PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN LOS CIELOS.
¿Dónde habitas, Padre Nuestro?
¿Dónde se encuentra Tu casa?
¿Dónde tu Ser se acompasa
con el Universo Vuestro?
Pues ya lo dijo el Maestro
en sus charlas inspiradas:
Existen muchas moradas
en la Casa Celestial,
y Él vive en la terrenal
y en galaxias ignoradas.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE.
En este enclave atrasado
que la Tierra es para el hombre,
el santificar Tu nombre
se me antoja complicado.
¿Cómo un humano azorado
puede ofrecer devoción
a esa santificación?
Quizá, Dios benevolente,
te parezca suficiente
una sencilla oración.
VENGA A NOSOTROS TU REINO.
Envíanos ya, Señor,
Tu Reino de excelso aspecto
a nuestro mundo imperfecto
necesitado de amor.
Mas pensemos, por favor,
si salir de los abismos
precisa de catecismos,
o Tu Reino prometido
siempre habrá estado sumido
dentro de nosotros mismos.
HÁGASE TU VOLUNTAD, ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.
Hágase Tu voluntad
en la Tierra y en el Cielo;
porque Tu bendito anhelo
es nuestra felicidad.
Incuestionable verdad
que, a limpiar nuestra conciencia
conviene la penitencia,
y cumplir son Tus preceptos
como contritos adeptos
en resignada obediencia.
EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLE HOY.
Danos, Padre, el nutrimento
que precisamos tomar;
dos panes nos has de dar:
el pan para el crecimiento
y el pan del conocimiento.
Son dos los divinos panes
que, a los humanos truhanes
nos brindas, Supremo Juez,
para aprender de una vez
a no cometer desmanes.
PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS,
ASÍ COMO NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES.
Hemos venido encarnados
a los terrenales feudos
porque somos tristes deudos
de nuestros actos pasados.
Les he pedido a los Hados
me inspiren cómo ganar
el perdón; y al implorar
los Hados me hicieron ver
que, quien lo quiera obtener,
primero ha de perdonar.
Y NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, MÁS LÍBRANOS DEL MAL.
No permitas que el humano
caiga en tentación tan ruin
como aquella de Caín
de asesinar a su hermano.
Tiéndenos Tu Santa Mano;
sé de nosotros el báculo
para salvar el obstáculo
que impide, al hacer el mal,
del celestial
ver su grandioso espectáculo.
AMÉN.
Después de hacer un pedido
“amén” solemos decir,
pues queremos conseguir
que nos sea concedido.
Este “amén”, que va seguido
a aquello que se desea,
viene de la lengua hebrea,
y quiere significar
que lo que haya de pasar,
pues que pase; que así sea.
8 poesías y un padrenuestro por: Jesús Fernández Escrich