Cuartetos.
Nos cuenta la tradición
que, terminado el adviento,
se produjo el nacimiento
del Rey de la Redención.
No sé si será verdad
este rito tan añejo,
pero yo sí lo festejo:
me gusta la Navidad,
porque la gente suaviza
su duro comportamiento;
eleva su pensamiento;
y su moral enfermiza
por un tiempo se depura,
y al menos por algún día
sus sentimientos desvía
al amor y la ternura.
No pensar en si nació
en agosto o en diciembre;
lo que vale es que se siembre
el saber que predicó.
¿Qué importa si Jesús vino
en invierno o en verano?
Vino a tendernos su mano
y a darnos su amor divino.
Para acabar la poesía,
este cuarteto leeré
que no hace mucho escuché
a un poeta. Así decía:
“Gracias al inmenso amor
del Maestro que redime,
puedo decir sin error:
-Yo también seré sublime”.
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