Ley de jerarquía espiritual
En muchas mentes ansiosas del conocimiento de la Verdad de la Vida surge este interrogante: ¿Qué hay más allá del hombre?
Desde el ser más ínfimo dotado de vida, hasta el hombre más perfecto, hay una larguísima escala de ascensión, cuyos límites no podemos comprender los humanos dada nuestra limitada capacidad intelectiva y conceptual.
Pero, como necesario es ir penetrando en el amplio campo del conocimiento espiritual, daremos a conocer algunos aspectos que os lleven a comprender que, en ese espacio que vemos vacío por la incapacidad de nuestro sentido visual humano de ver más allá de lo físico, hay vida grandiosa en diversas dimensiones, hay otras inteligencias inmensamente desarrolladas, seres espirituales que han llegado a la perfección, en la cual están implícitas: sabiduría, pureza y amor.
Y esos seres espirituales, libres ya de las ataduras físi cas, están palpitando en amor y ansiosos de colaborar y cola boran en la Obra Divina del progreso de los mundos y sus humanidades. Seres espirituales de gran evolución, Luz y Poder, que fueron también seres humanos como nosotros en épocas pretéritas, y que han ido evolucionando, subiendo y subiendo gradualmente en la escala ascensional del progreso, en el transcurso de las edades, hasta llegar a la unificación con la Mente y el Amor Divino, esa Eterna Luz que se proyecta a todos los mundos del espacio infinito del vasto Universo.
Múltiples son las graduaciones que por ley van adquiriendo esos seres espirituales de gran Luz y Poder y diversas sus manifestaciones en el vasto programa del progreso de los mundos y sus humanidades; y que son los que componen las jerarquías espirituales colaboradoras en la Obra Divina del progreso.
Desde el punto de mayor jerarquía espiritual que es DIOS, máxima Sabiduría, Amor y Poder de todo el Cosmos, hay una escala descendente hasta llegar a los planos crísticos de las múltiples constelaciones, en donde moran los cristos o espíritus reintegrados, que son los mentores y guías de las humanidades planetarias. Más, entre esos dos «puntos» siderales, hay seres elevadísimos de una magnitud tal, potencias cósmicas (que algunas escuelas esotéricas denominan ingenieros y arquitectos siderales), y que como humanos no podemos comprender; tales como los encargados del mecanismo por medio del cual se inicia la vida en los planetas, o sea el origen de las especies y formación de las razas; otros, de la formación de sistemas planetarios; otros, de la renovación; otros, de la conservación, etc., etc..
Muy posible es que, para alguno de nosotros, esta sín tesis de la Ley de Jerarquía Espiritual parezca una fantasía o un concepto de dudosa veracidad. Libres somos de aceptar o rechazar éste u otros conceptos nuevos. Pero, como ha sido explicado en la primera lección de este curso, al tratar el tema sobre la búsqueda de la Verdad; no debemos rechazar concepto alguno porque no pueda ser entendido en el momento, ya que sería limitar a nuestra capacidad intelectual ciertas verdades grandiosas.
Para una mejor comprensión de lo que vamos a exponer, necesario es conocer que, en ese espacio del Universo que vemos vacío, hay plenitud de vida espiritual en acción constante y realizadora, en diversos grados de manifestación, como diversos y múltiples son los grados de evolución de los seres que lo componen y moran en diversos planos y dimensiones siderales, desde donde se domina la inmensidad del vastísimo Universo y sus mundos; y puede contemplarse la pequeñez de los acontecimientos en los mundos físicos. Son planos de amor puro, desde donde irradian energías purifi cadoras y realizadoras que fluyen para el plano físico, a través de los planos intermedios. Pero, esas energías maravillosas, esas fuerzas magnéticas poderosas de los Seres espirituales elevados, no pueden tomar contacto con la humanidad si no son requeridas mediante la invocación de los humanos.
Y esa invocación efectuada con verdadero sentimiento y fe, crea una vibración (y un conjunto de vibraciones cuando la invocación es colectiva) que puede alcanzar esos Planos de Amor, sirviendo de enlace o unión, como «canal», para que esas fuerzas purificadoras y realizadoras tomen contacto con el plano físico y la humanidad.
A fin de hacer más accesible a nuestro entendimiento, enfoquemos este estudio en lo concerniente a nuestro mundo espiritual, desde la dimensión del plano donde el Cristo, espíritu puro reintegrado hace millones y millones de años, y de mayor jerarquía y poder, dirige la evolución de nuestro mundo; y para lo cual es asistido por sus colaboradores, seres espirituales en diferentes grados de evolución en el espacio, así como encarnados en el plano físico.
Como espíritu reintegrado. Cristo recibe el pensa miento de la Mente Divina. Y el pensamiento del Cristo es captado también por Mentes poderosas de los Planos Elevados, quienes van llevando a los distintos planos de rea lización o misiones de servicio distribuidos en los diversos planos astrales y en el plano físico, irradiando hacia esos planos vibraciones poderosas.
Pasemos ahora a intentar la descripción muy resumi da, de algunas de las muchísimas misiones en el mundo espiritual de nuestro planeta, conocido como astral.
Y en él hay seres espirituales de Luz en los planos superiores, dirigiendo cátedras de las ciencias, de las artes y otras modalidades en el campo del conocimiento, para aque llos desencarnados que desean continuar perfeccionándose en su arte o profundizando sus investigaciones científicas.
Hay otros que, desde esos planos superiores, orientan mentalmente a las personas que dirigen organizaciones humanas que se dedican a ayudar a la humanidad en los diversos aspectos, y para lo cual se valen también de otros seres de menor jerarquía.
Hay espíritus sanadores, seres de mediana y superior evolución que, por amor a los que sufren, y habiendo sido médicos como humanos, tratan de ayudar, curar, aliviar los dolores y fortalecer a aquellos humanos enfermos que, den tro de la Ley, les sea permitido. Pero, siempre responden con su amor y su poder magnético a la llamada del sufriente que implora ayuda.
Ley de jerarquía espiritual por: Sebastián de Arauco