LEYES UNIVERSALES

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PASIONES HUMANAS

Breve análisis psicológico y espiritual de las pasiones.
Resentimientos, rencores y malquerencias.
Análisis de estos estados afectivos.

Todo apasionamiento lleva al individuo a la exaltación que, de no ser controlada, impide razonar. Desarrolla en el individuo una fuerza psíquica que, si bien puede ayudar mucho en la realización de una idea o propósito; puede también arrastrar a extremismos de violencias, porque todo estado pasional oscurece la razón.

Necesario es distinguir entre pasión y entusiasmo. Y aun cuando éstos son aspectos de la acción de la facultad emocional del alma humana, su actuación y efectos son diferentes. Pues, mientras el entusiasmo es una energía psíquica dirigida y controlada por la razón, la pasión no; aun siendo la misma energía psíquica, pero desbordada y sin control. Y en esta condición caen algunas personas bien intencionadas, por falta de observación de sus reacciones y análisis de sus actuaciones.

Si bien hay pasiones nacidas de ideales o conceptos de verdad, que podrían considerarse positivas, tienen la desventaja de producir en la persona apasionada una obcecación mental y desequilibrio emocional que impide razonar y analizar las ideas de los demás diferentes a la suya, con lo cual se torna intransigente con toda idea y concepto diferente al suyo. Y aquí está el aspecto negativo de la pasión.

Por ello, toda pasión cual sea su naturaleza, es perturbadora. Por lo que, necesario es mantener una constante observación sobre nuestras reacciones y actuaciones. El entusiasmo es necesario para las realizaciones. Y es positivo cuando es motivado por una causa noble y controlado por la razón. La pasión es dañina por los extremismos a que conduce, que retardan el progreso y evolución del Espíritu.

Variados son los aspectos de las pasiones, que surgen fácilmente en las personas fogosas, sectarias y fanáticas. y diversos son sus efectos, entre los cuales citaremos las enemistades y perjuicios causados por esos estados pasionales de los que surgen odios y malquerencias en diversos modos, según el grado de egoísmo y orgullo que prevalezca en las partes.

RESENTIMIENTO.-

Hay quienes, ante un hecho, palabras o frases que por ligereza o maldad alguien haya proferido, y hasta por envidia debido a algún complejo; llegan a crear en su alma pobre y ruin, un resentimiento y hasta malquerencia que amargarán su vida en cada momento que piensen en la persona-motivo de su resentimiento o perciba su presencia. Actitud desacertada y absurda que, por ignorancia de las consecuencias dañinas que tal estado anímico les depara, así como por desconocimiento de sus propias imperfecciones, tales como el orgullo y amor propio lastimados, llega a dar cabida en su alma.

Porque, todo resentimiento amarga la vida de quien lo sustenta y perjudica la salud del cuerpo y del alma, sin recibir nada beneficioso a cambio de ese resentimiento, que es motivo de mortificación. Entonces, ¿verdad que es absurdo crear y mantener resentimientos?

En cambio, cuando vibramos en bondad, en amor fraterno, somos comprensivos y tolerantes ante las imperfecciones del carácter de los demás, y aun ante actuaciones poco dignas. Y éste es el estado afectivo que debemos alcanzar, si queremos librarnos de las molestias que el resentimiento produce.

En nuestras relaciones humanas debemos tener presente que, quien mal actúa es un ser inferior, atrasado, y por ende más necesitado de nuestro amor, que es comprensión y tolerancia. Y sólo vibrando en amor fraterno y controlando nuestra emotividad, podremos ser comprensivos y tolerantes para con los demás, con lo cual nos libraremos de vernos presos de esa rémora cual es el resentimiento.

RENCORES.-

¿Habéis tenido alguna vez el sentimiento venenoso del rencor hacia alguien? Y si en algún momento de vuestra vida lo habéis tenido, ¿qué ventajas o beneficios os ha reportado? Ninguno, ¿verdad?

Naturalmente. Porque, el rencor no da nada bueno, y sí proporciona intranquilidad, desasosiego, porque afecta la emotividad, cuyas vibraciones con sentimientos de rencor envenenan la mente de quien por ignorancia alimenta el rencor.

Puede que alguno diga: me ha hecho esto o aquello, daño, etc.

Bien. Pero, veamos ¿puede alguien con su rencor o resentimiento deshacer el daño causado, o motivo de tal resentimiento?

Seamos sensatos y razonemos, ¿puede deshacerse lo hecho?

Entonces, ¿qué se gana con mantener un rencor que perjudica a la salud y altera la paz mental tan necesaria?

¿Sabíais que el resentimiento, el rencor y la malquerencia, actúan contra el mismo que las mantiene, y que son fuerzas psíquicas altamente negativas que dañan al mismo que las produce, mediante esa actitud desacertada?

El rencor no tiene cabida en los espíritus nobles y fuertes, en quienes vibra ya el amor; sino en los débiles.

Generalmente, el rencor nace de algún resentimiento por falta de comprensión, por envidia, egoísmo, orgullo lastimado, etc.; que el afectado da cabida en su alma y que luego le tendrá torturado.

Quien vibre en esos sentimientos mezquinos, está proyectando vibraciones desarmonizantes a su sistema nervioso y a las glándulas de secreción interna, produciendo en los mismos un desequilibrio funcional que, poco a poco, van dañando la salud y amargando la vida. Y a más de esto y otros detalles que sería prolijo enumerar aquí, al desencarnar en esas condiciones, no podrá alcanzar los planos de felicidad que la Divina Providencia ofrece a todos sus hijos; ya que puede caer en ambientes tenebrosos, a los cuales está unido con sus pasiones, y de los cuales, ¡mucho cuesta salir!

MALQUERENCIAS.-

Cuando analizamos serenamente, el comienzo o motivo que dió origen a una malquerencia, apreciamos con asombro que es la falta de amor, ese sentimiento que nos hace ser comprensivos para con las imperfecciones de nuestros semejantes (ya que si miramos hacia dentro de nosotros mismos, también las encontramos en mayor o menor grado).

La falta de amor, es la que realmente permitió penetrar en el alma tal sentimiento o condición; que suele degenerar en pasión, y que luego mantendrá el individuo en desarmonía frecuente. Las malquerencias son una consecuencia de lo anterior: resentimientos y rencores por haber dado cabida a esos dos aspectos pasionales absurdos y funestos.

Para no caer en el estado perturbador de cualquier pasión, es necesario controlar las emociones a fin de dominar los impulsos; ya que, es axiomático en psicología, que las emociones profundizan por repetición.

Necesario es evitar caer en el fanatismo, que lleva al individuo a la intransigencia. Necesario es respetar la opinión de los demás y considerar que tienen el mismo derecho que uno. Necesario es vigilar constantemente nuestros sentimientos, pensamientos y reacciones, ya que ellos motivan nuestros actos. Y no permitir, en ningún momento, explosión emocional alguna, ni obcecación en nuestras ideas y creencias.

Sólo cuando hayamos llegado al control de nuestra emotividad, podremos dominar nuestras reacciones y nuestros actos. Sólo cuando la facultad rectora y directriz de la Mente sea capaz de controlar y dirigir nuestros pensamientos y sentimientos; sólo entonces llegaremos a vernos libres de esos y otros estados afectivos negativos, causantes de tanta desdicha, fracaso y dolor. Porque, entonces habrá una completa armonía mental emocional y seremos rectores de nuestros propios destinos.

Tengamos siempre presente que, todo sentimiento ruin produce una vibración negativa, que a más de impregnar el alma y el cuerpo físico de magnetismo mórbido, atrae por afinidad a entidades maléficas del astral inferior que, al acercarse por sintonía vibratoria, avivan esa pasión e impregnan el aura de fluidos ponzoñosos.

Sólo los espíritus débiles y las personas ignorantes, caen víctimas de esas pasiones. Mantengámonos fuertes. Controlemos las emociones para no dar cabida nunca en nuestra alma a pasiones y sentimientos mezquinos y negativos, que retardan nuestro progreso y evolución.

SEBASTIAN DE ARAUCO
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