Voltaire
Lo que llamamos «casualidad» no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido.
Françoise-Marie Arouet, Voltaire
Casualidad: Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar. Así define el diccionario de la RAE la palabra ‘casualidad’. Es decir, determinados accidentes de tiempo, de espacio o de modo que se asocian sin saberse cómo para producir un hecho, un efecto. Y esta asociación se produce siguiendo alguna suerte de parámetros cuyo control se nos escapa a nosotros, los seres humanos. Y así, por no poder controlarlos, los etiquetamos con los términos ‘suerte’ o ‘azar’.
Pero ¿existe realmente esta ‘suerte’? El debate sigue abierto en el mundo científico. Por un lado están los matemáticos y expertos en estadística, que piensan que las coincidencias son siempre producto del azar y de las probabilidades matemáticas, por lo que resultaría posible predecir cuántas veces podrían llegar a producirse.
Y hay otro grupo de pensadores de muy diversos ámbitos del saber que opinan lo contrario. Personajes como el biólogo Paul Kammener, el psicólogo suizo Carl Gustav Jung o el premio Nobel de Física Wolfgang Pauli sostienen que las coincidencias obedecen a una ley universal y desconocida.
Voltaire dijo algo muy similar ya en el siglo XVIII, como se puede apreciar en su cita: …la causa ignorada de un efecto desconocido. De hecho, tiene otra frase en la que afirma que «’azar’ es una palabra vacía de sentido, nada puede existir sin causa». ¿Y cuál sería esa causa? El Espiritismo lo tiene claro: Dios, causa primera de todas las cosas. Por consiguiente, la afirmación de Voltaire «nada puede existir sin causa» se entronca perfectamente con la respuesta de la espiritualidad a la pregunta 1 del Libro de los Espíritus, «Qué es Dios». Y en consecuencia, la mano del Creador estaría detrás de todo lo que sucede, quien decide y controla lo que haya de pasar en cualquier punto del universo. Todo se ajusta, pues, a Sus planes, con lo que la casualidad o el azar carecen de sentido, como también comenta Voltaire. Todo está prediseñado, por tanto.
Otro ilustre pensador llamado Albert Einstein debió de retomar la cita del filósofo francés cuando dijo que «la coincidencia es la forma en que Dios permanece anónimo». Es prácticamente lo mismo, los sucesos azarosos se producen sencillamente porque se ajustan a los planes divinos.
Acabaré mi reflexión mostrando mi acuerdo con los pensadores pro causa primigenia: una entidad superior, creadora de todo y organizadora de todo, que planifica y desarrolla todos los «azares» y «casualidades» que nos afectan directa o indirectamente. No obstante, podemos emplear estas palabras para referirnos a los hechos coincidentes de nuestras vidas, teniendo bien claro que si ocurren es porque son necesarios para nuestro progreso, porque de alguna manera nos van a beneficiar, que es precisamente lo que pretende Dios: nuestro bienestar.
Voltaire por:Jesús Fernández