Expiación y prueba
Voy a relatar una experiencia personal de una de mis vidas, hace ya algún tiempo.
Allá por el siglo XVI reencarné en Francia en una situación penosa, en los arrabales de la gran ciudad, con un padre enfermo, imposibilitado de traer el sustento a casa, y una madre con varios hijos a los que no podía atender debidamente.
Ese padre y esa madre habían sido espíritus vinculados conmigo en otra existencia en la que yo, en una posición de poder y de dominio como gobernante de un reino, abusé de su confianza; ellos me perdonaron y se prestaron a venir de nuevo conmigo para acompañarme en esta expiación que debía realizar en esta nueva existencia.
Ellos no solo se sacrificaron por mí, también por mis hermanos, y eligieron esa vida de miseria, dolor y sacrificio, amparándome todo lo que pudieron, hasta que tuvieron que partir al otro lado dejándonos en la más cruel orfandad.
Desperdigados cada uno de mis hermanos y yo, fuimos buscándonos la vida como buenamente pudimos. Viviendo rodeados de podredumbre, de roedores que querían arrebatarnos la poca comida de la que disponíamos, tuvimos que salir al mundo, en esa época de desgracia, donde las guerras todavía perduraban y el pueblo vivía esquilmado por la pobreza, la angustia y el dolor.
Tuve la oportunidad de caer en gracia, como sirviente, a un cochero de una casa noble, al cual ayudaba a cargar los bultos que, ya por su edad, se veía imposibilitado de cargar. Él me ofrecía comida a cambio de trabajo.
Conocí a los señores de la casa y caí en gracia, relacionándome con su hija de mi misma edad, apenas ocho años.
Pronto se despertó en mí una serie de cualidades que yo desconocía tener, una agudeza mental extraordinaria y un ansia de aprender fuera de lo común. Gracias a esa relación pude aprender a leer y escribir con una habilidad extraordinaria, que yo ignoraba de donde procedía, para las artes, la literatura y la música.
Me fui abriendo paso en la sociedad de la época, de tal forma que comencé a recibir honores y prebendas, y muy pronto era disputada mi capacidad artística y literaria por multitud de ricos y nobles.
Una vez encontré ese estatus social y de fortuna, volví a caer en los mismos errores que había tenido en la existencia anterior.
Cuando desencarné, me pude dar cuenta de que la Divina Providencia había solicitado el rescate de mis faltas de vidas anteriores con esa infancia desgraciada. Tuve que expiar, y después llegó la prueba, la cual no superé.
El dolor y la aflicción fueron mucho mayores cuando, después de bastante tiempo de oscuridad en el otro lado, pude abrir los ojos y encontrarme con aquellos que fueron mis padres, y que tanto sacrificio realizaron al venir a la Tierra y expiar conmigo faltas que no merecían; y ahí, a través del ejemplo de ellos, pude comprender la diferencia entre la expiación y la prueba; pude entender que toda expiación es también una prueba para el espíritu, pero no toda prueba es una expiación, como les ocurrió a mis padres en esa existencia.
El contenido moral de esta historia es que comprendáis que es preciso esforzarse para superar las pruebas, porque nunca sabemos si esas pruebas son o no expiaciones que debemos saldar, como ocurrió en mi caso. Siempre nos ayudan a progresar y es una oportunidad para saldar deudas del pasado.
Expiación y prueba por: Un espíritu