DEPURACIÓNCuando te sientas morir
en la cruz con que caminas,
no reniegues de tu suerte
ni maldigas a la Vida.
No rechaces del dolor
él cáliz de la amargura,
y alza tus ojos al Cielo
pidiéndole a Dios ayuda.
Él es fuente de energía,
misericordia y perdón,
y de todo el que le implora
no se resiste a la voz.
Pone luz en las conciencias
y amor en los corazones,
paciencia en el sufrimiento
y templanza en los rigores.
Nos señala del camino
la perspectiva del Bien,
para seguir adelante
sin vacilar ni caer.
Para alcanzar de las cumbres
el dorado resplandor
y alejarnos de las sombras,
del mal y la imperfección.
Ora y medita en silencio,
recapacita al pensar,
y la cruz con que caminas
más ligera se te hará.
Afrontarás de la vida
el camino con amor,
con la sonrisa en los labios
y paz en el corazón.
Del dolor comprenderás
la función depuradora,
y que sin Dios no es posible
triunfar del mal y las sombras.
Pues nuestras fuerzas flaquean
cuando el dolor nos abruma,
cuando a solas caminamos
con la cruz de nuestras culpas.
Los que ayer hemos vivido
de una forma irregular,
hoy tenemos que sufrir
las consecuencias del mal.
Depurar de nuestras almas
el turbulento pasado,
por medio del sacrificio,
la renuncia y el trabajo.
Por la práctica del Bien
y la entrega a los demás,
desandando los caminos
de las tinieblas y el mal.
Teniéndolo pues en cuenta,
rebelarnos no debemos
cuando la cruz de la Vida
nos abruma con su peso.
Cuando todo es sacrificio,
renuncia y desolación,
y el corazón nos flagelan
la soledad y el dolor.
Nuestro deber es orar,
pidiéndole a Dios ayuda
para seguir adelante
con la cruz de nuestras culpas.
Para alcanzar de las cumbres
el dorado resplandor
y alejamos de las sombras,
del mal y la imperfección.
Porque sin Él nada somos
en las manos de la Vida
y nuestras fuerzas flaquean
cuando a solas se camina.
en la cruz con que caminas,
no reniegues de tu suerte
ni maldigas a la Vida.
No rechaces del dolor
él cáliz de la amargura,
y alza tus ojos al Cielo
pidiéndole a Dios ayuda.
Él es fuente de energía,
misericordia y perdón,
y de todo el que le implora
no se resiste a la voz.
Pone luz en las conciencias
y amor en los corazones,
paciencia en el sufrimiento
y templanza en los rigores.
Nos señala del camino
la perspectiva del Bien,
para seguir adelante
sin vacilar ni caer.
Para alcanzar de las cumbres
el dorado resplandor
y alejarnos de las sombras,
del mal y la imperfección.
Ora y medita en silencio,
recapacita al pensar,
y la cruz con que caminas
más ligera se te hará.
Afrontarás de la vida
el camino con amor,
con la sonrisa en los labios
y paz en el corazón.
Del dolor comprenderás
la función depuradora,
y que sin Dios no es posible
triunfar del mal y las sombras.
Pues nuestras fuerzas flaquean
cuando el dolor nos abruma,
cuando a solas caminamos
con la cruz de nuestras culpas.
Los que ayer hemos vivido
de una forma irregular,
hoy tenemos que sufrir
las consecuencias del mal.
Depurar de nuestras almas
el turbulento pasado,
por medio del sacrificio,
la renuncia y el trabajo.
Por la práctica del Bien
y la entrega a los demás,
desandando los caminos
de las tinieblas y el mal.
Teniéndolo pues en cuenta,
rebelarnos no debemos
cuando la cruz de la Vida
nos abruma con su peso.
Cuando todo es sacrificio,
renuncia y desolación,
y el corazón nos flagelan
la soledad y el dolor.
Nuestro deber es orar,
pidiéndole a Dios ayuda
para seguir adelante
con la cruz de nuestras culpas.
Para alcanzar de las cumbres
el dorado resplandor
y alejamos de las sombras,
del mal y la imperfección.
Porque sin Él nada somos
en las manos de la Vida
y nuestras fuerzas flaquean
cuando a solas se camina.
JOSÉ MARTÍNEZ