Desde hace algunas décadas, ya la ciencia comenzó a descubrir la importancia, la influencia y la naturaleza de los pensamientos y los sentimientos, no solamente para la persona que los emite, sino para todas aquellas personas que sintonizan con ellos o se encuentran en su área de influencia.
Es muy importante el hecho de que la ciencia, la psiquiatría, la neurología y algunas otras especializadas en la conducta humana, ven la importancia que tienen los pensamientos y sentimientos como fuerzas vivas y no como una entelequia; es realmente muy importante, porque eso es lo que son, fuerzas, energías que condicionan la vida de todas las personas.
Según se piensa, según se siente, así se actúa, y por lo general las personas vivimos en la atmósfera que nosotros mismos creamos con nuestros pensamientos y emociones; si estas son nobles y elevadas, el equilibrio en la persona se abre paso; si son pensamientos distorsionados, emociones tóxicas o derivadas de los defectos morales, como la ira, el resentimiento, la venganza o el odio, sin duda ninguna, las energías que esos sentimientos y emociones generan en la persona son destructivas, venenos tóxicos que afectan al periespíritu, deterioran las células y acaban por estropear la salud de la persona que los alimenta; todo esto que la ciencia humana materialista ya está empezando a descubrir, se sabe desde hace mucho tiempo.
Al igual que las personas vivimos envueltas por la atmósfera que nosotros mismos creamos, no podemos olvidar que, en los lugares donde nos ubicamos y vivimos, se producen interacciones entre las personas que lógicamente alimentan determinados estados de energía: positivos, negativos, favorables, desfavorables, desagradables o ansiosos, o bien dan paz, serenidad y tranquilidad a las personas que visitan esos lugares o que allí se encuentran; o hacen que la angustia, la ansiedad y la permanente intranquilidad e incertidumbre agobien sus corazones, sus mentes, y les predispongan a situaciones y comportamientos erráticos, violentos o de desequilibrio y desarmonía, que terminan afectándoles.
Cualquier lugar donde un ser vivo se manifiesta, piensa, siente o actúa, se ve impregnado por parte de la energía de ese ser vivo. Cuando los seres vivos se reúnen, el ambiente se torna saludable, elevado, próspero, feliz, armónico, o por el contrario deprimente, tóxico, negativo y total y absolutamente perjudicial para las personas que allí acuden.
En función de los pensamientos y sentimientos que se generan en el lugar donde nos encontramos, el ambiente se hace de una forma o se hace de otra. Respiramos y vivimos en el ambiente espiritual que nosotros mismos emanamos y creamos.
Seamos conscientes de ello y trabajemos en la limpieza de nuestros pensamientos y sentimientos, porque redundará no solamente en nuestra salud, en nuestro equilibrio y elevación espiritual, sino también en el nivel de energía espiritual que podamos tener para afrontar cualquier tipo de dificultad que se nos presente, en nuestros hogares o allí donde nos encontremos.
En conclusión, deberíamos prestar atención con bastante precisión al tema de las influencias, pensamientos y sentimientos negativos que nos llegan; no solo desde el plano espiritual, sino también por parte de otros hermanos encarnados que, por envidia, por celos o por otras cuestiones, no son capaces de controlar su mente y lógicamente nos afectan.
¿Sabéis cómo debemos desembarazarnos de esas influencias negativas? Pidiendo ayuda con la oración, procurando rechazarlos, y al mismo tiempo no hacerlos partícipes ni alimentarlos de ninguna de las maneras, porque eso nos perjudica, a nosotros y a todos los que están a nuestro alrededor.
Debemos ser conscientes de esto y estar permanentemente vigilando para que no nos afecten todas estas influencias.
Trabajemos pues en la limpieza de nuestros pensamientos y sentimientos, porque redundará, no solamente en nuestra salud, en nuestro equilibrio y en nuestra elevación espiritual, sino también en el nivel de energía espiritual que podamos tener para afrontar cualquier tipo de dificultad que se nos presente.
Si no actúas como piensas, terminarás pensando como actúas.
Infuencia de los pensamientos por: Un espíritu