SÓCRATES Y CONFUCIO

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Sócrates y Confucio
Las estatuas de Confucio y Sócrates se erigieron en Atenas para celebrar el Año de la Cultura y el Turismo Grecia-China en 2021. Crédito: AMNA
«Solo sé que no sé nada; y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos,
que creen saberlo todo.»
Sócrates.

Interesante esta frase. Analicemos la primera parte: Solo sé que no sé nada. ¿Qué nos quiso transmitir el filósofo griego? ¿Nos está hablando de su ignorancia? ¿Cómo es posible esto, en un hombre que la Historia ha catalogado de sabio?

En primer lugar, es necesario hacer una puntualización. Esta frase se atribuye al sabio griego, aunque no aparece escrita en ningún texto. No obstante, en la obra Apología de Sócrates, Platón expone el discurso pronunciado por Sócrates durante el juicio innoble al que fue sometido. Dice así en uno de sus párrafos:

«Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no
sabe. Por otra parte, yo, que igualmente no sé tampoco, creo.»

Y de este párrafo se deduciría la frase que nos ocupa. Dicho esto, pasaré a exponer mis argumentos.

Para mí, la frase alude a la modestia, a una especie de exaltación de la humildad. Sócrates tenía amplios conocimientos de variadas materias, y sin embargo sabía de sus límites. Sabía que, por muchos conocimientos que alguien tenga, lo que no sabe es inmensamente mayor. Era consciente de esto, y trata de comunicárnoslo exagerando la proposición diciendo que el único conocimiento que un ser humano posee es el de no tener tal conocimiento. O sea, la sabiduría procede precisamente del reconocimiento de la propia ignorancia. Y creo que en esto se basaba la filosofía de Sócrates, en cuestionarlo todo, en poner todo en duda, y que el conocimiento sobre cualquier cosa nunca se acaba, siempre es posible aprender más. De este modo, a la hora de iniciar el aprendizaje de cualquier nueva materia hay que asumir la ignorancia sobre ella, y ponerse humildemente en manos de quienes nos van a enseñar.

La segunda parte de la frase socrática, opino, también podría valer para pararles los pies a ciertas personas que andan presumiendo de saber lo que ciertamente no saben. Cuántas informaciones erróneas no se habrán comunicado por gentes ignorantes o equivocadas solo por presumir, por vanagloriarse de un saber del que carecían; cuántas consecuencias nefastas no se habrán ocasionado con tales actitudes.

No es el único sabio que filosofó sobre este asunto. Algunos años antes que Sócrates otro ilustre pensador llamado Confucio dijo lo mismo con otras palabras:

«Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber.»

Quien sea consciente de esto podrá poner la atención en lo que ignora para aprenderlo y crecer como persona. Porque la orientación de la filosofía de Confucio era el perfeccionamiento de uno mismo, para lo cual se precisa de la sabiduría. Una sabiduría dirigida no solo al conocimiento del mundo que nos rodea, sino al autoconocimiento. Estas dos ideas constituyen el objetivo último del pensamiento del filósofo, y no tanto la salvación, puesto que esta llega con el «conócete a ti mismo» preconizado también por Sócrates. Si nos conocemos, si nos percatamos de nuestras falencias, podremos corregirlas, lo que derivará en la mejoría de nuestra moral, que es la puerta de la salvación.

Y es que, al cabo, la verdadera sabiduría no consiste en acumular conocimientos sino en usar correctamente los que se posean, sean muchos o pocos. Estoy absolutamente convencido de que Sócrates y Confucio SABÍAN esto. Como también lo sabía otro grande del pensamiento antiguo, Lao Tsé; porque con una frase suya, voy a dar por terminado el artículo:

«Saber que no se sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad.»

Sócrates y Confucio por: Jesús Fernández Escrich

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