MÉDIUMS: OBJETIVOS Y RESPONSABILIDAD

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Médiums: Objetivos y responsabilidad
MÉDIUMS: OBJETIVOS Y RESPONSABILIDAD

 

Toda aquella persona capaz de percibir, recibir y trans­mitir las energías sutiles de otros planos distintos al físico, es un sensitivo.

La mediumnidad es la facultad que facilita el intercambio entre este plano físico y el vulgarmente conocido como «Más Allá», y cuya manifestación varía de una persona a otra, pues depende del tipo psíquico y del grado espiritual del ser que la posea.

Aclaremos que, la facultad mediúmnica es un simple ins­trumento, concedido al médium para su desarrollo evolutivo y el de todas aquellas personas en que recaiga su actuación, pero está limitada al empleo que le de el médium. Y que para ser un buen médium, es preciso reunir ciertas condiciones psíqui­cas y morales.

El médium es una persona comprometida antes de encar­nar, para realizar una determinada labor, siempre con objetivos espirituales, por lo que, está obligado a ser leal a su deber a efec­tos de que la labor llegue a su fin. Y como eslabón visible de una cadena invisible, está llamado a un doble trabajo:

Como parte invisible, a ofrecer todo lo que lleve dentro de sí, para conseguir ser ese intermediario «fiel» y «ajustado» a todo aquello que está dispuesto para él; cooperando así en su desarrollo mediúmnico.

Resaltando por tanto que, nunca podrá conseguir este objetivo, aquel que desconozca cuál es la procedencia de su facultad, el significado que tiene y los objetivos que debe de conseguir; cuál es el camino y medio para realizarse; que desco­nozca el mecanismo sutil del intercambio y el ambiente necesa­rio para su manifestación; así como, la astucia que utilizan las fuerzas inferiores para entretenerle o apartarle del desarrollo de su misión.

Y como aspecto visible, está obligado a proyectar la verda­dera imagen de la mediumnidad y a representar un papel de honestidad, renuncia, sacrificio y caridad; porque muchas per­sonas, primero necesitan ver, observar y conocer de cerca las in­terioridades de una doctrina, para convencerse de su autentici­dad.

Resaltemos aquí también, que no se puede beneficiar, a la ya de por sí mala imagen de la mediumnidad, si por la ignoran­cia y la irresponsabilidad, se «comercializa» lo que ha sido dado para entregar con amor y caridad. Y que no podrá cooperar en su propia superación ni en la de los demás, quien se fanatice con unas ideas que no sostienen el análisis de la razón.

Debido a la ley de Evolución, todo en el Universo —mar­cha—, hacia un constante perfeccionamiento. Y gracias a esta ley de progreso Universal, el hombre va perfeccionándose existen­cia tras existencia, mediante las cuales, el psiquismo humano ha ido experimentando una notable y acusada sensibilidad. Esa sensibilidad psíquica, ha ido permitiendo al hombre entrar en contacto con energías cada vez más sutiles del plano espiritual; de aquí, que el médium no sea un ser anormal, sino completa­mente normal, pero con una sensibilidad psíquica más acentua­da que la de los demás, que le permite percibir y transmitir aquello que los demás no perciben todavía, pero que en el trans­curso de su evolución espiritual, llegará un momento en que también empezarán a notar.

Debido a que es algo natural y consecuente de la propia evolución, esa sensibilidad del psiquismo humano, representa una cualidad como la de un nuevo sentido, al que todos estamos llamados a tener y desarrollar en nuestro transcurso evolutivo.

La sensibilidad psíquica que tiene el médium, es de origen esencialmente espiritual y no material como algunos sostienen, ya que proviene de las interioridades del alma.

Aquí en la Tierra, solemos quejarnos de que la mediumnidad nos trae problemas de orden físico o psíquico, por el des­conocimiento de las ventajas que se nos ofrece con ese présta­mo y por desconocer que ello es la consecuencia inalterable del compromiso asumido antes de encarnar. Sin embargo, en el «Más Allá”, no se veía de igual forma, porque se comprendía la endeudada posición espiritual en que nos encontrábamos; por lo que mucho habremos pedido, mucho habremos trabajado y mu­chos sacrificios nos habrá costado, el poder disponer de una oportunidad tan grandiosa que la Divina Providencia nos ha otorgado gracias al desenvolvimiento medianímico, porque entraña grandes dificultades el poder planificar una existencia apropiada a las necesidades del médium.

Al producirse el desarrollo psíquico se abre una «puerta» que une a nuestro plano con el «Más Allá», con lo cual se crea un fuerte vínculo de unión con esas energías y entidades exis­tentes en ese otro plano, ejerciendo entonces un mayor poder de influencia sobre las personas que poseen dicho desarrollo psíquico. De aquí que, si esas personas no tienen un dominio de sus deseos, pasiones o vicios, se produce una superexcitación en la sensibilidad del psiquismo, conectando así automáticamen­te con esas energías enfermizas y desarmonizantes, productoras de desequilibrios psíquicos, enfermedades y locuras, que a la vez, hacen perder el control espiritual de la persona, volviéndola así un instrumento dócil en manos de los espíritus malévolos desencarnados, produciéndose las obsesiones.

Por lo anteriormente expuesto, se comprueba claramente que, uno de los mayores errores cometidos dentro de este campo, venga causado por el deseo de la obtención de poderes psí­quicos o facultades mediúmnicas, porque se fuerza el normal desenvolvimiento del psiquismo humano y se va hacia el encuen­tro de esas entidades, sin el conocimiento necesario ni las cua­lidades morales imprescindibles; que representan un escudo ante todos esos males.

Dentro de estas personas puede haber quien lo haga por un deseo de ayuda hacia el prójimo, pensando que con este tipo de facultades podría ayudar más. A estas personas bien intenciona­das pero un poquito desorientadas, cabría decirles, que no se preocupen por la obtención de esas facultades psíquicas, ya que si sus deseos son sinceros y les fueran necesarias, las tendrían; CUMPLIENDO LOS PRECEPTOS DEL AMOR, LO DEMÁS VIENE POR AÑADIDURA. Para ayudar al prójimo hay facul­tades mucho mejores que las de tipo psíquico, tal y como son las facultades morales: humildad, entrega, desinterés, compren­sión, bondad, caridad, etc., facultades estas que verdaderamente ponen a las personas que las posean, en una posición privilegia­dísima para ayudar al prójimo. Además, todas las facultades de tipo psíquico, se DESARROLLAN Y VAN EQUILIBRADAS con las facultades morales.

Debemos comprender que Dios da a cada cual según le corresponde y según sus necesidades, que no tiene privilegios por nadie y que si no ha dado una facultad de tipo psíquico a una persona es, o bien porque no le corresponde o no la necesita, o bien porque va a hacer un mal uso de la misma, por no encontrarse capacitado para tal caso; cayendo así en innumerables errores y adquiriendo con ello grandes respon­sabilidades.

Existen dos ramificaciones claramente definidas dentro de la mediumnidad: Natural y de Prueba.

MEDIUMNIDAD DE PRUEBA.— Hay una gran mayoría de casos en que esa facultad que facilita el intercambio entre el plano físico y el espiritual, no es, como se piensa, el fruto del esfuerzo de quienes la tienen, sino que viene dada gracias a una concesión provisoria, como causa de una hipersensibi­lización prematura del psiquismo de esas personas, realizada an­tes de encarnar por los técnicos espirituales. Esto se lleva a cabo para que, gracias al buen desarrollo y desempeño de ese «prés­tamo» concedido, se puedan dejar zanjadas infinidad de deudas contraídas en el pasado, por la negligencia humana y el desco­nocimiento de la verdad de la vida. Pero esa facultad, puede desaparecer en cualquier momento, si a quien le ha sido conce­dida, la profana para satisfacerse a sí mismo; no porque la me­diumnidad se aparte de esa persona, sino porque la persona se aleja de la responsabilidad de ejercerla.

La mediumnidad de prueba tiene dos facetas: la voluntaria y la impuesta.

Voluntaria.- La mediumnidad de prueba voluntaria, viene definida en aquellas personas que llegado un momento, tomaron conciencia de su propia realidad espiritual y arrepentidos de los errores cometidos, se disponen a recuperar el tiempo perdido, comprometiéndose antes de encamar, a llevar a buen fin el de­sempeño de la labor mediúmnica. A estas personas se las puede identificar a través de las siguientes facetas:

a) Muestran una cierta voluntad de superación.
b)Se les ve buenos deseos de llevar a cabo su labor.
c)Aceptan resignadamente el trabajo reparador que el de­sempeño de esa mediumnidad les ofrece.
d)Son resignados ante las pruebas a que la vida les somete.
e)Muestran una cierta vinculación y predisposición hacia la labor que han venido a cumplir.

Impuesta.– Las facultades impuestas son aquellas que se conceden a los espíritus que todavía permanecen cómodos y un poco rebeldes, ante la realidad de la vida, ofreciéndoseles con ello una oportunidad valiosísima, para que a través de esa herramienta de trabajo, puedan reajustarse al camino evolutivo.

La mayor o menor perturbación psíquica de estas perso­nas, depende sola y exclusivamente de su propia conducta, ya que las imprudencias, rebeldías, mala voluntad y pasiones vicio­sas, generan disturbios psíquicos, y atraen por ley de Afinidad, a entidades maléficas que los incentivan. Por todo ello es por lo que normalmente se suelen despertar este tipo de facultades bajo la actuación directa de espíritus imperfectos u obsesores, que sintonizan con las inclinaciones del médium. No olvide­mos que a través de la mediumnidad, se toma relación directa y rápida con el «más allá», pero que ese «puente», lo mismo une con la luz que con las tinieblas.

Todo ello, sin embargo, sigue representando para esas personas un beneficio, ya que esos estados de desdichas y su­frimientos, les incentivan a buscar una solución para esos apa­rentes «problemas», encontrando en esa búsqueda a aquellas personas experimentadas que les puedan orientar e indicarles el por qué y para qué de todo ello, así como la forma de evitar­lo y la conducta a seguir. Gracias a ello, conseguirán orientar sus vidas, antes o después, acorde con las leyes espirituales encargadas de regir- el equilibrio y la armonía de la vida, así como la propia evolución del hombre.

Las personas que poseen estas facultades de prueba im­puestas, suelen manifestar las siguientes características:

a) Se sienten mucho más atraídas por las cosas materiales que por las espirituales.
b) Suelen tener un gran reparo hacia la mediumnidad que tienen.
c) Se rebelan ante esa facultad, rechazándola y negándola en la mayoría de las ocasiones.
d) Muestran una gran desgana hacia el trabajo y todo lo que se relaciona con su facultad.
e) Lo poco que hacen siempre les parece demasiado.
f)Y su desarrollo mediúmnico es incorrecto e incoherente, con grandes dificultades, por los desequilibrios y sufri­mientos psíquicos que padecen.

MEDIUMNIDAD NATURAL.— Es el fruto equilibrado de la espiritualidad, conseguido gracias al esfuerzo y al trabajo de la persona, que en sus diversas encarnaciones ha ido conquistando y adquiriendo una gran madurez espiritual. Esa perfección mo­ral aumenta la sensibilidad y engrandece la percepción psíquica del hombre, permitiéndole la interpenetración con el plano espi­ritual.

Representa el cenit de sus adquisiciones, y por tal motivo, se manifiesta presionando poco a poco de una forma tranquila y apacible, gracias a la fuerza que el espíritu ejerce para encau­zar a la persona, a través de unas inquietudes que le inducen a buscar cuál es la labor que ha venido a realizar, consciente de su propia responsabilidad.

Esta mediumnidad suele ser de una clarividencia o intui­ción bastante desarrollada, que da a la persona que la ostenta, la seguridad de una vida trascendente y continua; le une a ella y le orienta sus pasos por la vida, transfiriéndole el sentido y entendimiento de esa realidad espiritual.

Un claro ejemplo de esta mediumnidad natural lo tenemos en todos los grandes Avatares que han tenido la enorme respon­sabilidad de iluminar y orientar los pasos de la humanidad de la Tierra, ofreciendo un camino claro, sencillo y seguro.

(Continuará)

Médiums: Objetivos y responsabilidad por: Antonio Gómez Sánchez
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