
Cayo Terentilio Arsa
Traemos este mes a Cayo Terentilio Arsa un personaje que pretendió ser un reformador, pero que no lo logró porque no le dejaron. No obstante, su intento de renovar las cosas para mejor creo que merece un breve artículo que lo saque del anonimato y le otorgue el lugar honorable del que a mi juicio es acreedor.
No hay datos biográficos sobre Arsa, por lo que pasaremos directamente a su proyecto de reforma, y para ello es menester establecer el contexto histórico donde se desarrollaron estos acontecimientos. Cayo Terentilio Arsa era un Tribuno de la Plebe allá por el año 462 a. C., un cargo que había sido creado en el 494 a. C., muy poco tiempo después de la instauración de la república romana. Aquella sociedad se dividía básicamente en patricios y plebeyos. Los primeros eran los poderosos, los aristócratas, descendientes de los ciudadanos romanos originales y ocupantes de los puestos de poder: cargos públicos, Senado, etc. Mientras que los segundos estaban constituidos por el grueso de la población y el ejército, el cual, a pesar de dar su vida por la patria en el campo de batalla, tenía unos derechos limitadísimos (por ejemplo, no podían ni elegir a sus magistrados).
Los plebeyos no tenían ninguna participación en el gobierno de Roma, ya que no eran ciudadanos romanos sino provenientes del exterior de la ciudad. Debían pagar altos tributos y apenas gozaban de derechos, por lo que era habitual que soportasen abusos por parte de la clase patricia. Arsa era plenamente consciente de ello, y trató de igualar a patricios y plebeyos ante la ley mediante una reforma legislativa, y lo hizo mediante la conocida como Propuesta Terentilia. Con ella pretendía limitar los poderes de los cónsules que consideraba demasiado similares a los que ostentaban los viejos reyes de la antigua monarquía (como dije, ha poco tiempo suprimida), algunos de los cuales habían dejado infaustos recuerdos por sus despóticos mandatos.
Cayo Arsa dio un golpe de efecto presentando su Rogatio Terentilia en el Senado aprovechando que los dos cónsules electos habían tenido que partir de Roma con sendos ejércitos para sofocar una revuelta de los volscos, un pueblo del centro de Italia que ya había causado graves conflictos en tiempos de la monarquía del último rey Tarquino «el Soberbio». La propuesta era simple: la creación de una comisión de cinco miembros que delimitase cuáles eran los poderes consulares, ya que hasta entonces tales competencias no estaban especificadas, sino que las leyes se basaban sobre todo en la tradición y la costumbre. Obviamente, las clases altas no se durmieron en los laureles y reaccionaron en seguida llamando a Roma a los cónsules para paralizar las propuestas de Arsa. En concreto, el Prefecto romano Quinto Fabio Vibulano intervino para impedir la adopción de la Ley Terentilia, al menos hasta el regreso de los cónsules. Vibulano llegó a acusar a Arsa de traición y sus propios colegas le aconsejaron retirar su propuesta de ley, lo que también causó una decepción entre la plebe; y a partir de aquí nuestro protagonista desaparece de la Historia. Pero su idea no desapareció, en los siguientes años la Lex Terentilia fue presentada una y otra vez, sin éxito hay que decir, hasta el año 454 a. C. en el que se alcanzó un compromiso: la plebe renunciaba a la Rogatio Terentilia y, a cambio, el patriciado aceptaba crear una comisión para viajar a Grecia para estudiar las leyes de Solón y el funcionamiento de las instituciones de aquel país para tratar de adaptarlas a la vida romana. El resultado fue importante, porque se creó un colegio formado por diez hombres (decem viri) que dirigirían el Estado en vez de los dos cónsules (con lo cual el poder se repartía más), y que realizarían la conocida como ins scriptum, o sea, plasmar por escrito las leyes lo más claro posible con el fin de evitar interpretaciones partidistas y así acabar con los abusos de poder de los patricios hacia los plebeyos. Este ins scriptum fue el inicio de la base jurídica de los romanos, la ley decenviral que supondría una revolución del Derecho Romano, aún vigente en nuestros días.
Algunos autores consideran que la empresa de Cayo Terentilio Arsa se debió a ambiciones políticas personales; así lo expresa el historiador Tito Livio. Sin embargo, para otros como Dionisio de Halicarnaso, Arsa pretendía igualar a todos los ciudadanos ante la misma legislación. Yo pienso como este último: Arsa se dio cuenta de las injusticias que se cometían hacia las clases bajas de la sociedad y trató de acabar con ellas o, cuanto menos, limitar el despotismo de los gobernantes para que esas injusticias no fuesen tan lesivas ni dolorosas. Su propuesta iba cargada de una concepción moral adelantada a su tiempo, y con ella se sentaron las bases de futuros cambios que hiciesen progresar al ser humano en lo referente a la igualdad de derechos y libertades.
Cayo Terentilio Arsa por: Jesús Fernández Escrich