Reflexiones sobre el reino animal
Fijémonos un momento en la foto anterior: un gato abrazando a un periquito. De primeras, puede parecer que el felino acaba de capturar al ave y se dispone a un rico festín. Pero no; una vez más, las apariencias engañan. Esta imagen es un fotograma de un video que circula por Internet en el que se ve al gato jugueteando con el pájaro; lo abraza, lo lame; y éste no solo no hace ademán de huir, antes al contrario, es el periquito el que se acerca al felino, lo picotea en la cabeza, y el gato lo coge y juguetea con aquel, el cual se deja querer.
¿Qué está pasando aquí? ¿Es esto una transgresión de las leyes naturales? Porque está claro que en la Naturaleza está escrito que el gato debe cazar para comer, y sus presas más habituales son los ratones y las pequeñas aves. Entonces, ¿qué? Puede suceder que, simplemente, ambos animales son domésticos y han convivido juntos desde cachorros. Están acostumbrados a la cohabitación y nunca habrá ningún problema. ¿O sí podría haberlo? ¿Qué sucedería si los dueños de las mascotas se olvidasen de alimentar al gato? ¿Estamos completamente seguros de que el mamífero no dejará de ver al pájaro como compañero de juegos y su percepción cambie a la de alimento? Porque esto es lo natural: el gato caza para vivir y el pájaro huye para evitar que se lo coman. Es su instinto, de los dos. Es lo que anima al Mundo Animal a seguir adelante. Y el instinto es la forma de conducta que Dios ha puesto en los animales para su tránsito por este mundo que compartimos con ellos.
Hechas estas consideraciones, ¿cabría pensar que Nuestro Señor altera las propias leyes que Él mismo ha instaurado? Esto no cabe en cualquier inteligencia medianamente desarrollada. Luego, debe haber algo que va más allá de nuestro precario entendimiento. Aun así, voy a reflexionar sobre el asunto y atreverme a emitir un juicio de valor, a sabiendas de que muy probablemente me equivoque. Allá va mi opinión:
Creo que Dios permite a veces estos comportamientos «anómalos», «antinaturales», como una enseñanza para nosotros, los beligerantes humanos; si dos especies de animales, naturalmente antagónicos, son capaces de convivir en armonía, los pueblos de la Tierra también podrían hacerlo, a pesar de sus distintas razas, distintos credos y diferentes formas de entender la vida.
Reflexiones sobre el Reino Animal por: Jesús Fernández Escrich
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