CIVILIZACIÓN: ¿PROGRESO O DECADENCIA?

0
29
Civilización: ¿Progreso o decadencia?

Civilización: ¿Progreso o decadencia

 

P: “¿La civilización representa el progreso o la decadencia de la humanidad? R: Progreso incompleto; el hombre no pasa súbitamente de la niñez a la edad madura”.

A. Kardec L.E. It. 790

El eterno debate sobre el grado y la mejora de la civilización en cada época de la humanidad ha sido una constante en la historia de los pueblos de la Tierra. Los viejos imperios que se desmoronan dan lugar a otros nuevos que reivindican para sí el más alto grado de progreso y evolución respecto a los pueblos que les precedieron.

Sin embargo nunca como ahora, en pleno siglo XXI, donde el impresionante avance de la tecnología apoyado en el desarrollo de la ciencia operado a partir del siglo XX, nos permite establecer con criterios y evidencias bastante fiables los grados de progreso y adelanto de la humanidad en su conjunto, tomando esta como algo global y no como los procesos de progreso y desarrollo puntual de uno u otro pueblo o sociedad particular.

En la era de la globalización, el estudio ha de hacerse globalmente y considerar la humanidad de la Tierra como un único objetivo de estudio, donde se sigue constatando la desigualdad, el inexistente reparto de la riqueza, la falta de voluntad por parte de muchos poderes públicos de intentar mejorar la vida de las personas, etc. Hay quien argumenta estas cuestiones para justificar la decadencia de la civilización. Sin embargo pensamos lo contrario, el mal tiene mayor repercusión mediática que el bien. Y además, esta inercia es contraria a las leyes divinas que abogan e impulsan constantemente el adelanto moral hacia el bien de los espíritus que habitan en todos los planetas, como veremos a continuación.

Por ello y frente a esto, nunca como ahora hubo en la Tierra mayor reivindicación de los derechos de multitud de colectivos, las minorías, los excluidos socialmente, las distintas luchas por la equiparación de derechos entre hombre y mujer en base a su igualdad como seres humanos y sin caer en los extremos de la perniciosa ideología de género que distorsiona la auténtica igualdad entre hombre y mujer, atentando contra la dignidad de la mujer y los derechos sobre la vida del niño no nacido, etc.

A ello añadiremos que nunca como actualmente proliferan las organizaciones que ayudan, atienden, consuelan, ofrecen oportunidades y auxilian a aquellos que en su desesperación se ven obligados a huir de sus lugares de origen por culpa del hambre, las guerras, las catástrofes naturales u otras causas. La solidaridad es un elemento en auge que dignifica al ser humano y le eleva por encima de la mediocridad que el egoísmo y la ambigüedad moral representaba en otras épocas de la humanidad donde la miseria y la desgracia eran vistas incluso como un castigo divino que no era ni siquiera necesario atender ni considerar.

Bajo muchos planteamientos que podríamos desarrollar, la evolución de la sociedad de la Tierra en su conjunto ha mejorado notablemente respecto a otras épocas de la humanidad, y todo eso a pesar de las numerosas causas de injusticia y desigualdad social que observamos a diario. Por ejemplo, la abolición de la esclavitud es un hecho conseguido por la práctica totalidad de la civilización, a pesar que en algunos países aún permanezcan distintas formas de explotación que podrían ser consideradas como un grado de esclavitud menor.

Los cambios de las sociedades y de todo un planeta no se operan en unos pocos años; son necesarios a veces siglos para la conquista de determinadas libertades o derechos individuales que a todos nos afectan. Los códigos penales y de justicia de los países evolucionan casi siempre a mejor, reconociendo derechos que en otras épocas ni se contemplaban. Y precisamente el mejor y más importante cambio que podemos operar es aquel que se inicia dentro de nosotros mismos, mediante nuestro cambio de conducta y comportamiento moral.

Cuando nos ajustamos en nuestra vida diaria a las leyes de Dios, que rigen la vida moral del alma humana encarnada, iniciamos el camino de la felicidad, la paz y la salud interior que mediante la armonía mental-emocional nos ofrece la tranquilidad de conciencia y la alegría de vivir de forma plena. Iniciar el cambio hacia el bien nos ajusta y nos beneficia de forma inmediata con aquella satisfacción íntima que nos llena de “humanidad”, deseando a partir de ese momento entregar lo mejor de nosotros mismos a los demás, y colaborando con ello a modificar para mejor el ambiente familiar, social, de trabajo, de relaciones en que nos desenvolvemos.

La expresión que cada ser humano proyecta hacia afuera es resultado de su nivel de adelanto y de progreso, y es así como se conquista el futuro de una mejor civilización en la sociedad de la que somos partícipes. Por ello es preciso ser activos socialmente, expresando con nuestro ejemplo así como con la palabra las necesidades que la sociedad tiene de inclinarse hacia el bien, desterrando el mal y el egoísmo de la sociedad para conseguir que las leyes que se vayan proyectando en los códigos de derecho y justicia de la sociedad sean cada vez más solidarias y fraternas, exentas también de cualquier adoctrinamiento ideológico que perturbe, ensucie o distorsione el verdadero objetivo de alcanzar una civilización y sociedad igualitaria en lo posible, fraterna y sobre todo solidaria, que nos impulse a ayudar desinteresadamente a aquellos que reencarnan en la Tierra con pruebas y expiaciones que deben afrontar mediante el sufrimiento y que precisan de la ayuda de los demás, algo que no es otra cosa que la puesta en práctica de la caridad de la que hablan las religiones.

Además de nuestro cambio moral interno y de la proyección de lo mejor de nosotros mismos a la sociedad, existe un tercer elemento que colabora de forma extraordinaria en la mejora de la Civilización de la Tierra actualmente. Nos encontramos en un periodo de transición planetaria donde las migraciones de espíritus, entre nuestro planeta y otros, se realizan de forma masiva y frecuente obedeciendo a las leyes de destrucción y al cambio de la Tierra de mundo de expiación a otro regeneración.

Para colaborar a una mayor rapidez y adelanto intelecto-moral de la humanidad que puebla este planeta (encarnada y desencarnada), desde hace algunas décadas están reencarnando en la Tierra espíritus de mayor adelanto espiritual que, procedentes de mundos más adelantados moralmente, son los encargados de dar un impulso exponencialmente más rápido a ese proceso de transición hacia el bien. De esta forma, espíritus recalcitrantes en el mal son trasladados a un planeta inferior y no vuelven a reencarnar en la Tierra.

“La transformación de la humanidad predicha se operará mediante la encarnación de espíritus mejores, que formarán una nueva generación”

Allán Kardec, L.E. it 1018

Una nueva generación de espíritus nobles y elevados llega a la Tierra mientras que otros se marchan para seguir progresando y corrigiendo su pertinaz obstinación en el mal en un planeta atrasado como estaba la Tierra hace algunos miles de años; allí añorarán su vida en la Tierra porque no gozarán de las comodidades que la civilización humana les proporcionaba, y tendrán que ganar “con sudor y lágrimas” su regeneración al bien hasta que alcancen el nivel de adelanto moral que les permita regresar.

Este transvase y renovación de millones de espíritus que forman la población del planeta Tierra será cada vez más notable y evidente, pues muchos de estos que provienen de planetas adelantados no solamente ayudarán en el adelanto de las ciencias, las artes, la filosofía, la religión y la sociedad con su presencia y misión en la Tierra, sino que serán ejemplos vivos donde se mirarán muchos otros que, autóctonos de nuestro planeta, seguirán sus pasos y colaborarán de forma inexcusable a instaurar el bien en las instituciones, países y sociedades del globo.

Como vemos, en los códigos evolutivos que las leyes de Dios establecen para el progreso de las humanidades, la Civilización siempre está programada para el progreso de los espíritus que la integran, y con ello no sólo el mundo sube de categoría, sino que la población que la integra (espiritual o encarnada) se beneficia de ello al alcanzar mayores cotas de adelanto intelecto-moral que les permiten dejar cada vez más los hábitos primitivos causantes de dolor y sufrimiento para ser sustituidos por aquellas virtudes y valores del espíritu que, por encima de religiones o filosofías, constituyen las joyas de la elevación del alma y su comunión con las fuerzas elevadas que el Universo espiritual y físico ofrece al espíritu inmortal para caminar más rápidamente en la búsqueda de la dicha y el amor que a todos nos espera.

El Progreso de la Civilización hacia el bien es imparable, nadie puede detener la transformación del Universo físico y/o espiritual, pues el Gran Arquitecto Universal, al que pobremente llamamos Dios, así lo ha concebido para la felicidad y la dicha del único ser que puede conocerlo: el ser humano.

Civilización: ¿Progreso o decadencia por:Redacción

©2023, Amor, Paz y Caridad

P: “¿Algún día podrá instituirse el reinado del bien en la Tierra? R: Sí, cuando entre los espíritus que la habiten predominen los buenos sobre los malos. Por medio del progreso moral y la práctica de las leyes de Dios, el hombre atraerá a la Tierra los espíritus buenos, alejando de ella a los malos”. Allán Kardec L.E. It. 1018

Publicidad solidaria gratuita