonía.
Otro impedimento del progreso espiritual, es el amor propio, que es en sí una rama del egoísmo, cuya manifestación en el individuo, es un gran amor a sí mismo. Esto está reconocido en las frases populares: … “se quiere mucho a sí mismo”, …”es un apegado a sí mismo”. Napoleón decía: “El más peligroso consejero es el amor propio”.
El amor propio es una de las formas del egoísmo, amor a sí mismo, y está muy ligado al orgullo, por lo que nos lleva a cometer errores en nuestra vida de relación y del hogar. Es el punto en donde se hace fuerte el yo inferior para llevar a la personalidad por el camino equivocado. Un alma impregnada de amor propio, es un alma envuelta en vibraciones intensamente negativas, que debilitan el Espíritu, impidiéndole cumplir la tarea que debe realizar, lo cual le obligará a nuevas y repetidas encarnaciones, para poder cumplirla.
Uno de los aspectos en que el amor propio es motivo de impedimento de progreso en el proceso evolutivo, es que el yo inferior, que es el que alimenta el amor propio o amor a la propia persona, trata de justificar siempre los errores y consecuencias de las imperfecciones, y con ello obstaculiza la acción del Yo superior, para la superación. Y es aquí, precisamente, donde o cuando debemos (como persona) ayudar al Yo superior (al Espíritu) a manifestarse, y no dejarnos convencer por los argumentos que el yo inferior humano nos presente, porque retardan el ascenso espiritual.
“El amor propio tiene tantas y tan diferentes facetas que, muchas veces, os pasa inadvertido, y vosotros suponéis, equivocadamente, que estáis vibrando positivamente. Debéis acostumbraros a analizar en vuestros actos, sentimientos y pensamientos, con conciencia espiritual, es decir, de acuerdo con las enseñanzas que estáis recibiendo. Debéis aprender a reconocer ese enemigo oculto”.
“El amor propio tiene aspectos muy diferentes, y puede llevaros a la ambición desmedida, al odio y a la lucha fratricida, a las separaciones y a las más viles acciones. Y el amor propio se agiganta a medida que vosotros le dais cabida, y os absorbe a medida que le servís. Si analizáis frecuentemente vuestros pensamientos, aspiraciones y reacciones, podréis reconocer finalmente esa nefasta vibración de amor propio, que guía y rige vuestra vida humana. A tal punto el hombre se siente identificado con esa vibración negativa, que ha llegado a darle en su vida una gran preponderancia y un falso aspecto positivo, reconociendo con orgullo el poseerla, y sintiéndose superior a los demás cuando tiene mucho amor propio”.