1
Cuando vengas a mi tumba
deja a un lado la tristeza,
piensa que ahora soy libre
sin dolores ni cadenas,
sin espacios y sin tiempo
para deshojar mis penas.
Piensa que ahora poseo
una conciencia más plena
para cosechar el fruto
de tanta semilla buena.
2
Cuando vengas a mi tumba
no traigas otra oración
que la que fluya en silencio
de tu noble corazón,
sin fórmulas, muletillas,
ni frases de ensoñación.
Solo trae bellos recuerdos
o la llave del perdón,
esa que abre las puertas
de la paz sin redención.
3
Cuando vengas a mi tumba
tráeme un ramo de tu amor
con las flores del progreso
sin aroma y sin color.
No le hables a mis huesos,
ellos moléculas son
que un día me acompañaron,
pero tras la evolución
ya son parte de un insecto,
de un árbol o de una flor.
4
Cuando vengas a mi tumba
tráeme notas de alegría.
Dime que estás aplicando
lo que yo te enseñé un día,
el valor, el sacrificio,
la lucha y la gallardía.
Deja en casa los problemas
porque esa cruz ya no es mía.
Te toca sembrar a ti
sobre la tierra baldía.
5
Cuando vengas a mi tumba
no traigas libros contigo,
tráelos dentro de tu mente
igual que un embrión de trigo.
Ya no preciso leer,
pero ésta regla yo sigo.
“Solo se aprende aplicando,
con el bien como testigo”.
Pero si quieres traerlos,
como quiera te bendigo.
6
Cuando vengas a mi tumba
transpórtate en una estrella,
yo te espero aquí en mi casa,
la casa más grande y bella.
La Casa de nuestro Padre,
sin diezmos y sin doncella.
Las que erigen en la Tierra
no le hacen sombra a ella.
Aquí obtendrás las respuestas
para el rayo y la centella.
7
Cuando vengas a mi tumba
no vengas con sufrimiento,
tus lágrimas no me mojan,
solo caen sobre el cemento.
Ya yo brillo cual estrella
en nocturno firmamento
y camino en otra ruta
sin pisar el pavimento.
Por eso sonríe conmigo
sin quebranto ni lamento.
Las flores del cementerio
tan solo las huele el viento,
pero yo te puedo ver
y quiero verte contento.
8
Cuando vengas a mi tumba
no te pongas de rodillas.
No quiero verte humillado,
a quien se ama, no se humilla.
Si quieres decir te quiero
basta una frase sencilla.
El respeto flota sólo
como la humilde avecilla
o cual frágil cucubano
que hasta en la tormenta brilla.
Si algo quieres prometerme,
mejor planta una semilla.
9
Cuando vengas a mi tumba
sigue la ruta trazada,
esa que el dolor define
al igual que una alambrada
y camina por el centro,
sin que te perturbe nada.
Cuando quieras visitarme
no emprendas larga jornada
por miedo a que el cementerio
tenga su puerta cerrada.
10
Solo búscame en tu mente
sin distancia humanizada.
Yo siempre estoy a tu lado
porque en mi panteón no hay nada.
Solo polvo de recuerdos
de una vida consumada,
pues mi tumba no fue el fin,
ella fue puerta de entrada
a una vida más completa
que es Eterna y Continuada.
GREGORIO RIVERA SOTO
Puerto Rico; 10 de MAYO 2014