CONGRESO NACIONAL DE ESPIRITISMO 1981

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(Viene del anterior)

LA REENCARNACION EN LA FILOSOFIA
ESPIRITA
 COMO FACTOR EVOLUTIVO

Muchos filósofos bien conocidos, tales como Pitágoras, Sócrates, Platón, Hermes Trismegisto, Apolonio y muchísimos otros sostuvieron como verdad la ley de los renacimientos.

Las escuelas de Sócrates y Platón aseguraban que:

«Las almas toman nuevos cuerpos para repetir una y otra vez sus vidas físicas, a fin de desarrollar las facultades de la psiquis y adquirir la sabiduría».

Más aun. Podemos referir el pensamiento de Hermes Trismegisto, ese gran filósofo que perteneció a la Escuela Iniciática del antiguo Egipto. Sostenía: «Las almas malas y bajas permanecen encadenadas a la Tierra por múltiples renacimientos; pero, las almas virtuosas suben volando hacia las esferas superiores».

Y esta otra frase de Pitágoras: «Una vida en la carne, no es más que una anilla en la larga cadena de la evolución del alma—.

Y para aquellos descreyentes de la religión de herencia familiar, que han perdido la fe de un Dios de Amor y Sabiduría y por ende justicia perfecta; por no tener quien les aclare, algunas de las injusticias aparentes, como son las desigualdades humanas; voy a presentar algunos argumentos que, a más de fortalecer nuestra convicción, podamos iluminar esas mentes.

Porque es precisamente, en las desigualdades humanas donde puede apreciarse con toda su fuerza, la prueba objetiva de la reencarnación.

Pues, esas desigualdades humanas, hermanos míos, no son caprichos de la Naturaleza ni de la suerte, .como algunas personas ignorantes creen. Esas desigualdades humanas son, la demostración fehaciente de los diversos estados evolutivos de las personas que componen nuestra humanidad.

Todos vosotros conocéis personas inteligentes y personas torpes y brutas.

También conoceréis personas bondadosas inclinadas al bien y personas ruines inclinadas al mal.
Conoceréis también, ambientes sociales en donde vienen criaturas al mundo en miserables condiciones. Algunos niños nacen de padres brutos y malvados, para sufrir en la infancia toda clase de malos tratos; mientras que otros niños nacen en el seno de familias cultas y bondadosas, donde reciben un trato amoroso y una educación esmerada.

Preguntad a esas personas que niegan la reencarnación, si Dios puede ser el autor de tales desigualdades.

Si consideran o consideramos a Dios como la máxima sabiduría del Cosmos, Amor y Perfección Absoluta, ¿puede, en buena lógica, admitirse que las desigualdades e imperfecciones humanas procedan de esa Perfección Absoluta?

Y esos seres humanos que ya nacen enfermos y tarados, como los idiotas, mongólicos, deformes, etc., ¿pueden ser creación de Dios?

Y esos otros que nacen inteligentes, sanos y en ambientes donde todo les favorece para una vida mejor, ¿son, acaso, objeto de preferencia o favoritismo de Dios?

¿Puede admitirse, por un momento, un Dios que favorezca a unos y desfavorezca a otros?
No, hermanos míos, porque Dios es Amor y ama a todas sus criaturas por igual.
Entonces, ¿cuáles son las causas de esas desigualdades humanas?

SU PASADO

Dios, esa Grandiosidad Cósmica que desconocemos, pero que comenzamos a vislumbrar a través de su manifestación, está vibrando constantemente en Amor, un amor que los humanos no comprendemos todavía, por nuestra escasa evolución.

Debemos llevar a la comprensión de las gentes que Dios es Amor y ama a todas sus criaturas. Y que los aspectos dolorosos que vemos en la humanidad, son efectos de causas creadas por los mismos que sufren, son el fruto amargo de un ayer criminoso, de sus errores en el pasado más o menos remoto; es la cosecha obligatoria del sufrimiento que sembraron en sus vidas anteriores. Porque, como ya bien sabéis, el espíritu y con él el alma, es la misma unidad en los diferentes cuerpos o diversas vidas humanas. Y siendo el Ser espiritual el mismo, recoge en unas vidas lo que siembra en otras.

Debemos llevar a la comprensión de las gentes que, si bien somos libres de obrar en el bien o en el mal, porque la libertad es ley divina, somos responsables de las consecuencias.

Y cuando obramos en el bien, cuando actuamos con justicia y equidad, con amor fraterno en nuestra vida diaria, estamos creando un ambiente de armonía psico-física de paz, para una vida humana mejor y más feliz, estamos contribuyendo a nuestro progreso espiritual y ascendiendo en la escala de la evolución.

Pero, practicando el mal, en cualquiera de los aspectos que vemos en nuestro mundo de hoy, estaremos creando causas cuyo efecto será el dolor.

Por ello, muy necesario es llevar a la comprensión de las gentes, cada uno de nosotros en nuestro ambiente, que, de acuerdo con nuestro comportamiento en la vida presente, estaremos creando nuestro destino futuro: de felicidad o de dolor. 0 sea que, con nuestra conducta, con nuestras actuaciones en la vida actual, y aún con nuestros sentimientos y pensamientos, estamos conformando las bases para la clase de vida o vidas futuras. De esto, no nos quepa la menor duda.

Y concluyo esta exposición con un llamado a nuestra Mente y Alma, a nuestra razón y a nuestro corazón.

No escondamos la Luz debajo del «celemín», como dijo el más sublime de los maestros.

No hagamos como el avaro que esconde sus riquezas para sí solo.

Demos, divulguemos este conocimiento para que todos se beneficien.

Estamos en los últimos días de la actual civilización, y el tiempo apremia.

Convirtámonos en los obreros de la última hora.

Determinémonos firmemente a difundir la verdad de la reencarnación y la ley de causa y efecto, y con ello estaremos colaborando en la Obra redentora del Cristo, a la vez que trabajando en nuestro propio progreso espiritual y evolución.

No nos dejemos dominar por el comodísmo, que frena el progreso del Espíritu.

Sembremos, con amor, la semilla del Conocimiento, para poder disfrutar de la cosecha prometida.

Que la Luz del Cristo ilumine nuestra mente, para la realización de nuestro destino.

Con amor fraterno,

SEBASTIÁN DE ARAUCO
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