Abraham Lincoln
Podemos quejarnos porque los rosales tienen espinas, o alegrarnos porque los espinos tienen rosas.
Abraham Lincoln
Actitud positiva ante la vida, es la enseñanza que nos transmite esta máxima del presidente estadounidense. Es otra forma de expresar la actitud positiva o negativa de una persona; recordemos la sentencia «el optimista ve el vaso medio lleno, y el pesimista medio vacío»; todo depende del punto de vista, pues ambos están viendo exactamente lo mismo, a saber, un recipiente con un líquido en su interior que ocupa el cincuenta por ciento de su capacidad. O sea, el pesimista va a pensar «qué pena, ya se está acabando», mientras que el optimista afirma «qué bien, todavía queda».
La cita de Lincoln nos da otra gran enseñanza también: Nos impele a sacar algo útil de un problema o cualquier situación que nos haya provocado pesar o sufrimiento. A este respecto, recuerdo la anécdota de aquel científico que llevaba doscientos experimentos para demostrar su teoría, y todos habían sido fallidos. Alguien le preguntó si no había sido una pérdida de tiempo y era momento de dejarlo, a lo que él contestó negativamente, con el siguiente razonamiento: «En absoluto. Ahora conozco a ciencia cierta doscientas formas de cómo no hay que hacerlo». El científico prosiguió experimentando y acabó por descubrir lo que buscaba. Es decir, no le preocuparon las espinas del camino, porque su actitud positiva (su fe) le indicaba que, tras aquellas espinas, había hermosas rosas de fragante perfume.
Cualquiera puede ver el rosal y disfrutar de su belleza, aunque tenga espinas en sus tallos. Para no pincharse podemos encontrar varias soluciones: Cortarle las espinas, coger las rosas con fuertes guantes de jardinero o presenciar el arbusto a cierta distancia, sin llegar a tocarlo. Incluso los botánicos, mediante cruces de diversas variedades, han logrado otra solución, han creado rosales sin espinas que han mantenido sus ricos colores y sus deliciosos aromas.
Recuerdo, al hilo de estos dos conceptos (rosal y espina), una frase proverbial en castellano que se continúa empleando coloquialmente:
No hay rosas sin espinas
Quiere decir que no se alcanza la dicha por completo, pues siempre hay algún sinsabor (sic), tal y como nos aclara el Centro Virtual Cervantes. Y aquí, sería menester recordar la máxima de Lincoln y aplicarla a nuestro refrán: Bien, no hay dicha completa, pero voy a disfrutar de esa dicha, aunque sea breve, y voy a dejar de lado los sinsabores; si no me proporcionan felicidad, pues los aparto (corto las espinas del rosal para no pincharme).
«El rosal con sus espinas» o «el espino con sus rosas». Dos perspectivas de una misma cosa. Dos maneras de encarar las vicisitudes de la propia existencia. Y dos visiones del paso por este nuestro planeta de expiaciones y pruebas; una de ellas con abatimiento y malentendida resignación, con lamentos vanos; la otra, con esperanza en que las desdichas de aquí serán convertidas en gozos en el más allá.
Queridos lectores, «rosal con espinas» o «espino con rosas»: ¿Cuál eligen ustedes?
Abraham Lincoln por: Jesús Fernández Escrich