PALABRAS DE ALIENTO

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VERDADERO HOMENAJE

Irak, agosto de 2003 un camión aparcado en las proximidades de la oficina de la ONU, en Bagdad, explota. Ha sido un ataque terrorista más, que causa la muerte de 22 funcionarios. Entre ellos, estaba el brasileño Sergio Vieira de Mello, alto comisario de la ONU para los derechos humanos.

Cuatro años después, en el día 28 de junio de 2007, la Organización de las Naciones Unidas inauguró, en Ginebra, un busto de bronce, en homenaje al diplomático brasileño. El busto, puesto en un pedestal, tiene una inscripción con el nombre de los otros 21 funcionarios muertos, en el trágico atentado. Seguramente justo, el homenaje, de quién luchaba en favor de los derechos humanos.

Mientras tanto, la noticia de que, en los próximos días, sería ahorcado, por la Justicia iraquí, el supuesto responsable por el ataque, llegó a los oídos de la familia de Sergio. Su madre emitió un comunicado, apelando para que la sentencia de muerte fuera revisada.

También el representante especial de la ONU sobre la independencia del poder judicial, emitió la misma suplica al gobierno iraquí.

Esta podría ser una noticia mas entre tantas; la madre de Sergio: “Él siempre ha estado en contra de la pena de muerte.” Este es con certeza, el mejor y verdadero homenaje que el brasileño podría recibir.

Cuando, en Brasil, se alzan voces para invocar la restauración de la pena de muerte, una madre, en memoria de su hijo, la propia víctima, pide por su verdugo.

Eso nos lleva a meditar sobre cuánto esa madre ama a su hijo, pues después de su muerte, suplantando el dolor de la separación y de su falta, lo respeta y busca hacer valer su voluntad.

Ella podría dejar todo como está. Al fin, Irak está tan lejos y el supuesto asesino le es desconocido.

Podría pensar que ella nada tiene con eso. Pero, como alguien que ama en profundidad, ella hace la suplica. Y recuerda los anhelos que marcaron la vida de su hijo.

Él luchaba por derechos humanos. Y la vida es el primer derecho a ser respetado.

Mientras tantos se apresuran a gritar palabras de orden en el sentido de que la pena de muerte se ponga en vigor en Brasil, necesaria se hace la manifestación de esa madre en defensa de la vida.

Ella sabe que nada traerá a su hijo de vuelta. Ella lo guarda en el corazón, pintando los recuerdos con las flores de su tierna y larga nostalgia.

No piensa en venganza. En su mente el respeto por el hijo amado y, posiblemente, el corazón de otra madre, esposa, hija, hermana, que mucho sufrirá con la muerte de su afecto, no importándole lo que haya hecho.

Si su suplica es atendida o no, solamente el tiempo lo dirá. Mientras, su gesto sorprendió a la sociedad.

Seguramente, muchas mentes repensarán sus posturas destructivas.

Otras tantas verán con ojos diversos la delicada cuestión de la pena de muerte.

Mientras tanto, la sociedad no se olvidara del especial, justo y verdadero homenaje de una madre a su hijo.

Un respeto que suplanta el dolor de la separación, la ausencia física del hijo amado, para expresar los ideales defendidos por quién vio su vida sesgada, tan violentamente.

Un ejemplo de perdón amor y respeto para seguir.
Redacción del Momento Espírita, con base en noticia publicada en la pág. 4 (Mundo), del periódico “Gazeta do Povo”, de 29.06.2007.Em 14.01.2008.

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