Voces del alma resuenan
en mi corazón dormido,
para que no eche en olvido
que el espíritu serenan.
Y se despierta a la vida
del espíritu inmortal,
para combatir del mal
y el dolor la acometida.
Retoma de su pasado
la luz de la inspiración
que fuera de su ilusión
el objetivo anhelado.
Y canta, canta de nuevo
la canción espiritual
del Amor Universal
que dentro del alma llevo.
Enamorado del Bien,
del Amor y la Verdad,
al son de la Caridad
de Dios procura el sostén.
No tiene anhelos mayores
ni mayores ambiciones,
que conquistar corazones
con la luz de sus amores.
Proyectar en sus canciones
la luz de la Eternidad,
para de la humanidad
erradicar las pasiones.
Para avivar de la Fe
la llama desvanecida,
y esclarecer de la Vida
los enigmas y el por qué.
De nuevo en actividad
se supedita al deber
de servir y responder
a la voz de la Verdad.
De propagar del Amor
la redentora Doctrina,
que hacia Dios nos encamina
y libera del dolor.
Desandar quiere el camino
del error y del pecado
a que vivió encadenado
por la fuerza del Destino.
Y se esfuerza cada día
en su misión redentora,
proyectando sin demora
la luz que al Cielo guía.
La vida le ha reportado
desengaños y traiciones,
amargas desilusiones
y un doloroso pasado.
Pero la voz de la «muerte»
lo ha despertado a la vida
que en el Bien lo consolida
Y en el dolor hace fuerte:
La redentora Doctrina
del espirita Ideal,
que nos separa del mal
y hacia Dios nos encamina.
JOSÉ MARTÍNEZ FERNÁNDEZ