LA CARIDAD

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La Caridad es la esencia 
de la virtudes humanas, 
y de las almas cristianas 
el brillo y la transparencia.
 
Su belleza singular 
es fuente de inspiración 
para todo el corazón 
que sabe sentir y amar.
 
De su mano por la Vida 
nos lleva del Bien en pos, 
y nos conduce hacia Dios 
el alma fortalecida.
 
Su hálito bienhechor 
genera luz y belleza, 
desarrolla la nobleza 
y hace sublime el Amor. 
 
Amortigua del dolor 
el clamor universal, 
devolviendo bien por mal 
sin acritud ni rencor.
 
En su misión redentora 
de Jesús sigue las huellas, 
de sus parábolas bellas 
haciéndose ejecutora.
 
Enalteciendo la obra 
del Divino Redentor, 
para su Reino de Amor, 
del abismo nos recobra.
 
Nos abre de par en par 
las puertas del corazón, 
para de la imperfección 
el signo avieso borrar.
 
Bajo su influjo divino 
florecen todas las cosas, 
y se convierten en rosas 
los abrojos del camino. 
 
Del débil es el sostén, 
el consuelo y la esperanza, 
y al fuerte le da templanza 
y consistencia en el Bien.
 
De sus aguas cristalinas 
se nutren los corazones 
que cifran sus ambiciones 
en las regiones divinas.
 
Pues a cambio de su acción, 
cuantos la siembran y aman, 
nada esperan ni reclaman 
del mundo en retribución.
 
Su función espiritual 
no reconoce fronteras, 
y de las almas austeras 
es el credo universal.
 
Originaria del Cielo,
Dios la puso en nuestras 
vidas para cerrar las heridas
del humano desconsuelo.
 
Para hacerse de Su Amor 
testimonio y Luz Divina, 
y de toda acción mezquina 
rectificar el error.
 
Nuestra propia evolución 
a sembrarla nos obliga, 
pues, por mucho que se diga, 
«sin ella no hay salvación».
 
No hay ritos sacramentales 
que hagan al hombre divino, 
si de su amor cristalino 
no bebe en los manantiales.
 
Pues sólo por el Amor, 
el Bien y la Caridad, 
logrará la Humanidad 
liberarse del dolor. 
 
 
JOSE MARTINEZ
 
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