La Navidad se avecina
y con ella llega imborrable
la gran enseñanza divina
de aquel ser gentil y amable.
Del Maestro de Maestros,
del más sabio entre los sabios,
del que fue al encuentro nuestro
con el amor en sus labios.
Celestial doctor del amor,
del sacrificio y la entrega,
de la ternura y el perdón,
del padre blanca bandera.
Ahora que vuelve la Navidad
muchos hombres más te añoramos,
te rogamos tu ayuda y caridad
para cumplir lo que acordamos.
Maestro, internamente sentimos
la llamada de tu compañía
y noblemente te pedimos
luchar contigo día tras día.
Queremos ser continuadores
de la obras que tú comenzaste
y en tu nombre trabajadores
llevando tu estandarte.
Y hoy, que de nuevo ha llegado
la adorada y tierna Navidad,
te pedimos que a nuestro lado
nos derrames tu bondad.
Cada cual su compromiso,
nosotros también el nuestro,
así lo desea el Maestro
y es así como Dios lo quiso.
J.M.