Saber valorar todo lo que uno tiene en su vida, es el comienzo de una vida completa, sencilla y libre de obstáculos para el propio progreso.
El saber vivir implica una conciencia y una claridad de mente para poder resolver los distintos problemas que acontecen en la vida de todos nosotros. Dar importancia a lo que merece la pena, a lo que nos hace libres y felices, alegres y capaces para seguir los objetivos marcados antes del nacimiento. Buscando dentro de nosotros las cualidades que nos hacen ser, mejores personas. Sacar las cualidades más profundas de nuestro ser, esas que habitan en el espíritu que somos y que tenemos que descubrir. Y todo ello, para que nuestras actitudes sean siempre las correctas en la medida de lo posible y seamos ejemplos de nuestros actos allí donde estemos.
Con nuestra actitud, muchas ocasiones sin necesidad de hablar podemos transmitir, opciones caminos, para que otros sepan cómo actuar sin producir discordia, desequilibrio a su alrededor e interiormente. Y conseguir paso a paso, la armonía necesaria para que la sociedad marche hacia metas mejores y más elevadas.
Creando a nuestro alrededor el respeto, la consideración, el ánimo, la fraternidad y alzarse como triunfo de esas almas que luchan por conseguir un mundo de orden, de compromiso con los otros y de verdadera caridad.Ya que nuestro fin último es el amor. Éste es el imponderable universal, es el que mueve todo el Universo con sus manifestaciones, es el que da origen a nuestra vidas, el que es capaz de crear a otros, de resolver asuntos delicados, de arrastrarnos hacia el deber de esforzarnos en ser cada día mejores, más bondadosos, más firmes en nuestros propósitos, en nuestro camino llamado vida.
Aprender a vivir con calma, con paciencia, con firmeza, con voluntad y honradez, una vida sencilla y ejemplar, donde nosotros seamos los artífices de nuestros proyectos que deben de resultar siempre, en conseguir las metas propuestas y así, cumplir con nuestros objetivos como almas que venimos una y otra vez, hasta terminar nuestro trabajo como seres inferiores. Saldando débitos del pasado que nos liberarán de las fuerzas que nos arrastraron un día a cometer errores que nos costaron verdadero sufrimiento. Ésta es la
cuestión digamos más importante en todo el proceso de la vida en la materia, el liberarnos del sufrimiento. Y brillar un día como verdaderas almas ya libres de la opacidad y del sufrimiento.
Siendo respetuosos con todo aquello que nos rodea, dando siempre un pequeño paso hacia delante, en este imparable sendero de la Evolución hacia otros planos de bienaventuranza.
Queremos un mundo mejor, hagámoslo sólo depende de nosotros y para ello se hace necesario crearlo dentro de nosotros y sentirlo como real para que suceda.
Vayamos dejando a un lado los rencores, el odio, los celos, las maneras violentas y agresivas en el actuar para con los otros, y agarrarse fuerte a la bondad, a la sinceridad de corazón que lleva implícita la honestidad y la ética, para poder así, abrazar peldaños más elevados de nuestros espíritus que ya nos piden en este momento de plena transformación y grandes cambios el dejar las luchas por cuestiones que nos arrastran a actitudes inferiores y al sufrimiento constante, así como a vivir separados de nuestros hermanos que caminan a junto a nosotros, en esta incesante Ley Evolutiva del Universo.
Nada nos cuesta dar y entregar amor, amistad verdadera, sostén en momentos difíciles. Pues es para todo ello que venimos a participar de esta gran magia divina llamada vida, la cual está llena de gran misericordia divina. Tenemos un camino que andar y si éste lo realizamos junto a otros compañeros de viaje, creceremos en confianza y nuestra alma sentirá la dicha al verse acompañada de otros que nos ayudan y apoyan en la construcción de una Humanidad Dichosa. Una Humanidad que prospera y marcha hacia
los designios marcados desde planos superiores que con alegría y mucho amor, esperan lo mejor de todos nosotros.
Abandonando la lucha constante en lograr bienes materiales, que una vez adquiridos, no nos satisfacen, porque cuando se manifiesta la conciencia y nos dice que tenemos que ir por otros caminos donde habitan cualidades que hacen grande al hombre y lo llenan de inmensa paz y alegría que comparado con dichos logros, nada tienen que ver, porque son esas cualidades las que nos dan la energía para penetrar en lo más hondo de nuestras almas y así, comprender el porque de nuestras existencias en este plano. Es entonces, que transformándonos en seres amorosos es como podemos cambiar todo lo que existe a nuestro alrededor. Porque el amor tiene esa cualidad de transformar y crear espacios donde la dignidad, y la verdad exista.
Dejando el pasado, la educación que no nos sirvió, las formas, maneras de ser y estar en este mundo llenos de apatía, viviendo en la monotonía interior, en la desesperación porque no hemos ahondado dentro de nuestras conciencias, reflexionado el porque de nuestras existencias, de la permanencia en la tierra, y también a cerca de lo inevitable, la muerte del cuerpo físico. Somos energía en constante proceso de transformación, los físicos cuánticos han descubierto la existencia del alma como entidad que piensa, a la cual le llaman «mónada». Y entonces el cerebro sólo es un emisor-receptor de información. Dicha mónada, es la que vierte el contenido de los deseos al cerebro, que por su construcción energética, sirve a ésta mónada, para darle la capacidad de la comunicación y aprendizaje con la intención de evolucionar, de progresar. Y cuando la calidad de nuestras emociones que nos llegan desde esa mónada no son equilibradas, nuestro organismo sufre y enferma.
Tenemos una gran ciencia llamada «Espiritualidad» que nos hace comprender muchos de los procesos que se dan en la vida y en el universo mismo.
Siendo cada día más conscientes de nosotros, podemos crear paz y equilibrio en nuestro interior para afrontar los distintos retos que se nos presentan a lo largo de nuestras vidas, sin que estos nos creen desánimo, confusión, desasosiego y sufrimiento. Es por esto, que la vida es preciso entenderla en su verdadera y extensa dimensión, donde nosotros somos una parte de ella, a la cual nos debemos por muchas causas aunque quizás la más importante sea la gran misericordia y amor del Padre hacia todos nosotros, al darnos otro cuerpo donde poder seguir aprendiendo y devolviendo bien por mal de otras existencias pasadas. La vida es un mar de magníficas oportunidades para aprender el camino del bien y del amor. Es un sin fin de caminos por donde dirigir nuestras pasos, hacia valores cada vez, más elevados y acordes con las enseñanzas de nuestro querido y amado Maestro Jesús. Aprender a vivir será entonces, aprender a ser amor. Ser ejemplos vivos de sus grandes enseñanzas, practicándolas en la medida de nuestras posibilidades y siempre que tengamos la oportunidad de hacerlo.
Bien es cierto, que estamos muy condicionados por la propia materia orgánica, y ello nos hace más dificultosa la tarea de llevar a cabo las enseñanzas sublimes del Maestro, aunque conocedores de dicho condicionamiento, debemos poner todo nuestro empeño en la realización y materialización de las mismas, a fin de conseguir los logros que cada uno de nosotros tenemos asignados, en la gran escala evolutiva.
J.F.D.V.