Ya sabe el alma que mora
en una tosca materia
que, sufriendo en la miseria,
su redención se mejora.
Ya sabe el alma que ríe,
a veces, por no llorar,
que su aflicción va a acabar
cuando en el Señor confíe.
Ya sabe el alma que sueña
con llegar al paraíso
que, al cumplir su compromiso,
de su destino es la dueña.
Ya sabe el alma que pena
que no se hace tabla rasa,
y antes de volver a casa
ha de purgar su condena.
Ya sabe el alma que aflora
de su cuerpo aún yacente,
que tiene karma pendiente,
y por eso sufre y llora.
Ya sabe el alma que sale
de su material prisión
que, al expandir su visión,
ve lo que realmente vale.
Ya sabe el alma que tiene
una vida por delante,
después de que se levante
del cuerpo que la retiene.
Y cuando el alma se fuere
de la terrena existencia,
sabrá por propia experiencia
que su vida nunca muere.
Epílogo.
Ya sabe el alma que vuela
desde el mundo en que ha vivido,
que la Tierra es una escuela
donde va el que ha suspendido.
Ya sabe el alma… Jesús Fernández
(Guardamar, 23- IX a 20-X de 2017).